2019 en juegos: Devil May Cry 5

Me parece, ya lo he comentado alguna vez, que hay un tipo de belleza especial en el exceso. Devil May Cry 5, la segunda venida de Capcom en 2019, es un buen ejemplo. Como Nero, puedes ponerte una capucha en mitad del combate o puedes subirte a tu propio puño robótico volador y usarlo a modo de aerodeslizador. Son detalles simpáticos, incluso graciosos, pero sería un error quedarse solo con eso: su importancia está en recordarnos cómo de sólida tiene que ser la base para poder soportar el peso de las chorradas. El sistema (¡los sistemas!) de combate de Devil May Cry 5 es irrompible. Es tan, tan bueno, que lo absorbe y lo asimila todo. Es lo opuesto al diseño por sustracción de Fumito Ueda, aunque esos extremos también se tocan: el videojuego barroco, sin filtro ni mesura, requiere un de conocimiento similar para poder funcionar. Hacen falta dosis comparables de genialidad, quiero decir, para eliminar por completo una interfaz y para colocar, en el arsenal de un cazador de demonios, un sombrero heredado Michael Jackson. Y es cierto que de todo eso venían avisando las dos entregas anteriores. La coletilla de Devil May Cry 3 ya hacía referencia al Dante desencadenado y la secuela se sacó de la manga una mecánica medio revolucionaria cambiando la empuñadura de la espada por un manillar de moto. El tiempo, sin embargo, juega a favor de Devil May Cry 5. A estas alturas, y después de un reboot más o menos fallido (que no malo, ojo), lo de la reunión familiar y el Smokin’ Sexy Style!! se entienden como parte de un mensaje con más pegada, más reivindicativo: si el remake de Resident Evil 2 servía para honrar el pasado después de un séptimo capítulo que señalaba hacia el futuro, éste va tan sobrado que hace las dos cosas a la vez. Devil May Cry 5 es, precisamente por eso, un juego decididamente optimista. Itsuno, con la bendita energía del japonés que se viene arriba, es quien nos recuerda esta vez que sí se puede tener todo. Que por supuesto que se puede hacer un juego complejo, con infinidad de capas, sin dejar fuera a los que no acaban de acertar con el parry. Que, desarrollando y aprovechando las herramientas adecuadas, claro que se le pueden meter graficotes a una propuesta que no necesitará vender 10 millones de copias. No me olvido de lo que no salió tan bien. De ese V que no coló, de esa historia que tampoco estaba a la altura y de esos entornos que bueno, mira, por algún lado había que meter tijera. Nada de eso importa en exceso cuando empalmas los créditos (jugables, con tiempo para presentar un último tutorial) y la segunda vuelta. Nos suena y nos gusta eso. Y espérate, que ni siquiera he hablado todavía sobre las caras. Para eso me he guardado una de esas bromas que hacéis los jóvenes en Twitter:

Nadie: Absolutamente nadie: Hideaki Itsuno: Y además de los 60 fps, quiero caras mejores que las de Death Stranding.