2024 Recap

2024 en sindicatos

Era cuestión de tiempo que, en una industria que en los últimos años ha estado dramáticamente marcada por la inseguridad y la inestabilidad, las iniciativas sindicales ganaran el protagonismo que no habían tenido hasta ahora. Años de runrún en entornos y foros más y menos públicos, de reivindicaciones y denuncias que llegaban por canales no siempre convencionales (en 2004, eran las esposas de los empleados de las grandes compañías las que tenían que usar sus blogs para denunciar el crunch que hacían sus maridos; hemos avanzado), más el inesperado acicate de una pandemia que seguramente no nos ha enseñado nada pero que sí ha animado a mucha gente a reevaluar sus prioridades, han acabado cristalizando en un interés felizmente renovado por la lucha sindical, la que busca defender los derechos de la gente que trabaja en unas compañías que a menudo dependen más de la cuenta de unas relaciones abusivas e insostenibles.

Hoy recibimos con alegría que cientos de trabajadores de World of Warcraft se unan para luchar por sus derechos, y Microsoft, actualmente propietaria de Activision, reconoce sin mucho problema el sindicato, pero en 2021 la compañía de Call of Duty, Overwatch y Candy Crush estaba en el punto de mira por bloquear bajo intimidación los intentos de sus empleados para sindicarse. No sorprende tampoco leer que SAG-AFTRA, el sindicato de profesionales de medios de comunicación, anima a frenar todo el trabajo relacionado con videojuegos hasta que las condiciones y protecciones laborales de esta industria mejoren; sorprende menos en tiempos de inteligencia artificial. Hablar de sindicatos es hoy mucho más habitual que hace solo unos pocos años; lo vemos en los medios internacionales, donde es común leer piezas sobre las unions que van surgiendo para defender los intereses de trabajadores de unas y otras compañías, pero también en los nacionales, que este año han visto nacer iniciativas como CSVI, la coordinadora sindical del videojuego de la CGT.

Aunque se partía «de una presencia que podía considerarse nula o extremadamente residual», como reconocen desde la propia CSVI, sí es cierto que la aparición de esta coordinadora (que anunció su arranque en la MálagaJam de este mismo año, 2024, en enero) se ha hecho notar en la industria española. «La creación de un espacio unitario a nivel sindical para la industria del videojuego es un paso adelante bastante grande», me dicen desde la coordinadora, «y no se ha quedado únicamente en algo autorreferencial y una cuenta en redes sociales como altavoz, sino que se ha traducido en hechos». A lo largo de todo el año hemos visto cómo se formaban las secciones sindicales de The Game Kitchen, Ubisoft, Electronic Arts, King o Gameloft, a través de las cuales se busca defender y mejorar el bienestar laboral en esos estudios, en muchos casos parte de multinacionales. Ha sido gracias a estos movimientos que las denuncias y reclamaciones surgidas en estos estudios se han escuchado más: fue el caso de, por ejemplo, Ubisoft Barcelona, donde los cambios —súbitos, unilaterales y poco transparentes, según los trabajadores— en las políticas de teletrabajo llegaron incluso a medios internacionales gracias a la fuerza conjunta de la coordinadora sindical, que reunió y amplificó las voces de los afectados. «Si bien ha habido (y sigue habiendo) algo de organización sindical en centros de trabajo concretos, algo que podemos celebrar es que formen parte de un espacio común, en el que se debatan y se aporte colectivamente a los pasos a realizar, y que como tal se pueda unificar la táctica frente a distintos escenarios, además de aprender de las experiencias de casos similares», dicen desde CSVI.

