American Story X: Parte I

Parte I: Amanecer verde

La madrugada del jueves pasado estaba en el asiento trasero de un Ford Crown Victoria del 98, camino de los aledaños de Union Square en Manhattan. El conductor, un taxista de piel oscura con sobrepeso y nombre impronunciable, no parecía tener prisa por llegar a mi destino. Yo tampoco. Me gusta ir en coche por Nueva York y pensar que estoy allí. Delante de nosotros iba otro taxi idéntico al nuestro, pero al menos dos cosas no cuadraban en su interior. El tipo al volante era blanco y su único pasajero iba sentado a su lado. De pronto, al doblar la esquina cerca de la tercera avenida, ese mismo taxi encendió varias luces de emergencia camufladas y activó una sirena cacofónica inconfundible. Era un puto coche de policía. Su conductor y pasajero eran dos agentes armados, y acababan de bloquear la calle para atrapar a un pobre imbécil que delinquía en la oscuridad creyéndose rodeado por taxistas paquistaníes. Podría decir que eso fue lo más acojonante que vi esa noche, pero no sería verdad. Esa noche volvía de una fiesta con alcohol, mujeres semidesnudas, más de una decena de consolas de última generación y el presidente de Epic Games. Y no hay maniobra policial americana que supere a una partida a Gears of War 2 con Mike Capps. Los días 14 y 15 de julio, Microsoft organizó en Nueva York su Xbox Holiday Showcase anual como evento paralelo al E3 de Los Ángeles. Un par de semanas antes de eso, mientras hablaba con un colega en Redmond para formalizar mi asistencia a la fiesta, pensé que ya era hora de dejarme caer por Anait. En principio, iba a ir a la fiesta de Microsoft sólo para probar los juegos de Rare y hacer preguntas insolentes cuando todo el mundo estuviese borracho. Pero allí iba a haber mucho más que eso. Además, a veces me harto de escribir en inglés y me entran ganas de volver a repartir sablazos en castellano. Así que llamé a Sabin y le dije que, si a todos les parecía bien, estaba dispuesto a compartir parte del éxito internacional de MundoRare con la prominente AnaitGames. Por el bien de la prensa especializada española y el fin de majaderías como Meristation y Hobby Consolas. El resultado sería mejor que un concierto conjunto de Nirvana y The Doors con Kurt Cobain y Jim Morrison cantando desde ultratumba.

La Experiencia Xbox

En Nueva York hace un calor del demonio durante el verano. Incluso a las siete de la mañana, los vendedores de hot dogs ya sudan cataratas al arrastrar sus carritos hasta la mugrienta esquina habitual. Las chicas, blancas como el alba y esbeltas como cisnes, caminan con minifaldas de fantasía hacia su siguiente sesión de fotos para Vogue. Esta ciudad se vende a sí misma como en las películas, donde todo el mundo está bueno y tiene aspecto de triunfador. Y los que no, son secundarios cómicos y minorías raciales perseguidas por la policía. La mañana del martes 14, a la hora de los inmigrantes sudorosos y las minifaldas, tres chavales con apenas edad suficiente para beber en América íbamos camino de los estudios Splashlight, donde se escondían las principales apuestas de Xbox para este fin de año. He estado en varias presentaciones de Microsoft en España y ninguna tenía nada que ver con esto. En Europa hacen cosas tan extrañas como pasear un camión transformable que luego aparcan delante del Carrefour, a doscientos kilómetros del núcleo urbano más cercano. En su interior meten tres consolas y luego turnan a los periodistas por períodos de cincuenta minutos para que se peguen por coger el mando. A veces son originales, pero casi nunca prácticos. En Estados Unidos, dos encantadoras jovencitas tomaron nota de nuestros nombres y nos dirigieron a un lounge donde se habían instalado varias estaciones de juego. Allí nos esperaba Albert Pennello, director global de marketing de Microsoft Game Studios, un tipo de esos que podría vender pruebas de embarazo a parejas homosexuales. Nos repitió todas las maravillas de la conferencia de Los Ángeles del día anterior, como si no la hubiésemos visto en directo y presentada de forma más liviana por Morgan Webb. Una de las primeras novedades con las que Microsoft estaba deseando sacar pecho era su nueva interfaz. Xbox se reinventa. Se acabó el dashboard con sus elegantes pestañas deslizantes, las mismas que el abuso de actualizaciones había convertido en un amasijo de enlaces. Un buen día, alguien de Rare echó una partida a la Wii y se dio cuenta de que los menús minimalistas son más claros. Pensaron que la Xbox debería tener algo así también, menos institucional, con monigotes divertidos en vez de meras Gamercards. En palabras de la gente de Microsoft, “nadie les pidió que lo hiciesen, fue iniciativa de ellos”. La independencia de Rare dentro de Microsoft Game Studios se pregona a los cuatros vientos siempre que hay ocasión, así que es posible que sea verdad. Rare ha hecho lo mismo que Nintendo