Cyberpunk 2077 encuentra en el anime el medio idóneo para brillar

En ocasiones el éxito reside en lo sencillo, en recurrir a la respuesta más evidente. ¿En qué medio podía brillar más una historia repleta de acción, modificaciones corporales y situaciones distópicas? ¿Cuál podría ofrecer los momentos más trepidantes y el apartado artístico más atractivo? 

Netflix estrena hoy Edgerunners, la serie de animación de Cyberpunk 2077. Llega una semana después del parche 1.6 del juego de CD Projekt y la actualización homónima, vinculada con el contenido del anime, disponible desde el 6 de septiembre; fue un día importante para los habitantes de Night City, ya que se anunció Phantom Liberty, la primera expansión del juego. Pocas horas después del anuncio, pudimos asistir al pase para prensa de los dos primeros episodios de esta producción de Netflix.

La serie sigue los pasos de David Martínez, un joven del distrito de Santo Domingo que trata de hacerse un hueco entre los más pudientes de Night City. La cuestión de clase queda patente desde el minuto uno, dibujando un camino lleno de obstáculos que afrontar durante los diez episodios de la serie. Para los aficionados a los shonen será sencillo encontrar elementos estructurales conocidos, lugares comunes que suelen visitar este tipo de animes: un protagonista que accede al poder que hace especial su mundo (las modificaciones corporales en este caso), un anciano capaz de dotar al prota de lo que busca (una figura similar al mentor en el viaje del héroe) o un personaje femenino con un comportamiento frío y reservado que puede encajar en el tropo de tsundere.

Aunque muchos protagonistas de manganimes acceden a poderes especiales, David Martínez pertenece al grupo que lo hace de forma consciente, sabedor del riesgo que corre. No se topa con una fruta que le da poder como a Luffy en One Piece, ni le sale una criatura en la tripa como a Naruto. Se asemeja más a Midoriya de Boku no Hero Academia, ya que debe poner su cuerpo en juego para poder disponer del poder que le otorga su mentor. David también pone su salud sobre la mesa en pos de un poder diferencial. Esta tendencia a destrozar su cuerpo para alcanzar una forma superior es tan habitual que pasa desapercibida. Hasta ahora no había reparado en lo brutal que resulta ver a Eren de Shingeki no Kyojin reventarse la mano sin cesar.

Edgerunners no solo apela a los aficionados del shonen. Los jugadores de Cyberpunk 2077 encontrarán localizaciones conocidas, una jerga y un tono acorde a la atmósfera del juego y avances tecnológicos como los que presenta el juego de CD Projekt. Pero no todo son guiños y referencias. La serie es capaz de volar con entereza por su cuenta gracias a una trama algo esperable pero no por ello menos interesante y eficaz. Los elementos tecnológicos de Night City, las modificaciones corporales y su despliegue animado o las trepidantes secuencias que aderezan los primeros capítulos hacen que sea difícil apartar la vista de la pantalla gracias al trabajo de Studio Trigger, que brilla en los distintos apartados artísticos. La animación fluida en las escenas de acción encaja a la perfección en el universo de Cyberpunk, pero es el despliegue de color lo que termina de redondear la serie para ofrecer un resultado muy interesante.

Una modificación corporal puede ser interesante solo por su belleza, pero conviene que también resulte útil. Ocurre lo mismo con un anime: un formidable ejercicio artístico se queda corto si el argumento flojea. En sus dos primeros episodios, Edgerunners logra que lo visual dote también de profundidad y sentido a la trama. Los escenarios recogen la realidad de cada zona, tienen mucho que contar sin necesidad de mediar palabra. Las acciones de aquellos que cuentan con modificaciones están reflejadas de una forma espectacular, pero sin perder la verosimilitud. Todo está armado de manera que el espectador compre cada suceso. Y lo logra. 

Quienes hayan recorrido las calles de Night City se sentirán como en casa en Cyberpunk: Edgerunners. No obstante, aquellos que no hayan probado el título de CD Projekt y sientan interés por la serie pueden respirar tranquilos, las normas de su mundo se explican con claridad suficiente como para no dejar a nadie atrás. En los primeros minutos vemos cuál es el potencial destructivo de las modificaciones, cómo funcionan las comunicaciones sin necesidad de recurrir a un aparato destinado a tal fin, la importancia del dinero hasta para poner una lavadora, cómo funcionan las clases y las limitaciones derivadas de no tener dinero para estar a la última, el contraste entre la zona rica y la pobre en la ciudad… Los pocos términos específicos del juego que puedan resultar conflictivos lo son de la misma forma que aquellos de cualquier anime derivado de un manga en vez de un videojuego.

Resulta difícil igualar el éxito de Arcane (ganadora de un Emmy a mejor serie de animación, nada menos), pero la apuesta de Netflix por las adaptaciones de videojuegos es evidente. A las series de animación como Castlevania o Cyberpunk: Edgerunners hay que sumar las dos temporadas de The Witcher o la (ya cancelada) Resident Evil, no tan querida como el enfoque de Paul W. S. Anderson.

Si bien es cierto que estos dos primeros episodios dejan buen sabor de boca, la serie presenta algunas conversaciones poco estimulantes desde el punto de vista audiovisual, abusando de planos fijos sin apenas movimiento. Se trata de momentos muy puntuales, escenas que se cuentan con los dedos de una mano, pero el contraste con los momentos clave es tal que llama la atención. Sobre todo porque no es cuestión de ralentizar el ritmo narrativo, sino de ahorrar recursos. Sirva como ejemplo la escena en el coche con David Martínez y su madre, Gloria. Tras una visita a la oficina del director, nos encontramos con una escena con mucho diálogo, pero poco estimulante. No es que la conversación carezca de sazón, sin embargo, optar por un plano estático de las dos figuras desde atrás o de sus piernas sin más termina por ralentizarlo todo. Es un pequeño detalle, un problema menor respecto al resultado final.

El diseño y el papel de los personajes femeninos es algo decepcionante. Más que un error es una ausencia de acierto. La mujer con más presencia en estos dos capítulos, Lucy, parece un elemento puesto a disposición del protagonista para facilitar su progreso, levita sobre la trama mientras que el resto se mantiene en suelo firme. Puede que Lucy mejore en los episodios posteriores, pero por el momento se queda lejos de otros personajes del mismo universo —como Judy Alvarez— en cuanto a profundidad.

No obstante, por lo que se pudo escuchar en los corrillos tras el pase de prensa, los argumentos de Cyberpunk: Edgrunners fueron más que suficientes como para que todos quisieran continuar viendo el viaje de David Martínez. Los puntos fuertes de Studio Trigger capitalizaron la conversación, dado que el apartado artístico es la principal baza de este anime para llegar a la mayor audiencia posible. Veremos si otros elementos como el argumento o el desarrollo de los personajes principales están a la altura y acaban de dar forma a un producto que promete.