Es una interesantísima coincidencia que el regreso de Scott Pilgrim, esta vez en forma de serie animada, se haya producido casi a la vez que el lanzamiento de Thirsty Suitors. Porque, para empezar, ambas ficciones lidian con protagonistas obligados a enfrentar sus errores a hostia pelada y, siguiendo esa idea, las dos utilizan el humor visual y la violencia más cartoon para mantener a flote el tono exagerado y acelerado de sus historias. Pero hasta aquí es hasta donde podemos trazar paralelismos. Por suerte, lo más interesante son las diferencias entre ambas. Aunque tanto Jala como Scott se verán obligados a pegarse con un pequeño ejército de exes combativos, la metáfora que se apoya en la violencia funciona en el caso del cómic de Bryan Lee O’Malley mientras que se queda en tierra de nadie cuando jugamos al título de Outerloop Games. Mientras que la saga Scott Pilgrim usa el lenguaje del videojuego para subrayar sus propósitos, Thirsty Suitors no sabe escapar de él.
Publicados entre 2004 y 2010, los seis tomos que componen la versión comiquera de Scott Pilgrim exploran la vida de un chico de 23 años que debe pasar por un segundo proceso de maduración. Quizás este sea uno de los motivos por los que la obra de Bryan Lee O’Malley ha tenido una influencia tan clara en la cultura pop de los últimos años: porque aquí, posicionándose en contra del coming of age, se sugiere que hacernos mayores no es algo que se produce de forma espontánea en la adolescencia sino un proceso de aprendizaje continuo que tenemos que forzar y superar a lo largo de nuestra vida. Cuando conocemos a Scott está pasando por un momento de baja autoestima que le ha llevado a iniciar una relación con una chica más joven que él, a la que puede impresionar sin esfuerzo. Sin embargo, cuando conoce —literalmente— a la chica de sus sueños se verá obligado a enfrentar una serie de ideas preconcebidas y a aceptar ciertos errores de su pasado. Entre las lecciones que el protagonista aprende mientras pega puñetazos a los ex novios de Ramona se encuentran la noción de que para querer bien a alguien tienes que quererte a ti mismo, la idea de que el pasado de alguien no le define y el concepto de que hay partes de nuestro pasado con las que tenemos que reconciliarnos mientras que otras tenemos que enfrentarlas con el objetivo de dejarlas ir. Es por eso que la violencia casa tan bien con el mensaje de la historia. En un primer momento, el hecho de que Scott se pegue con las antiguas parejas de su actual novia puede parecernos algo machista y anticuado; un ejemplo de la masculinidad más cavernícola y tóxica. Desde luego Bryan Lee O’Malley juega con eso. Pero estas batallas en realidad funcionan para que Scott humanice a Ramona conociendo su pasado, para hacer que vuelva a confiar en sí mismo y para que pueda entender que una relación adulta nunca puede ser «perfecta» ni estar basada sólo en mostrar tu mejor cara. Scott se reconcilia con sus defectos —también con los de Ramona— y eso le permite mirar con mayor empatía a todos aquellos que le rodean. Precisamente por esto, los ex novios no son realmente importantes. Scott no los conoce, no tiene nada que hacer con ellos. El protagonista se pega con ideas mientras que se acerca a las personas con las que realmente quiere establecer una relación. Esto es lo que no han entendido los creadores de Thirsty Suitors.
Al inicio de Thirsty Suitors, Jala Jayaratne regresa a la casa de sus padres con el rabo entre las piernas. A pesar de que ha quemado todos los puentes con su familia y amigos en su pueblo natal, una dramática ruptura la ha dejado sin piso, sin seguridad en sí misma y sin nadie en quien confiar. A diferencia de Scott, Jala tiene más de 30 años. Sin embargo, el grueso de las lecciones que debe aprender tienen un tono bastante similar. La narrativa del juego de Outerloop Games tiene tres ramas muy diferentes, la primera, centrada en la relación entre Jala y sus padres, utiliza la cocina como una forma de representar las expectativas familiares y culturales con las que la protagonista debe reconciliarse. La segunda, la más misteriosa pero, también, la peor desarrollada, pone a Jala en oposición a un líder skater-sectario que está intentando captar a los desafectados jóvenes del pueblo. La última, y quizás la más importante, llevará a Jala a pelear contra sus antiguas parejas, desde su primer novio del colegio, hasta la mujer que verdaderamente le rompió el corazón.
