Muchos juegos me apasionan; muchos juegos me atrapan y me intrigan y en muchos juegos me meto de manera a veces obsesiva, intentando descifrar qué es exactamente ese yo qué sé que me tiene atrapado e intrigado. Por deformación profesional, y un poco porque soy corto de miras, la mayoría de videojuegos a los que me enfrento (¡son tantos todos los meses!) no son tanto un descubrimiento como una ratificación de hechos: este juego es de tal estudio, como decían; es un shooter o un plataformas o un juego de estrategia, como se anunció en su momento; visualmente es mejor o peor o igual a lo que se venía publicitando; la música es buena o mala o no sabría decirlo porque lo estoy jugando en el autobús y sin cascos. Lo pinto más feo de lo que es en realidad (consciente de lo fácil que es caer en el cinismo absoluto, intento cuidar al máximo la manera en que juego: me gusta jugar con alegría y sin presiones, y no solo porque se supone que es lo que tengo que hacer), pero es cierto que suelo saber más de lo que me gustaría (que es nada) sobre muchos juegos antes de meterme en harina.
Es, pues, una casualidad cósmica (o un regalo del universo) que fuera justo Outer Wilds el que llegara a mí sin yo saber nada sobre él. Ni quién lo había hecho, ni quién lo sacaba, ni de qué iba la cosa; quizá tuviera algún recuerdo lejano, algún dato brumoso flotando en el fondo de la cabeza, pero desde luego no me acordaba de nada cuando me puse a jugarlo por primera vez. Esa primera partida sucedió, por si fuera poco, en directo: está documentada. (Perdonad si doy muchas vueltas; me es necesario.) Digo es que es una casualidad cósmica porque precisamente de ese salir ahí fuera sin saber qué vas a encontrar va Outer Wilds; de eso y de la curiosidad, y del placer de descubrir y aprender cosas. Recomiendo encarecidamente no leer nada más sobre Outer Wilds y simplemente jugarlo; ya habrá tiempo, y no faltarán las ganas, de leer todo lo que se cruce en tu camino.
Resumiéndolo mucho, en Outer Wilds eres un explorador espacial que está a punto de salir fuera de su planeta. Este primer viaje estelar termina de manera inesperada: el sol explota y una supernova lo arrasa todo, incluido a ti, que despiertas de nuevo en tu planeta, justo en el momento anterior a tu primera salida al espacio. Vuelves a salir y, veintidós minutos después, la misma explosión te devuelve a la casilla de salida: estás dentro de un bucle temporal. Poco a poco te familiarizas con el sistema solar, con su comportamiento y sus distancias, con los cambios que experimenta cada planeta y satélite en los veintidós minutos que dura el bucle; poco a poco encuentras señales de otros equipos de exploración, pistas sobre sus investigaciones y hallazgos; aprendes a guiarte por los sonidos del espacio, a leer las rutinas de cada planeta, a responder a sus exigencias. Todo lo que ocurre en Outer Wilds ocurre estés o no tú presente en ese momento. Tu cometido es aprender a saber dónde hay que mirar y cómo.
No solo es exquisito el diseño mecánico, suficientemente cercano a la simulación (por exigencias, por pesos, por ritmos) como para darte la sensación de que estás explorando una galaxia auténtica pero no tanto como para que la navegación se ponga en medio y ofusque lo que de verdad importa; también es exquisito el diseño visual, que no deja de sorprender por su capacidad para crear imágenes potentes a la vez que le da a cada planeta una personalidad y un propósito únicos. Outer Wilds es exigente en la medida en que lo tiene que ser, que no es poco pero tampoco es demasiado; para cuando llegas al final del viaje (un final polémico y sobre el que podrían correr ríos de tinta: ojalá sea así en algún momento) las piezas están tan bien colocadas en su sitio y forman una imagen tan clara que es imposible no rendirse ante el juego de Mobius Digital, uno de esos que tienen la tremenda cualidad de ser trascendentales sin necesidad de fruncir el ceño. Lo siento mío; la manera en que me ha engrandecido me recuerda a The Witness: puede pasar lo que sea, pero lo que he vivido con Outer Wilds me acompañará para siempre.
Bibliografía
Una genial pareja de vídeos, uno con spoilers y el otro sin ellos, cortesía de Errant Signal.
En el podcast Pretentious Game Ideas (ya, ya), el director creativo de Outer Wilds, Alex Beachum, habla sobre los siete años de desarrollo del juego.
En Polygon el diseñador de niveles, Loan Verneau, explica por qué la confianza en su público es uno de los puntos clave de Outer Wilds.
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Mismo sentimiento. ¡Cuantos descubrimientos! ¡Que maquinaria de relojería es ese sistema solar! ¡Que viaje más bonito!
Para mi el GOTY de este año sin ninguna duda, y están preparando un documental sobre el juego en NoClip, ojito.
Aquí precisamente es donde me fallaba el juego: el control se me hizo muy cuesta arriba y me desesperaba tirarme más tiempo calculando trayectorias y aterrizando que no descubriendo cosas nuevas. A esto había que sumarle cierta sensación de apremio que imponía el bucle de 22 minutos.
Esa parte de simulación, en mi caso, sí consiguió ofuscar la parte de investigación.
Mi GOTY 2019, HERMOSO HASTA EL INFINITO, un final que me hizo saltar las lagrimas; un mensaje profundo y un montón de guiños a temas espirituales manejados con una soltura increíble; ademas de que maneja un aspecto muy pocas veces trabajado en el medio como lo es el tiempo.
A mi también me tomo por sorpresa dado que me lo regalaron por ver un E3 en mixer, y tampoco sabia nada del mismo, quedo instalado esperando su fecha de lanzamiento y cuando llego… me demostro que efectivamente todo llega en su momento justo y este juego fue así conmigo, me llego justo en un periodo muy transformador en mi vida.
Solo gratitud a Mobius Digital por crear semejante belleza, a Annapurna por apoyar estas propuestas y a MS por regalarme esta joya.
Yo lo pillé sin saber nada y ha sido la mejor experiencia que he tenido este año en los videojuegos. Me pone un poco triste que haya hecho poco ruido un juego tan especial, pero espero que el tiempo le haga justicia.
Pocos juegos me han tenido tan maravillado como éste.
Pues yo no pude perdonarle su tosquedad a la hora de desplazarte. Creo recordar que me hicieron buscar a unos que estaban jugando al escondite y no me podía creer aquello: moverte y otras mecánicas en este juego era como cortar el pelo a machetazos.
Recuerdo perfectamente dejarlo al poco y darle fuerte al void Bastards. Pero vaya, prometo darle una segunda oportunidad.
@punkoman
El desplazamiento chungo de verdad venía a la hora de ponerse a los mandos de la nave.
Mi JDA (juego del año, muchachos, que hablamos castellano)
Otro que también opina que es un juego fascinante increíble. Además me pasó parecido, lo descargué en el Game Pass porque me sonaba de haber escuchado su nombre sin saber nada más de él y ¡BuM!
Y sé que es el juego que más me ha impactado porque tenía la necesidad vital de hablar con la gente y decirles que le dieran una oportunidad a este juego.
La verdad es que es fascinante el momento en el que el juego te hace *clic* y entiendes de qué va la película.
El tapado de 2019.
Majora’s Wild