Análisis de Wii Sports

Pues resulta que ya ha salido Wii. Recuerdo a mucha gente comiéndose la cabeza por cuál será el nuevo secreto, la nueva característica, la nueva etiqueta de los calzoncillos de Link o el gramaje del papel de los manuales de Revolution. Yo, por cierto, era uno de esos fanboys enloquecidos por lo que la nueva consola de Nintendo iba a ofrecer. La gran esperanza blanca. Luego vino el nombre, las imágenes de juegos no tan bonitos y todo lo demás. Pero aún así nos interesamos. La espera parecía interminable. Pero resulta que ya ha salido Wii. Y ahora que está aquí, ¿qué nos ofrece? Si hay algo que Nintendo quiere, al igual que ha pretendido con su portátil de dos pantallas, es ofrecer diversión instantánea. Coger el mando, ponerte delante de la pantalla y empezar a divertirte, de una forma intuitiva, sin tener que memorizar diez mil combinaciones de botones diferentes sólo para salir de la pantalla de título. ¿Lo consigue? Hemos hecho la prueba. Con una de las Wiis que Miyamoto en persona nos ha enviado (Miya, wii ? u), probamos Wii Sports y comprobamos si, como Nintendo pretende, Wii es tan accesible que hasta el más poco versado de nosotros podría disfrutarla sin miedo a quedar como el patán torpe que seguramente sea. Cinco juegos. Dos horas. Un redactor sin miedo al riesgo pero con miedo a los ascensores. Santo arroz con leche, Batman, esto va a ser emocionante. Tenis Vayamos por partes, pensé nada más empezar. Ir en orden es lo que distingue al hombre elegante de la anciana asalta-rebajas. En el austero pero funcional menú principal, lo primero es el Tenis. Que sea tenis pues. Tras la elección de Mii y el tipo de partido que deseamos, comienza el juego en sí. Qué bien, qué bonito, me siento como en el E3. Miya, no seas demasiado duro, recuerda que esta vez la fiesta es en mi casa. Me toca sacar: muevo el mando hacia arriba y el Mii lanza la pelota. El resto es intuitivo. Muy intuitivo, demonios, conseguí darle a la primera. Tenía miedo de quedar como un patán fallando una y otra vez, eso sin contar que me habría cansado del juego en la primera partida al verlo imposible. Pero la curva de dificultad es casi inexistente, con lo que podría decirse que es este un gran primer juego del paquete Wii Sports. ¿Es, sin embargo, un buen juego como tal? Siento decir que no. Probablemente sea el peor de la compilación, de hecho. Los partidos son lentos, con una pelota que parece ir en gravedad cero haciendo que acertar sea más fácil de lo que debería, y la simplicidad del sistema de juego, que al principio parece una maravilla, acaba siendo un coñazo cuando ves que lo único que haces es mover la muñeca sentado en el sofá en un estado cercano al sueño profundo. Parecía más divertido cuando era Iwata el que correteaba por el escenario. Mala forma de empezar la maratón, pensé. No dejemos que este pequeño incidente distorsione mi visión global del juego. Además ni siquiera me cansó mucho, tanto que se quejaba la gente. Tras salir al menú, de una forma muy rápida también, vi que el siguiente era… Béisbol Emocionante. Este parece emocionante, sí señor. La agilidad con que comienza parece la común a todo en Wii Sports, se nota que está hecho para ponerlo y jugar al instante. Empiezo bateando. Seguro que es igual de fácil que el tenis, ya verás. El lanzador hace su trabajo y veo la bola aproximarse. Me pongo en posición de batear y… fallo. Bueno, la primera vez es normal fallar. El pitcher repite la operación y… fallo. Venga, a la tercera va la vencida. Nuevo intento y… ¡sí! ¡Por fin! ¡Y qué lejos la he mandado! Todo era demasiado bonito: un terrible mensaje de Bola no válida me baja los humos. Parece que es algo más difícil que el tenis, demonios. Efectivamente es más difícil. Y mucho más divertido. El sistema de juego, si bien igual de simple o más que el del tenis, está camuflado