La narrativa nos habla en todo momento de entendimiento mutuo; la jugabilidad, sin embargo, es evidentemente violenta
El combate en Thirsty Suitors es genuinamente bueno. Por turnos, atacamos a nuestros diferentes oponentes alternando entre tres tipos de ofensiva: el golpe básico, que podremos potenciar si clavamos el quick-time-event, las invocaciones, muy costosas pero extremadamente destructivas, y los ataques especiales, un tipo de golpe que será más poderoso si el personaje al que lo dirigimos está en el estado adecuado para ello. Y para preparar a nuestro contrincante para un ataque especial es imprescindible lanzar antes una provocación, un comentario-ataque que descolocará al personaje que tenemos enfrente haciéndolo menos agresivo y más vulnerable. Hay muchos tipos de provocaciones en Thirsty Suitors y dar con la adecuada es clave para la victoria. Si lanzamos una provocación de ira a un personaje muy tranquilo es probable que termine riéndose de nosotros, dejándonos expuestos a su contraataque. No obstante, si lanzamos, por ejemplo, una provocación impresionante a un personaje más joven que nosotros, seremos capaces de dejarlo con la boca abierta, incapaz de actuar. Pero aunque hay mucho humor en la forma en la que están escritas estas provocaciones, aquí no hay nada absurdo ni mucho menos aleatorio. Dentro del combate, las provocaciones y los ataques especiales están pensados para que tengamos que prestar un extra de atención a los diálogos. Los diferentes oponentes no dudarán en dejarnos claro por qué quieren luchar contra nosotros y qué tipo de sentimientos guardan en nuestra contra. Entender su estado de ánimo es esencial para poder derrotarlos pero, ¿es esto lo que queremos? Aunque el equipo de Outerloop Games ha dado con un sistema perfecto para que nos detengamos a escuchar a los personajes incluso cuando estamos totalmente inmersos en la acción (en la saga Persona, por ejemplo, escuchar los monólogos de los jefes puede hacerse bastante pesado), este sistema no hace sino subrayar el sinsentido de que, lo veamos cómo lo veamos, la violencia no es la solución en este caso.
Tomemos como ejemplo el segundo jefe que enfrentamos, la chica más popular del instituto, acosadora habitual de nuestra mejor amiga, con la que mantuvimos una relación secreta mientras ella estaba todavía en el armario. La historia no puede ser más trágica. Diya estaba totalmente consumida por su propia imagen: acosando a una chica a la que envidiaba por la libertad que tenía para ser ella misma. Después de que Jala la engañara, precisamente con esa misma chica, y le rompiera el corazón, Diya se decide a salir del armario a pesar de que eso produce que sus padres, ultraconservadores, terminen por echarla de casa. A pesar del contexto humorístico, Thirsty Suitors consigue que nos interesemos por esta historia, al igual que por las historias del resto de personajes. Lo que no consigue es que queramos derrotarlos, combatirlos o humillarlos. La narrativa nos habla en todo momento de entendimiento mutuo: ambos personajes se explican, Jala, por lo general, se disculpa y los dos deciden iniciar una nueva etapa de amistad. La jugabilidad, sin embargo, es evidentemente violenta; hay un personaje que gana y otro que pierde, y por el camino se lanzan un montón de ataques y provocaciones que, dado el resultado, parecen estar fuera de lugar.