hizo, pero con más estilo y en alta definición. No es un mal añadido a la 360, aunque dará centenares de argumentos a miles de buitres reprimidos para seguir criticando a los de Twycross con impunidad. Los avatares, como tan aburridamente los ha bautizado Microsoft, son muñecos virtuales que cada cual puede diseñar a su antojo. Son exactamente lo mismo que los Miis de Nintendo, pero con sentido de la moda para que puedas gastarte Microsoft Points en complementos. El paquete básico incluye más de cuarenta peinados y rasgos faciales, aunque cuando uno se pone a rebuscar entre detalles más característicos, las opciones comienzan a escasear. Así que si te pareces a Marilyn Manson, estás jodido. Irónicamente, la simpleza de los Miis hace posible diseñar con ellos a cualquier ser humano, ya que no es necesaria una exactitud fotográfica. Con los avatares tampoco hace falta ir tan lejos, pero a menos que des con un estilo de pelo o vestuario clavado al del modelo del mundo real, la similitud empieza a desvanecerse. Por otro lado, a diferencia de lo que ocurre en Wii, no está claro si los usuarios podrán crear avatares por deporte y almacenarlos para el descojone general, ya que apenas son una extensión del Gamertag. Según Pennello, quizá en el futuro “pueda hacerse”, pero la única forma de conseguirlo ahora mismo es creando varias cuentas diferentes. Gracias a una nueva ocurrencia llamada LiveParty, grupos de hasta ocho usuarios podrán mantener charlas de voz, intercambiarse fotos o jugar con sus avatares al Scene It, aunque enseguida irá añadiéndose la función a otros juegos del mismo palo. Nada que no se pueda hacer mejor con un ordenador o en un banco del parque, mirándolo fríamente. Al menos es posible ver películas o jugar a lo que cada uno quiera sin interrumpir la conversación o salirse del grupo. En este nuevo universo de muchas posibilidades y poca originalidad, el usuario puede moverse por cinco secciones principales: vídeos, juegos, Primetime, comunidad y mi Xbox. Cada una de ellas está compuesta por una serie de ventanas flotantes a lo Cover Flow con diferentes opciones. Estando en América, una de las virtudes a resaltar era la del magnífico surtido de vídeos de Xbox TV. Ése que ni ha llegado ni parece que llegará nunca a España, seguramente debido a problemas de localización como triste excusa. Ver cortometrajes de Sundance, películas de estreno, documentales de National Geographic y temporadas enteras de series de televisión, desde la comodidad de la Xbox, es una experiencia sólo comparable hacerlo en la propia televisión por cable de Verizon. Ésa que anuncia el pérfido Michael Bay de forma tan indiscutiblemente awesome. Estos contenidos se ofrecen normalmente en alta definición, lo que garantiza una calidad de visionado muy superior a la de cualquier DVD. Hace que sea prácticamente innecesario gastarse dinero en bobadas como el difunto reproductor de HD-DVD externo o su futuro sucesor de Blu Ray. Aunque todo esto sería una novedad en sí misma en España, para Estados Unidos la sorpresa se limita al añadido del servicio de alquiler de películas Netflix. Con ello, sólo podrán descargarse vídeos en baja resolución en streaming, pero no deja de ser mejor que cualquier cosa que esté ni remotamente al alcance de cantidad de usuarios extranjeros. En España, pagando exactamente el doble por la conexión anual de Xbox Live en comparación con Estados Unidos, no se ofrece ni Netflix, ni Sundance, ni Sci Fi Channel, ni documentales, ni Heroes, ni Lost, ni pollas en vinagre. Hasta en avances de películas, el bazar americano le pega un repaso de narices al español. Ni que decir tiene que cuando Albert Pennello me hablaba de estas golosinas como si fuese un americano privilegiado, en realidad sólo estaba consiguiendo hacerme sentir como un europeo estafado. Las demás secciones permiten bajar demos, trastear en el bazar de Xbox Live, ver qué están haciendo tus amigos online, enredar en tu perfil y administrar tus juegos. Casi nada que no se pudiese hacer antes, aunque con más claridad y alguna mejora aquí y allá. Xbox Primetime era, junto al acuerdo de Netflix, aquello que emocionaba más a los relaciones públicas de Microsoft. Básicamente es una suerte de escenario virtual donde es posible competir contra cientos de otros usuarios en juegos específicamente diseñados para ello. Por lo visto, en Los Ángeles hubo una demostración, aunque en Nueva York no hubo tanta suerte. Navegar por todos estos menús es sencillo y, por suerte, el viejo dashboard no desaparecerá del todo en la nueva interfaz. Pulsando el botón de guía es posible activar un pequeño menú central compuesto de sus clásicas pestañas. Ese menú será accesible desde cualquier lugar, incluida la pantalla de un juego. Pennello nos aseguró que todos los temas e iconos comprados previamente por Xbox Live no se perderán con la actualización de interfaz, pero no supo