El paso del tiempo es caprichoso. Llevamos semanas rodeados de recopilatorios de lo más escuchado del año, lo más visto, lo más jugado, pero nada más loco que contemplar los memes más virales del año y que ello te lleve a exclamar un sonoro «¡¿cómo que el timo aquel de Willy Wonka fue en 2024?!».
Además de alucinar con la experiencia aquella que tuvo lugar en Escocia, en febrero —hace una eternidad, sin exagerar ni un poquito— viví el punto álgido de mi idilio con el sector francés del videojuego. No, no es que mi francofilia se redujera después, juegos como Minami Lane o Caravan SandWitch lo demuestran, pero qué segundo mes del año más entretenido tuve gracias a Banishers: Ghost of New Eden. El action RPG de Don’t Nod ha sido uno de mis juegos favoritos del año, una aventura repleta del mejor entretenimiento jugable que puedo pedir. Además, tiene un aroma especial por la parte profesional, ya que en su día pude charlar con su director y no había tenido ocasión —aún— de realizar muchas entrevistas con desarrolladores internacionales.
Esto cambió drásticamente en mayo cuando Anait acudió a Málaga como media partner de la 1.ª edición de Guadalindie. Pudimos grabar un Podcast Reload con público, con Pep al mando, claro, pero el resto del fin de semana tuve la suerte y el honor de coordinar a un equipo fantástico. Puede que no pudiéramos estar tanto tiempo probando juegos como nos hubiera gustado, pero no paramos de hacer entrevistas, lo que nos permitió publicar tanto los textos que aparecen en esta página como algunas Pildoritas disponibles en Patreon.
Fue una experiencia inolvidable y enriquecedora poder charlar con Raúl Ibarra, Daniel Benmergui, Anisa Sanusi o Bibiki —a estos nombres hay que sumar los profesionales que fueron entrevistados por Óscar Gómez, Marta Trivi o Koldo Gutiérrez—. Es curioso, porque por aquel entonces no imaginaba lo muchísimo que me iba a gustar Arco —cuya banda sonora y diseño sonoro corre a cargo de Bibiki—, un juego esencial para entender mi año en relación a este sector; y otra oportunidad ideal para aprovechar las ventajas de volar solo en busca de entrevistas. Por mucho que sea el nuevo, hace tiempo que palabras como novato dejaron de tener sentido.
Si echo la vista atrás, no puedo evitar sonreír ante los muchísimos videojuegos que me han hecho realmente feliz durante 2024. El año empezó de lujo ya que pude regresar a mi infancia a finales de enero gracias a Tekken 8 —a quién quiero engañar, si no me pierdo uno desde Tekken 3—, pero también con el divertidísimo Lil’ Guardsman. Puede que una de mis mayores decepciones del año haya sido no publicar un artículo del juego de Hilltop Studios, como me ocurrió también con Tales of Kenzera: Zau. A veces no llegamos a todo. Por suerte la pequeña guardiana abrió el cajón del humor, uno repleto de juegazos este año: Figuras y Figuraciones —parte de la edición de enero de la Málaga Jam, como Los Hazmerreír—, Thank Goodness You’re Here o el delirio renacentista que nos ofrece Death of the Reprobate, ¡todos descacharrantes!
Toda esa risa sirve como contrapeso al inmenso pesar que llevo en el peso tras jugar Pentiment, fácilmente uno de mis juegos favoritos de siempre. A nivel profesional siempre lo recordaré, ya que me permitió formar parte del monográfico que coordinó Clara Doña por su 2.º aniversario, con un Choquejuergas especial incluido, pero a nivel personal me costará dejar de pensar en él. En este mi primer año como xboxer he tenido la suerte de disfrutar en Game Pass de algunos juegos sobresalientes, porque además del de Obsidian pude catar joyas como Toem —ya fuera del catálogo— o Neon White, otro que ha ascendido de forma meteórica a lo más alto de mi lista de esenciales.
En esa lista también está The Legend of Zelda: Tears of the Kingdom, un juego de 2023 al que le dedicamos un monográfico como celebración de su primer aniversario. Es el primer monográfico que he podido coordinar y fue una experiencia tan maravillosa como lo es siempre volver a las llanuras de Hyrule —no, no me hagáis hablar del subsuelo, es demasiado terrorífico para mí—. El único juego oscuro, bañado de un negro profundo y un rojo sangre capaz de clavarse en tu retina, que he podido jugar y disfrutar —muy importante esta parte— en 2024 ha sido Kill Knight. Se ha convertido en mi juego confort, aquel al que acudo entre partida y partida o mientras se descarga el siguiente juego. Bueno, al menos lo ha sido durante el último trimestre del año. Todo cambió hace un par de semanas cuando se publicó Marvel Rivals… pero esa historia ya la contará el Juan T. Salas de dentro de un año.
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