Todos sabemos lo que es una dick pic: el autorretrato de la polla propia, una fotografía de mayor o menor sordidez que uno hace por muy diversos motivos. Algunos la hacen por curiosidad, otros como selling point de cara a conseguir encuentros sexuales. Hay quien se saca una foto del rabo y la envía por Twitter, habitualmente sin el consentimiento de quien la recibe. Otros las ponen a examen. La dick pic es algo tan simple como la foto de una polla, pero, como casi todo en esta vida, también es mucho más.
Para empezar, es el centro de Cobra Club, el último juego de Robert Yang, creador de otros experimentos interactivos eróticos como Succulent, un juego sobre chupar polos y sobre la imagen propia proyectada, o Hurt Me Plenty, un juego sobre dar azotes a un paisano y sobre la arbitrariedad de las relaciones humanas. Cobra Club es un simulador de sacarse fotos del pito. También es otras cosas.
Cuando iniciamos Cobra Club, se nos pide aceptar un acuerdo de usuario y elegir si queremos o no jugar online. Esta segunda decisión es importante, porque si la desactivamos el juego nunca termina. Lo que sí es importante es lo que viene después: el interfaz de simulación de dick pics.
Un espejo, un cuarto de baño, nuestro cuerpo desnudo y una pose algo incómoda es todo lo que vemos al principio. Alrededor, algunos controles con los que podemos mover la cámara (hacer zoom, cambiar el encuadre o la inclinación), añadir filtros de unos pocos colores o modificar nuestra erección a gusto. De pronto, abajo aparece un chat; alguien nos pregunta si queremos ver su pikachu. Mi primera reacción fue decir que no. El juego bloqueó al otro usuario (una inteligencia artificial, nada más) automáticamente; así no vamos a llegar a ningún lado, pensé.
Me saqué unas cuantas dick pics y empecé a intercambiarlas con otros supuestos usuarios de Cobra Club, la red social ficticia en la que se desarrolla el juego. El receptor de una de mis obras maestras me dijo que la foto era feminista, a++++ y freudiana. Inconscientemente quise hacer mejores dick pics; a través de misteriosos chats que aparecen a medida que avanzas en el juego (un avance que nada tiene que ver con el superar niveles o conseguir puntos de experiencia de otros, pero que se puede ver, queda patente en casi todo momento), nos enteramos de maneras de desbloquear nuevos filtros para la imagen, nuevas opciones para modificar el largo, el ancho y las físicas de nuestro pene o incluso cómo añadir estrellitas brillantes a su alrededor. Te da herramientas para mejorar tus dick pics cuando más las quieres.
«Tal y como lo veo, hay tres estrategias en Cobra Club», escribe Yang en su blog: «(1) hacer una polla «divertida» muy rara, (2) hacer una «buena» dick pic, (3) recrear tu polla real (si tienes una) tan fiel a la realidad como sea posible. La gente que juegue en público seguramente se decante por la opción 1 para eliminar la vergüenza, pero sin un público hacer eso seguramente sea algo aburrido. Incluso la opción 2 es sorprendentemente íntima», explica, porque «te fuerza a visualizar y articular qué aspecto tiene tu polla «ideal», a exponer tu supuesta fantasía».
Lo que tiene de expresión personal Cobra Club es muy interesante, y a la hora de crear su editor de pijas Yang fue consciente de que elegir nuestra apariencia en un videojuego tiene tanto de política como nos dicen y a veces nos negamos a creer. Para ello tuvo en mente los editores de personajes de tantos RPG, «en los que a menudo el análogo racial más cercano a la gente asiática son los elfos o alguna mierda. Si estos juegos son fantasías de poder, ¿voy a fantasear con ser blanco? ¿Deberían mis jugadores fantasear con tener pollas gigantes?» Juegos recientes como Rust, en el que el color de piel del jugador nos viene dado sin que podamos hacer nada para cambiarlo, también inspiraron a Yang. «Mi creador de pollas no es diferente» a los de otros juegos, reconoce, «es una interfaz con política, y he intentado dejarlo claro».
Mi polla en Cobra Club era blanca.
«Como hombre gay, las dick pics me resultan mundanas y divertidas», dijo en Kotaku Yang. «Siempre me fascina cuántas dick pics están hechas dentro de cuartos de baño; hay un lavabo y un retrete sucio en la foto al lado de la polla, algo que es taaan poco sexy, pero a la vez es importante que esas cosas estén ahí porque es lo que las hacen parecer reales y no preparadas».
