No sé si el proceso habitual es este, pero en mi caso fue así: después de muchos años escuchando cómo amigos y conocidos hablaban sobre Yakuza, picoteé tímidamente Yakuza 5 pero no fue hasta Yakuza 0 que me zambullí en la serie, enamorándome más y más a medida que recorría Kamurocho en distintas épocas y contextos, desde Kiwami (el remake de la primera parte) hasta Yakuza 6, el cierre de la épica historia de Kazuma Kiryu, superhéroe del hampa. Quiero decir que la conexión con Yakuza no fue inmediata, aunque tampoco tuve que esforzarme mucho para que el peculiar formato de la serie (a medio camino entre el culebrón de sobremesa y el JRPG más tradicional, todo regado con una dosis muy generosa de palizas, palicitas y palizones: jamás un puñetazo, una patada o un cartelón estampado en la espalda han transmitido tantas emociones), y ha sido genuinamente gozoso «engancharme» a Yakuza a la vez que Sega encontraba el momento ideal para conseguir que echara raíces en Occidente. Ha habido muchos Yakuza, muy seguidos, todos buenos; y los sigue habiendo, y los habrá también en 2020, con grandes cambios aunque algo me dice que no tantos como para que que se pierda ese no sé qué que hace que, una vez estás dentro, resulte imposible resistirse a una nueva historia de Kamurocho.
Judgment es justo eso: una historia de Kamurocho, de algunos de sus habitantes, de un nuevo personaje (Takayuki Yagami, interpretado por la estrella japonesa Takuya Kimura; tal es el alcance de Yakuza) y de sus ocupaciones y tribulaciones. Es también un ejercicio de manipulación de la fórmula tradicional de Yakuza, para ver de qué manera reacciona a la inclusión de nuevas mecánicas con las que representar nuevas maneras de transitar la ciudad, de interactuar con y de ser en ella. En este caso, Yagami es un detective privado de maneras expeditivas con una terrible mancha en su historial: antiguamente era abogado, pero se retiró con deshonra cuando su caso más prodigioso y mediático (la liberación de un acusado por asesinato, una proeza casi impensable en Japón, donde menos de un 1% de los juicios acaban con el acusado de nuevo en libertad) acabó dándosele la vuelta: lo primero que hizo el hombre para el que consiguió la libertad nada más salir a la calle fue asesinar a su novia.
Más cínico y desconfiado y definitivamente sin tiempo para más hostias que las que él mismo aplica en el rostro de los malandrines, Yagami se enfrenta aquí a un delicado caso (un asesino de yakuzas que firma sus trabajos sacándole los ojos a sus víctimas) que se enreda y desenreda a base de secciones de espionaje, de obtención de pruebas e incluso de drama judicial; aunque es un resumen cómodo y al que no me opongo, está lejos de ser una mezcla entre Yakuza y Ace Attorney: es más bien una cómoda, en el mejor de los sentidos, digresión de la serie principal con la que se practica un tipo de spin-off al que ni esta serie ni parece que ninguna están muy acostumbradas: el que no escatima en valores de producción, el que no nace con intención de ser algo secundario o subalterno, el que vive en el mismo espacio que los Yakuza protagonizados por Kyriu y compañía aunque intente hacer explícitamente otras cosas.
Sería injusto y sobre todo no llevaría a ningún sitio pedirle a Yakuza otra cosa que la que ya ofrece; se le pide más, sabemos quienes seguimos con atención y fascinación la serie, pero más de lo mismo. Existe una confianza muy especial en que los añadidos, novedades y alteraciones tienen un sentido, y que van siempre en beneficio de una inmersión muy particular pero que desde luego está ahí: en Yakuza 6 zurras a los canallas que se te cruzan pero también eres un cuidador, algo que se nota en el carácter de Kyriu y en sus relaciones pero también en el mando, porque tienes que cuidar de un bebé; en Judgment no faltan peleas, pero el juego de distancias (las que tienes que guardar para que no te pillen los sospechosos y las que tienes que violentar para encontrar, previo examen minucioso, pruebas en las escenas del crimen) es más complejo e interesante, y dice mucho sobre la relación de Yagami con Kamurocho, tan distinta de la de Kyriu. Es un milagro, en fin, que podamos disfrutar de estos juegos. Que nunca nos falten, y que el resto aprendan a fijarse en ellos.
Bibliografía
Aimee Hart escribe un duro pero interesante texto sobre las zonas de fumadores de Kamurocho.
En El País repasan la manera en que Yakuza se ha ido acercando a Occidente, con Judgment como «paso más firme».
Solo los usuarios registrados pueden comentar - Inicia sesión con tu perfil.
@for_the_republic
Es un diseñador del método y tiene que meterse en el papel.
Lo estoy jugando ahora y me esta encantando. Voy mas tiempo andando que corriendo por la ciudad..esta lleno de detalles 👍 .Nunca jugué a un Yakuza por el Ingles y cuando salio este lo metí rapido en mi lista.
Ahora que se va acercando el cierre de la generación PS4/XBO hay que hacer labor de recopilación de juegos imprescindibles y este va a estar en mi estantería cuando baje a 20-25€. No sé hasta qué punto es imprescindible, pero el hecho de que lo traduzcan a nuestro idioma, me parece un puntazo.
De este juego, al igual que los Yakuza, me apetece 1000 la historia y jugarlo, pero no tengo ni pizca de ganas de combate. Puede ser que el sistema de combate por turnos del nuevo Yakuza me acerque a la serie.