Maestros del terror interactivo: El survival horror, de Lovecraft a Swery

Maestros del terror interactivo repasa la historia del videojuego de terror, desde principios de los 80, cuando «el concepto de survival horror todavía no existe como tal» y los juegos, por limitaciones técnicas y la juventud del medio, «además de tener un estilo cómico, copias las mecánicas de otros géneros, principalmente el plataformas pero también la aventura conversacional», hasta nuestros días, con Estados Unidos y Japón como «escuelas «enfrentadas»» y Europa como espacio indefinido o difícilmente definible por su «identidad cultural múltiple». 

Es un trabajo de investigación y síntesis riguroso y completo a pesar de ser consciente de sus ausencias: sabe dar con las claves para formar una imagen general del género, estimulando la curiosidad del lector y ofreciendo suficientes recursos para que aquel que lo desee explore en mayor profundidad por su cuenta el terror interactivo.

El ensayo de Carlos Ramírez es interesante porque es consciente de la dimensión comercial del videojuego, y lo explicita desde la primera página. «En términos prácticos», se lee en la introducción, «el género sirve a un simple propósito: generar unas expectativas en el público en función de un precio pagado. Es un concepto que responde a los intereses del consumidor, no del investigador». En videojuegos, trabajar sobre esta idea es esencial: es una forma de expresión estrechamente ligada al consumo, mucho más que otras, y Ramírez reconoce la responsabilidad del investigador de «observar y analizar los fenómenos que ocurren a pie de calle, los efectos de los medios de comunicación de masas, las tendencias, las direcciones en que se desplaza el lector, espectador o jugador y buscar los porqués de dichos movimientos».

El trabajo en ese sentido es notable. Maestros del terror interactivo es un buen repaso a la historia del videojuego de terror, y no solo porque sepa establecer conexiones entre el pasado y el presente del medio (entre el Zombi de 1986 y el ZombiU de 2012, ambos de Ubisoft, pero también The Evil Within y Silent Hill, por ejemplo), sino también por ser uno hecho desde los estudios culturales; uno que no tiene miedo a la interdisciplinariedad, y que lo mismo tiende puentes entre distintos juegos como entre literatura o cine y nuestro medio. Es uno que tiene en cuenta, más de lo que suelen tenerlo presente textos menos rigurosos, los planos social y cultural a la hora de buscar las raíces del terror en los videojuegos. Quizá sea este el punto clave del libro, el que lo hace interesante tanto para jugadores con hambre de un poco más como para estudiosos e investigadores que quieran tener una obra de referencia a la que recurrir en busca de claves con las que enriquecer sus propios trabajos.

Cierra Ramírez, de manera muy apropiada, con una cita de Lovecraft, uno de los autores que, junto con Stephen King y David Lynch, identifica como principales influencias del survival horror (por ser las más reconocibles en la mayoría de juegos estudiados, pero también porque «el alcance del estilo de estos tres autores no encuentra barreras ni se detiene en las fronteras de su país de origen»), en la que el maestro del horror cósmico reconoce que «solo un verdadero artista conoce la anatomía real de lo terrible o la fisiología del miedo». Dice Lovecraft que «hay algo que estos tipos captan —más allá de la vida— y que son capaces de, por un instante, hacérnoslo captar a nosotros también»; uno de los méritos de Ramírez es resumir, haber conseguido captar, treinta años de historia en algo más de doscientas páginas, y hacérnoslas captar a nosotros también. 

Maestros del terror interactivo está publicado por la Editorial Síntesis, dentro de una colección en colaboración con el Aula de Videojuegos de la Universidad de Sevilla.