Continúa el intercambio epistolar entre Clara Doña y Víctor Martínez en el que se cuentan, como en las Cartas desde las Tierras Intermedias, lo que van pensando sobre Baldur’s Gate 3. Es uno de esos juegos que, cuando se te meten en la cabeza, se resisten a salir de tus pensamientos; es divertido que el argumento del juego vaya precisamente sobre un grupo de personas que buscan la manera de sacarse un parásito del cerebro, porque a veces la relación que se tiene con Baldur’s Gate 3 es un poco esa misma. Como fuere, el caso es que quizá llevas un tiempo echando vistazos furtivos al ambicioso juego de Larian pero no te animas porque te abruma un poco: sigue leyendo, si es ese el caso, porque sobre eso va un poco la misiva de hoy.
Podéis ver el índice de estas Cartas de Baldur aquí.
Clara,
Hacía un tiempo que no te escribía. No he dejado de jugar a Baldur’s Gate 3, mucho menos de pensar en él; pero se metieron en el camino otros juegos que me han tenido ocupado. Ha sido toda una experiencia. Lo del pensamiento, sobre todo: jugaba a Armored Core VI pensando en los micónidos del Underdark; jugaba a Gunbrella pensando en cómo de distintas habrían sido las cosas si no me hubiera empeñado en que mi solución a los dilemas de la Arboleda Esmeralda fuera imposiblemente compleja, inenarrable y —ya que estamos— muy poco divertida; jugaba, y juego, a Starfield pensando en que el infinito espacio exterior está muy bien y es muy sugerente, pero en el fondo siento que los Reinos Olvidados me llaman, me impiden dedicar toda mi atención a otros juegos. Es una sensación extraordinaria.
El caso es que llevo unas semanas sin jugar mucho; quería escribirte después de terminar el primer acto. Me apetecía comentarte un asunto relacionado, en parte, con algo de lo que me hablaste en tu última carta. Me hablabas sobre «habitar ese mundo en cuerpo y alma», sobre esa inmersión tan, a falta de una palabra mejor, mágica que logra un juego tan aparatoso como es en el fondo este (con el que interactúas a golpe de clic del ratón, como si fuera el escritorio de Windows; en el que hay incluso una barra de búsqueda en los inventarios, para buscar pociones como si las estuvieras buscando en la base de datos con la que controlas el stock de una tienda), que debería expulsarte y hacerte consciente en todo momento de que todo lo que tienes delante no es más que trucos de software y que sin embargo te atrapa como ningún otro a base de, efectivamente, ponerle bragas y pijamas a sus muñecotes. Que al menos sobre el papel sea posible matar a un enemigo a zapatazos, lanzando calzado desde una posición suficientemente elevada, es genial; es un juego más vivo que la mayoría, quiero decir: casi parece que le palpite algo dentro, o que le arda, como a mi querida Karlach.
Yendo al tema: estoy teniendo problemas para gestionar esa palpitación. Cuando empecé a jugar a Baldur’s Gate 3 tomé una decisión: no iba a recurrir al savescumming. (Voy a hacer como si estas cartas fueran a ser leídas por otra gente que no seamos solo tú y yo para explicar que el savescumming es la práctica de hacer guardado rápido antes de tomar una decisión en el juego, y cargar partida si los dados se dan mal y el resultado no es el que querías o no te va bien; pueden ser decisiones importantes o no, o puede ser incluso simplemente una manera de ver cómo cambia una conversación en función de qué opciones de diálogo eliges.) Quería jugar a verlas venir. ¿Una acción sale catastróficamente en combate y tengo que ingeniármelas para salir del paso como buenamente pueda, o adaptar mi estrategia para revivir a un aliado caído? ¡Increíble profundidad estratégica! ¿Digo una palabra que alguien no quería escuchar y me enemisto con un pueblo entero? ¡Supongo que no le puedes caer bien a todo el mundo! ¿Un personaje importante muere antes de tiempo? ¡Gran anécdota!
Esta es la manera que considero ideal de jugar a este tipo de juegos. Cuando los dados deciden, apechugas. El caso es que no puedo jugar a Baldur’s Gate 3, te lo confieso: es superior a mis fuerzas; se me hace más cuesta arriba de lo que puedo aguantar; me enfrenta a un abismo que convierte esa «sensación extraordinaria» que decía antes en una tortura insoportable y patética. No estoy a la altura de ese desafío.