de complejidad y es mucho más satisfactorio, además de permitir cierta estrategia (repetid conmigo: las tres bases ocupadas + homerun = cuatro puntos que nunca vienen mal). El multijugador es mucho más entretenido, además, que el del tenis, y probablemente sea el mejor juego para jugar con amigos de todo el paquete. No hacen falta más de dos partidos, en el peor de los casos, para comprender las reglas a la perfección, justo lo mismo que hace falta para controlar correctamente el bateo y el lanzamiento. Un buen juego, por un momento temí que todos fueran como el tenis. Eso sí: éste cansa cosa fina a poco que te emociones. Pero sigamos, y qué mejor para continuar que un deporte elegante y distinguido como es el… Golf Hagamos un recorrido de nueve hoyos para empezar. Bastante fácil el trazado del primero, no así el control de la potencia del palo: da lo mismo un golpe seco de muñeca que un aspaviento ridículamente fuerte. Calcular se vuelve algo tan jodidamente difícil que es bastante desesperante ver que, tras nueve putos hoyos, sigues pasándote o quedándote corto, y por mucho. Esto, con práctica y estudiando los trazados, queda en un segundo plano. El viento, los desperfectos del terreno y demás aportan variedad y emoción al juego, toda la variedad y emoción que puede tener un juego de golf, claro. Por el planteamiento de la partida no pude comprobar cómo envejece, pero supongo que cuando te conoces todos los hoyos al dedillo dejará de tener sentido, pero para una persona con un nivel de torpeza tan elevado como yo ese momento tardará al menos una semana o dos en llegar, y que me jodan si jugar dos semanas a un juego de golf no es más que suficiente. En definitiva, bastante bueno el golf. No tan bueno como el béisbol, pero desde luego un buen juego que proporciona unas cuantas horas de diversión. Ahora permítanme hacer un pequeño inciso. Cuando era pequeño, en televisión se empeñaban en bombardearme constantemente con imágenes tremendamente atractivas que tenían como escenario un sitio tan hermoso como ruidoso y caótico: la bolera. Fue por eso por lo que le pregunté a mi padre por tal sitio. “¿Hay una bolera en nuestra infame ciudad, padre?”, pregunté. “Sí, hijo, y está más cerca de lo que crees”. Bajé, pues, a la bolera prometida por mi padre. Y no os imagináis qué encontré ahí. Lo que a través de los rayos catódicos eran chicas jóvenes siempre sexys, tremendas calles brillantes como el paraíso y una barra en la que espectaculares camareras servían whisky sour a ritmo de los Beach Boys, en la vida real, MI vida real, se convirtió en ancianos, muchos de ellos con muy poca movilidad, superficies de tierra a menudo mojada (con el consiguiente barro) y un bar de los habitualmente llamados de mierda en el que si pedías algo que no fuera un tinto peleón te tomaban por francés. La desilusión fue enorme. Unos años más tarde, abrieron por fin una bolera con chicas jóvenes y sexys, calles brillantes como el paraíso y una barra sofisticada en la que pedir bebidas en concordancia con tu nivel de elegancia, pero por aquel entonces ya había descubierto la cocaína vida nocturna, las fiestas de la jet set y todas esas pequeñas cosas que conforman el pan de Anait de cada día, así que ni siquiera fui una vez. Eso no hizo, sin embargo, que no sonriera con cierta nostalgia al verme, como quien no quiere la cosa, enfrente de aquél aparato que antaño me había prometido una vida mejor para luego dejar que la realidad me escupiera en la boca, aún abierta (de atónito que estaba yo), dispuesto a jugar precisamente a la causa de mi terrible desilusión infantil: ni más ni menos que los… Bolos Con los brazos ya sensiblemente afectados, me dispuse a probar suerte con el cuarto y penúltimo juego del paquete. Está siendo una tarde dura, pensé en aquél preciso momento, y ahora puedo confirmar que tantas horas