La infiltración la pintan calva: un avance de Hitman

El próximo otoño se cumplen 16 años desde el lanzamiento del Hitman: Codename 47 original, y en esta nueva andadura no queda ni rastro de esa década y media. El título sin subtítulo lo dice todo Hitman: parco, breve, seminal; una precuela que nos lleva al mismo principio y nos hace retroceder veinte años, nos deja en la entrada del complejo secreto de la Agencia Internacional de Contratos donde nos van a enseñar cómo funciona el asunto de matar sin hacer ruido y nos coloca sobre los hombros de un Agente 47 de aspecto más joven y lustroso pero igual de calvo que siempre. Esto nos deja, nada más empezar, una lección vital: no importa que seas una máquina de matar perfecta sin sentimientos y sin ser humano sobre la tierra que sea capaz de resistirse a tus fulminantes llaves de jiu-jitsu y tus golpes maestros en plena vértebra C-2: nadie escapa a la alopecia. Y nadie escapa tampoco al formato episódico. El jefe de IO Interactive, Hans Seifert, parece francamente atormentado por la imagen que da al proyecto la palabra episódico; la famosa analogía de que te están vendiendo dos rebanadas de pan, un poco de cebolla, unas lonchas de queso, algo de lechuga y finalmente u pedazo de carne picada y te están diciendo que es una hamburguesa. El tío es capaz de afirmar orgulloso que Hitman es el primer AAA episódico y acabar la frase diciendo que no, que no es episódico, que es una plataforma. Me da un poco de pena Seifert porque tiene una patata caliente en las manos que, una vez a temperatura soportable, parece que puede estar muy rica. El hecho de que Hitman se divida en los contratos que se irán vendiendo por packs es algo que tiene mucho sentido: por un lado se desentiende de guiones e historias que ya no van a ningún lado y se despoja de las limitaciones narrativas a la hora de diseñar niveles —¿te apetece una misión en escenario tan loco como un desfile de moda? Ahí lo tienes, no hace falta justificar ningún giro de ninguna trama—; y por otro le otorga al juego una vida larga y un recorrido considerable. Se dentro de dos años me apetece jugar a algo de sigilo solo tendré que echar un ojo a los packs temáticos de Hitman y comprar el que más me llame la atención. La siembra por parcelas de IO tiene potencial para, como mínimo, no ser una estafa más. La beta cerrada para reservas, eso sí, transmitía el tembleque corporativo de Seifert: cortita y al pie, con solo dos misiones francamente fáciles (una por estar demasiado guiada y la otra por contar con un número demasiado grande de rutas hacia el éxito) no nos ofrece material suficiente como para decidirnos sobre el proyecto en general, pero al menos sí podemos hacernos una idea aproximada de por dónde van a ir los tiros en lo puramente mecánico. La primera misión es un entrenamiento en un yate dentro de un recinto y un simulacro de fiesta, algo que recuerda a la misión del barco de Hitman: Blood Money. De hecho los dos niveles que ofrece la beta recuerdan a Blood Money, o al menos lo hacen más que al reciente Absolution, y creo que eso es una buena noticia para los fans veteranos de la serie. Nuestra tarea aquí es aislar al objetivo y acabar con su vida, pero en realidad no vamos a matar a nadie, las balas son de goma, el mar es una lona azul y el personal de seguridad y la tripulación nos felicitan y nos lanzan comentarios furtivos de admiración sin dejar de hacer su papel cuando ven que vamos avanzando en el proceso de infiltración. Algunos hablan entre ellos de lo prometedor que ese nuevo recluta con cabeza de huevo, lo que sin duda garantiza que estamos haciéndolo bien. Los disfraces y la ocultación de cuerpos vuelven a ser vitales en la consecución de los contratos, son lo que nos garantiza acceder a ciertas zonas vigiladas o levantar sospechas entre el personal. Esta vez no seremos inmediatamente detectados por cualquiera que vista el mismo uniforme que nosotros, sino que solo los encargados u oficiales se darán cuenta de que ese tío con un código de barras en el cogote y vestido de su unidad no les suena de nada. Un puntito blanco marca ese tipo de personajes, algo que hace las infiltraciones algo mucho más versátil y abierto a cambiar de planes. La variedad en las formas potenciales de salir airoso es mayor que en otros Hitman, y parece que IO ha buscado potenciar eso más que ninguna otra cosa inventándose algo llamado Oportunidades, una suerte de misiones secundarias opcionales que sirven para complementar el objetivo principal con algo más o bien para abrir una nueva vía para solventar la ejecución. La segunda y última misión nos lleva a un hangar en el que un ajedrecista americano que sirve como espía para los rusos debe morir. Nos topamos aquí con una variedad aún más grande empleados: el cuerpo de seguridad, el ejército ruso, los oficiales cubanos o los mecánicos de aviación. La diversidad y mayor afluencia de gente hace más difícil la discreción, pero también aumenta las posibilidades y combinaciones para llevar la misión a buen puerto, y el menú de Retos nos propone una amplia gama de lo más creativa para cargarnos al objetivo y una motivación para rejugar cada nivel hasta cumplir todos esos desafíos. Si la primera vez se trata de trazar un plan en función a lo más evidente, las siguientes partidas tienen algo de rompecabezas: este es el inicio y esta es la salida, resuelve tú el laberinto. Como beta que es, todavía tiene cosas por pulir: a veces el comportamiento de los personajes resulta errático y se dan situaciones un poco surrealistas, y un montón de desajustes provocan que uno pueda hacer trampas y superar misiones de formas que, sospecho, el juego no debería permitir. Visualmente el inicio es muy esperanzador, sobre todo cuando tomamos por primera vez el control de 47 en un helipuerto en las montañas lleno de texturas realistas y charcos vistosos a 60 fps, pero el asunto tarda muy poco en desinflarse cuando aparece Diana Burnwood y empieza a hablarnos con la animación labial de un muñeco de ventrílocuo. La llegada al yate, con quizá un centenar de invitados a la fiesta, confirma que el principio solo era un espejismo y los gráficos no van a pasar de aceptables. En cualquier caso, puede que la apuesta de Hitman sea algo antipática en lo comercial y lo convencional, pero para los que andan ansiosos por volver al trabajo de este asesino que se mueve como un mayordomo, se viste como Pitbull y rompe cuellos como The Rock, este reboot a plazos promete un bufet libre de misiones en el que nadie se quede insatisfecho.