Volviendo a Scott Pilgrim es fácil ver por qué en una propuesta «pegarse con los ex novios» es algo que suma mientras que en la otra resta. Scott combate con las antiguas parejas de Ramona, en primer lugar, porque es lo que se espera de él, porque es un tío, y porque hay algo mal de base en «la sociedad». Escuchar sus historias mientras vuelan los puñetazos no está pensado para que empaticemos con ellos sino para que reflexionemos sobre nuestro propio comportamiento y expectativas de cara a la chica con la que queremos estar. No queremos ser amigos de los exes y no les hemos hecho nada a ellos en particular. No es lo mismo narrativamente enfrentarte a la persona a la que engañaste en el instituto que hacerlo contra la persona a la que engañó tu pareja actual. Bryan Lee O’Maley utiliza combates literales para representar conflictos internos y disputas de pareja y recurre al lenguaje de videojuegos —más allá de porque los personajes son jóvenes— porque en los videojuegos combatir está normalizado. Y en Thirsty Suitors esto queda más claro que nunca. El juego nunca se plantea la disonancia que produce el combate porque no espera que los jugadores pensemos en ningún momento que hay algo extraño en hacer de nuevo aquello que ya hemos hecho una y otra vez. Sin embargo, en 2023, esto es mucho esperar. No es sólo que juegos como Griftlands y Signs of the Sojourner hayan demostrado que las mecánicas del combate se pueden recontextualizar para que «juguemos» a entendernos y a comunicarnos sino que Thirsty Suitors ya hace esto mismo a través de la cocina. Las mismas acciones con las que pegamos a nuestros exes son las que nos permiten entender a nuestros padres.
Como cada elemento en Thirsty Suitors la cocina se representa a través de una serie de divertidos excesos. Desde lavarnos las manos hasta cortar la verdura, todo nos lleva, vía QTE, a dar volteretas, a hacer malabares con los cuchillos o controlar peligrosas llamas. Pero también consigue que hablemos con unos padres a los que, como sabemos, hemos decepcionado. Mientras preparamos platos típicos del sudeste asiático con el objetivo de impresionarlos (aquí no queremos dejar su marcador a cero, como en los combates, sino ganar la máxima cantidad de puntos), podremos escuchar historias de su matrimonio, de nuestra infancia y de su relación con nuestra hermana mayor, con la que hemos perdido el contacto. Hacer la comida es un vehículo para el entendimiento en la narrativa (dejamos que nuestra madre nos enseñe algo que considera valioso y útil o que nuestro padre se explique a través de los sabores que le gustan) y las acciones que realizamos apoyan exactamente aquello que queremos conseguir. No hay disonancia. Y, tampoco trabajo extra porque desde el punto de vista del diseño, la cocina funciona exactamente igual que el combate, con las provocaciones pasando a ser «halagos» y los ataques especiales pasando a ser movimientos perfeccionados que nos cuestan «calor» en forma de especias. Teniendo en cuenta que Jala tiene aficiones en común con todos sus exes, desde el baloncesto con Sergio, a la música con Daya, pasando por el skate que solía practicar con Ifran, cuesta entender por qué los desarrolladores no han decidido construir desde aquí. Por qué no hacer que Jala examine sus errores en un concurso de mates con Sergio o en una jam session que permita que exprese su arrepentimiento a través de las notas en lugar de obligar a unos personajes, que intentan entenderse, a pelear.
Outerloop Games recurre al combate por defecto (un error en el que también caen otros títulos con ambiciones narrativas como Desta: The Memories Between) y eso hace que tenga mucha menos mordida. Que nos quedemos con la duda de si Jala ha conseguido enfrentar de verdad sus errores o si simplemente se ha enfrentado a sus exes. De si Jala ha conseguido madurar y crecer o si, al estar en un videojuego, nuestra protagonista, simplemente, ha subido de nivel.
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Vaya, una pena. Pintaba bien y me gusta mucho su guionista. También me vino Desta a la cabeza. Está guay que se toman estas licencias fantasiosas, pero es cierto que a veces acaba chirriando si la historia pretender ser profunda y emotiva, como parece el caso.
Nos avergonzamos bastante rápido y por motivos muy pobres del concepto de disonancia ludonarrativa, yo no sé que tan preciso puede ser pero sigue tocando varias teclas a la hora de desmenuzar un juego y textos como éste lo demuestran.
Un saludo y un abrazo a la Trivi <3
No hay suficiente oro en el mundo para pagarle a la Trivi. Que buenos son los textos de esta señora. Abrazo Marta.