2023 ha sido, por diversas razones, mi mejor año. Encontré temporalmente un hogar en otra tierra, otro idioma y otra cultura buscando una tranquilidad que me hacía falta recobrar, vacié un poco la mochilita emocional que llevaba años cargada de más, y en el proceso, me reconcilié poco a poco con lo que dejaba atrás.
En marzo, después de algo más de un año apartada de la radio y la comunicación, volví a ponerme delante de un micro para hablar de videojuegos. Pasar a formar parte de El Batallón Pluto es, sin duda alguna, lo mejor que me ha pasado este año. Además de conocer a un equipo maravilloso y diverso que me acogió desde el principio y que es capaz de levantarme los ánimos hasta en la peor semana, esto me ha hecho volver al ruedo de leer, investigar, documentarme, escribir y grabar. No recordaba lo feliz que me hacía, y lo mucho que lo echaba de menos.
Además, los distintos textos que llevo años escribiendo han salido por fin de las notas de mi móvil para transformarse en líneas de diálogo de juegos, en guiones para diversos programas, en algún que otro poema, y —una que definitivamente no esperaba— en textos como este para ser leídos por más ojos que los míos y un par de amigues de confianza.
En enero publiqué mi primer juego. Este nació de una época complicada en lo personal en donde, como siempre, terminé recurriendo al arte como expresión y como escape, y aunque el resultado final no refleje todo eso —tampoco era su objetivo—, mereció la pena cada minuto que le dediqué. Echando la vista atrás, ese «escoge tu propia aventura» entre las páginas de una libreta me hace darme cuenta de que, en realidad, llevo haciendo juegos desde los 15 años. Nada de eso verá la luz jamás, pero no importa.
No será el primer año que hago juegos, pero sí el primero que consigo terminarlos, publicarlos y enseñárselos al mundo. En total han sido tres: The Dark Room, una escape room interactiva; Sempre ens quedaràn les flors, una pequeña aventura narrativa en català donde tienes que ir encontrando y recogiendo los pétalos de una rosa, y How Do I Even Win This Game? (con Darío), una carta de amor a las viejas arcade que encierra más de un misterio.
Además, este ha sido el año en el que he aprendido lo fundamentales que son los prototipos: de disfrutar del proceso de hacerlos, también de no terminarlos, y de estar orgullosa porque de todos ellos he aprendido algo.
Si me tuviera que quedar con una sola cosa, quizás la más importante de todas, sería el cambio de perspectiva que he tenido con respecto a mi filosofía como desarrolladora. Desde el principio tuve cierta reticencia que no conseguía identificar de dónde venía a considerar mis juegos como tales. Lo achacaba a un síndrome del impostor que hasta cierto punto sigo teniendo, y a que por lo que sea, lo que yo hacía no se parecía demasiado a la idea que yo tenía en la cabeza de lo que era un videojuego. Y no ha sido hasta hace unas semanas, charlando sobre estos y otros muchos temas con gente de la industria, que no terminé de entender por qué: yo entiendo mis juegos como vehículos de expresión emocional, no como productos comercializables. No estoy diciendo que todos deban ser así, simplemente son los que yo más disfruto haciendo. Me identifico tanto con estas formas alternativas de hacer videojuegos, con los juegos que no buscan ser juegos, sino más bien experiencias, que creo que nunca podré hacer un juego «al uso», al menos por mi cuenta propia, porque ni sé hacerlos, ni quiero hacerlos, de momento.
Para el año que entra me gustaría seguir explorando todo esto: las mismas ideas de las que nace la Fuck Capitalism Jam, la filosofía de Alberto Rico y de la reivindicación de lo artesano huyendo de la producción en masa, y la perspectiva anticapitalista desde la creación de videojuegos que se debatió en el Indie Dev Day de la mano de Resistencia Videolúdica. Creo, personalmente y por nuestro bien, que deberíamos apuntar colectivamente un haz de luz en esa dirección: aprender a jugar, escribir y crear escapando del capitalismo.
Aunque sepamos que es, a todos los efectos, imposible.
¿Cuáles son los mejores juegos de 2023? ¿Qué temas han dominado la actualidad durante el año? ¿Qué nos conviene repasar antes de arrancar 2024? Durante los últimos días de 2023, el equipo de AnaitGames y sus olaboradoras y colaboradores exploran los temas, juegos y noticias más relevantes del año.
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