explicar la forma en la que se adaptarían. Un tipo gordito que nos enseñó el funcionamiento de todo el invento lo secundó, pero tampoco supo qué harán para que todo encaje. Al parecer, los fondos de escritorio ocuparán la mitad superior de la pantalla mientras las ventanas del coverflow circulan por delante. Pero esto lo sé porque lo he visto por Internet. Alguien debería avisar a los tipos de Microsoft para que lo vean también. Albert Pennello quizá pensó que yo y mis compañeros nos íbamos a contentar con sus arengas propagandísticas, pero un reportaje no se prepara sólo a base de publicidad ensayada. Así que una vez logramos que se sentase delante de nuestra cámara, empezó la fiesta de verdad. ¿Se superará algún día el problema del anillo rojo de la muerte? “En las consolas que estamos fabricando actualmente, el problema del anillo es mínimo”, nos contestó con la confianza de un agente de seguros. “Hemos dejado atrás ese problema”. Mientras tanto, centenares de consolas inocentes disfrutan del verano resplandeciendo como luciérnagas. Y los fabricantes de cachivaches refrigerantes hacen su agosto a partir de junio. Al preguntarle sobre el nuevo mando de Microsoft con sensores de movimiento, ése que primero se llamó Newton y luego Darwin, pero que todo el mundo llama Xmote, Pennello se hace el loco. “Nunca he escuchado nada de eso”. Pero la sonrisa de cabroncete que se le forma en la cara le delata. Tarde o temprano se sabrá algo del tema. Sobre el alto precio que los usuarios de PlayStation le achacan a Xbox Live, nos comenta que “tras el lanzamiento de GTA IV, los servidores de Sony se cayeron durante el primer día y creo que hasta el segundo día. Los nuestros funcionan perfectamente. La calidad del servicio merece la pena y, si lo divides por meses, te das cuenta de que es muy barato”. Sin olvidar, además, que muchos de los servicios de Xbox Live pueden disfrutarse con una cuenta gratuita Silver. La retrocompatibilidad también salió a la palestra. Muchos recordarán la batalla necesaria para lograr que Psychonauts fuese compatible con Xbox 360. Algunos más, el tiempo que hizo falta para que éxitos consagrados como Project Gotham 2 funcionasen también. Los títulos originales de Xbox compatibles con Xbox 360 han ido llegando hasta crear un catálogo más que decente, excelente incluso, pero el orden en el que fueron adaptándose fue un tanto extraño. Y aún hoy en día, todavía hay juegos perdidos que alguien espera poder jugar en 360. “Si aún hay juegos que no se han hecho compatibles, seguramente es debido a algún problema técnico, hacer compatible cada juego exige una gran cantidad de trabajo”, dice Pennello. “Aparte de eso, más de la mitad de los juegos de Xbox son compatibles ahora mismo. Comparando con Sony, ellos básicamente no tienen retrocompatibilidad”. Hasta hace nada, una cosa que Microsoft no tenía y Sony sí, eran juegos de Final Fantasy. Ante la pregunta de si realmente creen que merece la pena invertir en esa saga, aun sabiendo que PlayStation 3 conserva la exclusiva en Japón, Pennello se pone chulo. “Creo que mucha gente asume muchas cosas sobre por qué Square tomó la decisión de lanzar Final Fantasy XIII en Xbox 360. La realidad es que nos está yendo muy bien y una compañía como Square no puede ignorar eso. Es fácil pensar que estaba pasando algo entre bastidores, pero la respuesta más obvia es que estamos vendiendo mucho y que los desarrolladores quieren que sus juegos lleguen al mayor número de gente”. Pero para Japón, por lo demás, no hay solución. “Ya hemos conseguido vender más consolas Xbox 360 en Japón que las que nunca vendimos con Xbox”, dice Pennello. Si vender cuatro y media en vez de tres cuenta como logro, de acuerdo. “Japón siempre será un mercado difícil para nosotros, pero estamos mejorando nuestras relaciones con desarrolladores japoneses como Square, Capcom, Konami, etc. Lo mejor que podemos hacer es seguir buscando el apoyo de esos desarrolladores”. Cosa que, hasta ahora, salvo por el ilustre caso de Capcom, sólo ha servido para lanzar malos juegos y no mejorar el panorama en absoluto. Las ausencias en la conferencia de Microsoft fueron un tema duro para nuestro amigo. ¿Dónde estaban Alan Wake o Halo Wars? ¿Dónde estaban third parties como The Force Unleashed o incluso Indiana Jones? “Si no han sido anunciados es porque no son nada nuevo, preferíamos centrarnos en lo nuevo” dice Pennello. ¿Dónde estaba Mirror’s Edge? “¿Qué es eso?”, nos responde. Se hace el silencio. “¿Es esa una respuesta de broma o nos estás preguntando en serio qué es?”, le dice Mark, mi compañero con la hoja del cuestionario. Pennello nos mira desconcertado. “Ya sabes, ese juego en primera persona, con la china que hace parkour”, le explico yo. Si no me entiende ni con esas, es que de verdad no tiene ni idea de qué le estamos hablando. Nos niega con la cabeza. “Alright, forget about it”, como diría Donnie Brasco.