Total, que en cierto punto del Acto 1 me rendí. Podría decirse que sucumbí al savescumming. Antes de bloquearme e informar a las autoridades, déjame explicarme. Creo que sucedió un poco antes de llegar al Underdark, mientras batallaba con la Araña de fase matriarca en una cueva a la que llegué, por casualidad, bajando por un pozo; momentazo, por cierto. No me esperaba, en cualquier caso, un combate de tal intensidad precisamente en ese momento, y aun así logré que se me diera bien. Creo que te hablé sobre mi predilección por los diálogos y las triquiñuelas, pero la verdad es que me gusta mucho cómo se pelea en Baldur’s Gate 3. Ante el peligro de esta matriarca araña, separé a mi equipo y lo posicioné por el escenario cuidadosamente, evitando que ni ella ni sus minions vieran mis maquinaciones. Cuando empecé a atacar, la sorpresa jugó en mi favor y pude hacerle muchísimo daño a la araña antes de que tuviera siquiera la oportunidad de moverse. Ni soy particularmente bueno ni tengo un equipo muy bien diseñado (si acaso al revés: no me atrevería a presumir de builds, quiero decir), pero en ese momento el juego decidió regalarme un ejemplo de cómo sería si jugara un poco mejor.
Pero D&D es así y bastó un par de malas tiradas de dados para que el enfrentamiento se diera la vuelta. Mis personajes, cada uno estratégicamente plantado en un punto del mapa para que el boss no se viera venir la avalancha de palos, empezaron a echarse de menos en cuanto la mala suerte fue haciendo que se necesitaran para levantarse del suelo; entre las dificultades para moverse (el suelo es de telarañas en esa zona y caminar es un infierno; solo Karlach tenía las botas adecuadas para ello), los varios niveles y los huevos de los que empezaron a salir arañitas que solo querían proteger a su reina, lo que empezó como un combate triunfal en el que estaba demostrando mi incontestable superioridad táctica acabó malísimamente: en cierto momento, Karlach y Gale estaban KO a al menos tres turnos de distancia, Astarion estaba a un roce de caer y solo medio resistía Corazón Sombrío, con la que intentaba acercarme a alguien que necesitara ayuda. El contraste entre la avalancha de movimientos que pude ejecutar en los primeros turno y el ritmo plomizo e insoportable al que se empezó a arrastrar el combate a partir de cierto turno me dejaron de piedra. Cuando mi party por fin murió sentí alivio.
Lo malo fue cuando vi que el último autoguardado era justo de cuando había bajado al pozo, un buen rato y unos cuantos combates «rutinarios» antes del gran enfrentamiento contra la araña reina. Había perdido toda esa experiencia, todo lo que había encontrado explorando la cueva, el mapa del lugar; muchas cosas. No era esa la sensación que buscaba cuando me comprometí a no recurrir al savescumming. En cualquier caso, decidí volver a hacerlo todo con la misma exhaustividad de la primera vez, y lo hice; pero cuando llegué a la Araña de fase matriarca me aseguré de guardar la partida. ¡No hay nada malo en eso! Intenté replicar la misma estrategia de la otra vez pero la verdad es que me salió infinitamente peor; vi la muerte cerca más o menos rápido y me encontré con ella no mucho después. Cuando cargué partida, modifiqué un poco mi estrategia y volví a intentarlo, pero esta vez me dije que no pasaba nada si hacía algún que otro guardado rápido antes de hacer un movimiento especialmente arriesgado. El combate en el que por fin salí victorioso fue uno lleno de pantallas de carga y viajes al pasado más inmediato, a treinta segundos atrás, justo antes de que tal hechizo o tal ataque fallaran estrepitosamente. No estoy especialmente orgulloso pero tampoco me arrepiento: de haberlo hecho antes, habría podido avanzar un buen rato antes y no habría sometido al juego a la tortura de aguantar el ritmo soporífero de mis torpes combates.
El caso es que en ese momento la idea de coquetear con el savescumming se me fue haciendo más soportable. Recurrí a él licenciosamente en el Underdark, que de primeras es un sitio bastante terrorífico. Me alegré de haberme convertido en un savescummer cuando una estatua me disparó un rayo que dejó a mi grupo tiritando, e incluso lo probé en alguna conversación con los duergar y los micónidos, no porque no tuviera clara mi alineación (¡siempre fungi!) sino porque en ese momento, tras varias decenas de horas de exploración, diálogos, intrigas, aventurillas y aventurazas, la idea de volver a cruzarme con esos personajes en una segunda partida me pareció suficientemente lejana como para querer saciar mi curiosidad de manera más inmediata que al principio, cuando fantaseaba con la posibilidad de jugar a Baldur’s Gate 3 durante todo el resto de mi vida. En la intimidad, y no sin cierta vergüenza, decidí abrazar el savescumming. Ahora soy savescummer, supongo.