Cuando llevamos jugando a Cobra Club un rato, alguien llama a la puerta. Es nuestra madre, que nos pregunta qué estamos haciendo encerrados en el baño. Un cuadro bordado dice «Dios bendiga nuestro hogar». Hay un retrete y un jabón. La escobilla del váter. Como es habitual en el trabajo de Yang, la estética extrema y a menudo glitch nos pone las cosas difíciles a la hora de hacer una buena dick pic. Todo es bastante sórdido, en contraste con la alegría y alborozo con que el resto de supuestos usuarios de la red social reciben y envían fotos de sus pitos.
Cuando llevamos un rato jugando, nuestra madre desiste y se va de casa, algo enfadada porque se huele que estamos haciendo cosas que, si el bordado nos sirve da alguna pista, no aprueba demasiado. Entre chats de entusiastas del órgano reproductor y pistas para desbloquear cosas, de pronto nos llega un aviso: alguien ha visto una de nuestras dick pics en internet. Hay un enlace a un Tumblr. Si hacemos clic, el juego se minimiza y pasamos a nuestro navegador; cuando se abre, en mi caso, Chrome, me encuentro con una de las fotos que saqué en el juego.
Cobra Club es un simulador de sacarse fotos del pito y un juego sobre la privacidad. También sobre las fantasías de poder de la polla, pero sobre todo sobre la privacidad. Ahí es donde lo último de Robert Yang destaca especialmente, cuando termina de hacer clic: lo de jugar online era por esto, piensas entonces, para que pudieran «robarme» las fotos y subirlas a este Tumblr.
«COBRACLUB es el nombre en clave imaginario de un sistema de vigilancia ficticio controlado por el gobierno que recolecta y almacena dick pics», explica Yang en el Tumblr. «El proyecto artístico está inspirado por CanTheySeeMyDick.com y la entrevista de John Oliver con Edward Snowden, en la que hablan de las políticas de vigilancia de la NSA en términos de dick pics».
«La idea es que entender la vigilancia gubernamental como una violación de la privacidad sexual personal y el consentimiento, QUE ES LO QUE ES, hace que las implicaciones políticas sean mucho más inmediatas y claras para mucha gente».
Alguien nos avisa de que el gobierno tiene nuestra polla, y nos dirige al Tumblr de Cobra Club. Ya no sé qué es real, nos dice. El juego cambia considerablemente cuando nos enteramos de que nuestras fotos están apareciendo en internet para que cualquiera (en la ficcíón, cualquiera; la idea del Tumblr es replicar el aspecto feo y funcional que imagina Yang que tienen las webs en las que el gobierno almacena datos privados de la gente) las pueda ver sin nuestro consentimiento. La dinámica alegre de enviar y recibir pollas con el consentimiento de ambas partes da un giro oscuro: enviando nuestras dick pics a un repositorio online sin que lo sepamos, Cobra Club nos habla de cómo la privacidad afecta a nuestra forma de enfrentarnos al mundo, a los demás, a la imagen que proyectamos hacia el exterior.
«El razonamiento aquí es que la vigilancia gubernamental tiene un efecto terrorífico y perturbador en nuestra capacidad para expresarnos con seguridad. Espero que Cobra Club sea interesante en ese sentido», sentencia Yang.
Al final de Cobra Club, después de una marabunta de mensajes de otros usuarios de la red social preocupados por la aparición de sus pichas en una web sin su consentimiento, los administradores nos banean sin dar muchas explicaciones. Se acabó lo que se daba: si queremos seguir jugando, tenemos que borrar todos los datos de la partida y empezar de cero con un nuevo nick. El contrato de uso que aceptamos al principio de la partida, con su enrevesado vocabulario legal y sus mil y una vueltas para decir tan poquita cosa, hace que el baneo sea totalmente legítimo. De ahí la serpiente que se muerde la cola que sirve de icono del juego y de la red social ficticia: es un símbolo de la autofelación, pero también del ciclo infinito de la opresión y la liberación sexuales que han coexistido durante las últimas décadas.
Podéis descargar Cobra Club aquí. Es gratis. El vídeo de arriba es el programa de John Oliver en el que sale la entrevista con Snowden; empieza sobre el minuto 14, pero es muy interesante y recomendable ver la media hora entera.
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Este artículo ha sido la polla.
Artículazo. Muy muy interesante. Me ha enganchado desde el principio y ahora mismo voy a probar Cobra Club.
La idea detrás de este juego es genial, y según lo que comentas con un giro de guión muy loco. Aunque lo mismo la gente lo utiliza como simulador de dick picks y ya… curioso.
Venía a dejar un comentario gracioso, pero el maldito Yang me ha dado en la boca tras leer la segunda mitad del artículo. Muy interesante.