«La creación de un espacio unitario a nivel sindical para la industria del videojuego es un paso adelante bastante grande, y no se ha quedado únicamente en algo autorreferencial y una cuenta en redes sociales como altavoz, sino que se ha traducido en hechos»

Como en tantos asuntos de la industria del videojuego, hay que mirar a Estados Unidos para hacerse una idea completa de cuál ha sido la evolución de estas iniciativas en España y otros países. La cultura sindical norteamericana es muy diferente a lo que pensamos aquí cuando hablamos de «sindicatos»; como me comentan desde CSVI, «se parte de contextos prácticamente opuestos». Aquí «ha habido una tradición histórica del movimiento obrero», explican desde la coordinadora, «que en EEUU no ha existido por un cúmulo de circunstancias históricas y políticas. Esto también se da en comparación a otros países europeos, y un reflejo es la existencia de organizaciones de trabajadores en su conjunto, frente a organizaciones sectoriales herederas de los gremios». Estos son los grupos sobre los que leemos en los medios cuando anuncian la creación de sus unions, por lo general centradas en departamentos específicos; cuando se dan casos en los que la agrupación incluye a gente de departamentos muy dispares, suelen juntarse por «proyecto», como fue el caso de World of Warcraft, que incluía perfiles de todo tipo dentro de ese equipo concreto. «Esto, que puede parecer un matiz sin importancia, da pie a que haya noticias de que en EEUU se organiza un departamento concreto de una empresa, mientras que en nuestro caso, esa sección sindical no se restringe, pudiendo participar cualquier trabajador», nos dicen desde CSVI.

«Dicho esto, evidentemente el llamado «Nuevo Sindicalismo», surgido tras la pandemia del COVID-19 y del Black Lives Matter, partiendo de la diversidad como bandera y en muchos casos girando en torno a la precariedad, tiene un reflejo muy claro en CSVI», explican desde la coordinadora. «Siendo realistas, la industria del videojuego es una de las ramas más precarias de la industria tecnológica, y por mucho que el estereotipo sea de hombres blancos cisheteros, rascando un poco bajo la superficie (porque se invisibiliza mucho), sale a la luz toda la diversidad del desarrollo de videojuegos. Y frente a planteamientos reaccionarios que consideran esto cuestiones de segundo orden o irrelevantes, nosotres planteamos que se trata de distintas opresiones atravesadas por un elemento común, el sistema capitalista, que se materializa en todos los aspectos económicos y sociales de nuestra vida, y al que hay que combatir desde todos los ángulos, no solo desde algunos».

2024 ha sido un año importante para CSVI y para el tipo de movimiento social en el que se enclava la coordinadora. Aun siendo conscientes de que todavía queda mucho camino por recorrer (sigue siendo difícil organizarse en estudios pequeños, «y buena parte de la industria en el Estado español sigue esa lógica»; también saben que aún tienen que ganar capacidad de influencia en procesos de negociación concretos, «aunque hemos tenido un papel en varios procesos de ERE»), durante el año han ido ganando presencia no solo en redes sociales sino también en algunos de los eventos clave de la escena (sobre todo independiente) nacional, como IndieDevDay o Guadalindie. Según nos explican desde la coordinadora, cada vez es menos necesario dedicar tiempo y esfuerzo a explicar qué es CSVI; «de hecho ya hay gente que ante problemas, nos contacta directamente, lo cual también es un logro a nivel de referencialidad», dicen. La importancia del trabajo en redes sociales de una iniciativa como CSVI tiene —y confieso que pienso mucho en ello— este peligro: es un tipo de trabajo en el que existe un riesgo real de caer en la rueda de la autopromoción constante y vacía, de unas dinámicas perfectas para vaciar de contenido cualquier propuesta. Cuanto más conocida sea la coordinadora entre la gente que necesita conocerla, más fácil será «ir pivotando hacia cuestiones más concretas o más profundas como fruto del desarrollo del trabajo», nos dicen.

«Creemos que es síntoma de trabajo bien hecho, pero que a la vez es un primer paso», reconocen desde CSVI. «Por ejemplo, la puesta en marcha de las secciones sindicales no es algo que suceda de un día para otro; requiere formación y que haya gente mínimamente concienciada y dispuesta a dar el paso. Y ahora que están ya están establecidas, 2025 es el punto de partida para ir dando avances en conflictos concretos de los centros de trabajo».