Es un gran poder que conlleva también una gran responsabilidad (esta suerte de superpoder de tener todas las líneas temporales al alcance de la mano, a una hotkey de distancia, puede acabar convirtiendo el juego en una serie de pantallas de carga entre las que a veces pasan cosas de las que ningún personaje se acuerda; pervierte un poco la intención y el ritmo), pero en general estoy satisfecho: conseguí llegar por fin al Acto 2, ya digo, y mi cerebro ha acabado haciendo un trabajo de desbrozado y organización que ha eliminado de la ecuación la mayor parte de quick loads, pero quería contarte esto y saber qué opinas tú sobre esta oscura práctica. Coincido contigo en que hay algo francamente apasionante en saber que en este juego, o en los juegos como este (no hay tantos, en realidad), puede pasarte cualquier cosa, y tienes por delante un universo aparentemente infinito de ramificaciones y posibilidades que te pueden llevar en casi cualquier dirección; en el caso de Baldur’s Gate 3 es aún más marcado, porque además tiene una profundidad increíble, catedralicia. Pero también creo que puede ser un arma de doble filo, y que haya quien decida no acercarse al juego porque le abrume esta profundidad; un poquito de savescumming puede hacer que sea más fácil introducirse en este apasionante mundo, sin miedo a que una araña más grande de lo normal te chafe hora y pico de partida.
Esto te quería contar. ¿Cómo van tus aventuras? Espero que hayas encontrado más ladrones a los que engañar, porque es realmente una de las grandes experiencias de Baldur’s Gate 3. Mi party, por cierto, vive ajena a la existencia de ese buey explosivo. Ojos que no ven, etc.
Espero noticias tuyas. Te leo.
—Víctor
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No tiene nada de malo el save scumming, esto es un videojuego y el objetivo es pasarlo bien. Yo también lo hice en momentos complicados, como todo el mundo. Y en combates chungos, guardando a medio combate si me iba bien también.
Lo único malo de leer estas cartas es que supone emplear X horas más en BG3. Ah no, espera, eso es bueno. Estupendo, ¡que siga la correspondencia!
Tengo que jugar a este puto juego ya, increíble la cantidad de elogios que está recibiendo.
PD: La primera vez (y quizá una segunda, tercera y cuarta xD) que me pase un Pokemon, el Rojo Fuego en un emulador, fue abusando de savescumming como un cocainómano. Recuerden ese dato si sienten vergüenza al hacerlo, de seguro se les pasa (;
@nahuelviedma
Es el GOTY destacado.
@molekiller
Y hasta ahora de manera unánime, que no encuentro un «pero» siquiera en todos los comentarios.
@nahuelviedma
Sin entrar en la calidad del título, ya que no lo he jugado, a mí me ocurre que voy a tardar mucho en jugarlo, si es que lo hago algún día, por una mera cuestión de tiempo y de aprovechamiento de sesiones. Tiene pinta de ser un juego densísimo, en el que uno puede tirarse muchísimo tiempo entre menús (inventario, hechizos, armas, clases…). Nada que objetar, es un juego de rol, pero cuando uno tiene de tiempo dos o tres sesiones a la semana disponibles, de unas dos, tres horas como mucho, tirarse la mitad de ese tiempo sin apenas avances «reales» puede ser muy frustrante, y una sensación muy tocha de tener una espada de Damocles echando el aliento en la nuca en forma de reloj.
No sé si vale como algo negativo (no lo creo), pero bueno, ahí estamos algunos perdiéndonos esta joya porque la vida.
@leto
Sinceramente, se pierde más tiempo en menús en Starfield que en BG3. El inventario es un poco farragoso, pero al ver después el del juego de Bethesda me parece la gloria en comparación xD. Sobre las clases y todo lo demás te diría que es un CRPG casualizado si lo comparamos con el Divinity 2, y no lo digo en el mal sentido, es como si Divinity 2 y Mass Effect 2 hubieran tenido un hijo. Uno de esos juegos que se recuerdan toda la vida. Te diría que te esperes a que esté de oferta y le des un tiento.
@molekiller
Pues muchas gracias por la aclaración. Sí es cierto que nunca he descartado aprovechar alguna oferta que surja por ese afán de «algún día de mi vida tendré más tiempo y tal vez quiera tenerlo ahí disponible».
El savescumming es el hechizo revivir de los magos! Eres un gran mago Víctor y todos hemos hecho magia cuestionable en algún momento del viaje 🫶.
Para mi próxima incursión en Faerum, he decidido ser un monje que sólo le salvará la partida el Dungeon Master y lidiará con las decisiones que el destino tenga deparadas para mí y supongo que en algún momento podré presentarme ante vosotras con aquello de: Hola, mi nombre es Sweg y llevo limpio 18 horas.
¡Gracias por el artículo, Víctor! Me ha encantado tanto por el concepto como por tu disertación.
El gran problema de Save scumming es lo que termina pesando cada quicksave y hace que el steamcloud sea inviable para la red adsl de montaña.
Jijiji, habéis dicho cum