@petete_torete
He estado a punto de incluir la broma en el mensaje, pero me he decantado por el tono más serio dados los derroteros que toma el artículo.
Pero vaya, que sí. El señor Yang me ha pasado su diminuto pene (según deja entrever en lo que cita @chiconuclear) por la cara.
Colaborar en el Patreon para que @chiconuclear pueda sacarse fotos de su chorra virtual a gusto ha sido una de las mejores inversiones de mi vida. WAHT
Un artículo de pollas.
En Anait.
Y no lo escribe pinjed.
¿Qué no está pasando?
:3
p.d: Lo de John Oliver es para quitarse el sombrero muchas veces seguidas. Si pueden repesquen los segmentos dedicados a la FIFA que son antológicos.
Me encanta que, a sabiendas que no muchos probaremos el juego, te animes a contarnos tus experiencias.
Así con muchos otros juegos, interesan nada, pero gracias a ustedes es como si lo hubiesemos jugado.
[Youtube]https://youtu.be/DvvtXy7ShR0[/youtube]
@chiconuclear sacándosela con este pedazo de artículo :bravo:
Estas leyendo el artículo con una sonrrisilla y de repente BAM giro de guión y se convierte en una película de espias. BRAVO.
Empecé a leer con curiosidad, pensando «bien @chiconuclear, me parece interesantísimo que traigáis tanto tú como @pinjed propuestas tan innovadoras y originales, y nos las déis a conocer»…
Luego llegó el plot twist del tema de la privacidad y ya es cuando joder, me quito el sombrero. Pocas formas más eficaces se me ocurren para concienciar a la peña de que el tema de la privacidad, del que muchísima gente suda, es para tomárselo en serio.
Y por esto, Anait is different.
Si jugara seguramente me decantaría por la opción 2 y mi pene ideal sería el primo de Mandingo, to negro y monstruoso.
Entrando en el debate de lo que denuncia el juego y el vídeo de John Oliver, está claro que mucha gente se hace esas fotos y vídeos y las envía, pero el «miedo» no debería estar solo en que el gobierno u otras agencias lo reciban, si no en el hecho de que incluso a quien se lo envías lo pueda compartir y publicar en un lugar público. Me he llegado a discutir con gente tras recibir en whats el típico vídeo de la muchacha «mostrándose» y tras ello calificarla yo de «poco inteligente», de hecho, vivo más feliz pensando que todas ellas son en verdad actrices porno novatas que se promocionan de esta forma, pq si son jovenzuelas normales y corrientes… lo siento por sus padres.
WAHT Otro más que empezó a leer por curiosidad morbosa y ha acabado sorprendido por el giro argumental.
Nunca pensé que podría estar contento de dar dinero para que un tío se haga fotos de la polla y escriba sobre ello. Aunque sean virtuales. Bravo @chiconuclear :bravo: Estás on fire últimamente.
Me habeis destripado la historia del juego pero cierto es que no me hubiese interesado por él si no se hubiese comentado ese apartado. Muy interesante, me encantan juegos alternativos de este tipo.
@ballan Estaba pensando eso mismo, la lástima que es el no poder descubrir ese giro por uno mismo. Pero si no supiera de ese giro, ni siquiera lo probaría. Aaaah, paradojas.
@ballan
@el_jugador_medio
Aquí era de rigor: os pongo un juego de sacarse fotos al pijo y ni uno entra a mirar de qué va, y mucho menos cómo acaba xd
Lo probé cuando vi una entrada creo que en El Píxel Ilustre, y la verdad, me lo pasé como un enano haciendo el mongolo con los tamaños, los grosores, los encuadres y los filtros. Claro que no lo ‘terminé’ y me perdí la moraleja existente.
Maravilloso. Os dejo mi mejor obra:
Joder, qué bien todo. Esta es lo que diferencia Anait de bloguetes de tres al cuarto como El Pixel Ilustre, donde le dedicaron una entrada sin profundizar ni mencionar siquiera el nombre del autor del juego, para ganar visitas y clics fáciles por el tema de las pollas.
Olé.
No se referia a que el señor Yang la tenia pequeña, ha sido un Lost in traslation… Se refería al Glande, pero claro, por eso de ser asiático…
Bravissimo
Robert Yang siempre sabe muy bien simbolizar todo el mundo queer y homosexual. En este caso es algo que no entiende de géneros y hace un analisis super inteligente sobre la privacidad, el excibicionismo y todo el germen de lo «ideal» que tenemos en nuestra mente.
Madre mía la gente qué mal está.