moviendo los brazos no son buenas. El desarrollo del juego es simple: con el digital apuntas, usando como guía una línea discontinua que aparece en la calle, mantienes pulsado B para iniciar el lanzamiento, haces el movimiento correspondiente y sueltas B para que el Mii suelte la bola, que seguirá el camino anteriormente dictado en consecuencia con la fuerza del lanzamiento y quizá algún otro factor que se escapa a mi comprensión. La bola puede lanzarse rasa o describiendo una parábola, cosa bastante útil para hacer plenos como churros, que se hacen. Si bien los bolos tienen una vida bastante limitadilla jugando en solitario, jugar con los amigos es bastante divertido. Como en el caso del golf, no es un deporte que haga sudar adrenalina, pero es suficientemente entretenido y fácil de pillar como para poder enseñárselo a los amigos cuando vayan a casa a ver la chorrada esa de la consola que mueves los brazos y se mueven los muñecos. Mucho mejor que el tenis como juego de prueba, si se me permite, aunque quizá no tan resultón. Ya sólo faltaba uno. Y vaya uno: en Anait propusimos al gobierno central la erección de una estatua en cada localidad española en honor a Muhammad Alí, con lo que la expectación era considerable. Cassius, va por ti. Finalizaba la tarde con unos combates de… Boxeo Las posibilidades que presentaba este juego eran tremendas: crear Miis con cierta semejanza con familiares y amigos y zurrarles, combates entre celebridades, tú y tu novia partiéndoos la cara como preludio a una dulce sesión de sexo… Desde luego pintaba muy apetecible. Sumémosle esa pinta de Punch-Out que, sin duda alguna, no es casual y tenemos uno de los platos fuertes de Wii Sports. Comienza el combate. En el boxeo, al contrario que en el resto de juegos, en los que sólo hacía falta el wiimote, es necesario acoplar el nunchuk, que actuará de brazo izquierdo. Empiezo a zurrar al Mii. Más bien empieza a zurrarme él. Reculo: mi representación virtual hace lo mismo. Poco a poco comienzo a esquivar ataques y a golpear con mayor precisión. Le estoy dejando la cara que da pena, una lástima que esto no sea Fight Night Round 3, me gustaría ver deformaciones y sudor y sangre volando por doquier. Excitante al principio, prometiendo diversión a raudales y monótono con el paso del tiempo. Y no estoy hablando de tener una aventura con tu prima. El boxeo de Wii Sports divierte un buen rato, pero acaba siendo aburridillo y quizá demasiado cansado. Y algunos me dirán que se puede jugar sentado, tumbado o en el retrete mientras una puta adicta al crack te hace una manola, pero demonios, que me aspen si estos juegos no están hechos para hacer el paripé de simular que los estás practicando realmente. Conclusiones Wii Sports es, definitivamente, un muy buen juego para probar las posibilidades de la consola, y ha sido una gran idea incluirlo con la consola. ¿Pagar 50 euros por él? Joder, no, tampoco es para tanto, pero ha sido un movimiento magistral por parte de Nintendo empaquetarlo con Wii. Es moderadamente divertido en solitario, puede protagonizar un buen número de partidas memorables jugando cuatro personas y su duración está ligeramente aumentada con las opciones de entrenamiento, que hacen las veces de una suerte de Brain Training simplificado y dedicado a la forma física. Como juego comercial habría sido un timo (como es Wii Play, próximamente en AnaitGames, su web amiga), y desde luego tiene todas las papeletas para empezar a tragar polvo en la estantería en cuanto salga alguna de las estrellas multijugador que augura Wii (léase Super Smash Bros. Brawl), pero, como solían decir los ancianos que poblaban la bolera de mi barrio mientras me ofrecían un vaso de vino rancio y salpicado con sus dudosamente apetecibles babas de octogenario y me miraban con ojos de vicio, a caballo regalado no le mires el diente. Nota: 6,5