Los primeros minutos de Europe in 8 Bits podrían ser perfectamente escenas de una película post-apocalíptica en la que unos músicos se aferran a la basura para seguir haciendo música cuando todo se ha perdido, para seguir creando aunque ya no quede nada. Como una película post-apocalíptica de cuento de Roberto Bolaño, o una revisión de Six-String Samurai por Rodrigo Fresán. «Tanto Yago Muñiz, el montador del documental, como yo, vimos muy claro que la introducción debería despertar interés en el espectador de una manera mucho más profunda y que así supiera desde el principio que esto iba en serio», me cuenta Javier Polo, el director de la película.
En cierto momento de Europe in 8 Bits, Fela Borbone, inclasificable artista total e inventor del Mierdofón, lanza el terrible mensaje de que «la naturaleza de ahora es la basura». Se habla de política, de consumo responsable, de ecología. No es una colección de retratos pintorescos de gente que juega a hacer ruiditos con sus consolas; efectivamente, como dice Javier, esto va en serio.
«Siempre me ha atraído el componente del cyberpunk en este movimiento», explica Javier. «Se trabaja con tecnología antigua pero se obtienen resultados muy modernos; esto nos muestra cómo el futuro no tiene porque ser sofisticado y perfecto, como nos lo han pintado siempre. El futuro que a mí me interesa tiene más que ver con William Gibson y con películas como Blade Runner, Brazil, Death Machine, La Ciudad de los Niños Perdidos, Metropolis…» Los primeros minutos de la película, decía, van preparando el terreno para varios de los temas que se tratan en ella, como la obsolescencia de la tecnología o el consumo desenfrenado, con Ralp rescatando y reparando una Game Boy (resucitándola, como si sus chips fueran organismos vivos) y Fela Borbone haciendo senderismo por montañas de basura, buscando cacharros con los que dar forma a sus inventos.
Europe in 8 Bits nace con la ventaja de ser, podría decirse, pionera en el estudio del chiptune. «El documental fue un proceso de investigación sobre un movimiento que apenas ha sido retratado ni analizado; por ello pensamos que una visión externa, de gente que no forme parte del propio movimiento, nos podría dar algunas respuestas que desde dentro es a veces imposible encontrar». Aunque hay un protagonismo indudable de lo musical, también se tratan otros aspectos de la escena: «Un psiquiatra analiza el comportamiento de la mente humana y un sociólogo estudia los comportamientos de los seres humanos en grupo», me dice Polo; «ambos me parecieron muy apropiados y a la postre muy importantes para formular interpretaciones nuevas y muy interesantes. También contamos con la participación de un científico, que terminó por no formar parte de la edición final, como sucedió con más de 70 artistas que no están en la película, pero que nos han ayudado mucho a construirla».
Gracias a ellos se tocan temas muy interesantes, y que el documental no tiene miedo de tratar aun siendo relativamente incómodos para el movimiento. Un ejemplo que me resultó muy interesante es el síndrome de Peter Pan al que apunta un psiquiatra, en cierta escena de la película cuando busca motivaciones detrás del chiptune. «Nos sirvió como elemento de enfrentamiento, en primer lugar, en contra de los pertenecientes a esta subcultura que se ven por primera vez psicoanalizados», me explica Javier, «pero además nos ayudó a entender a algunos de ellos, que mantienen el factor de la nostalgia como uno de los motivos principales en pertenecer a este escena musical. Sin embargo, debo resaltar que para mí el factor nostálgico es solo uno entre los muchos elementos que hacen que este movimiento exista, como se muestra en el documental».
Quizá el mensaje más importante de la película sea subterráneo: el de la oposición al consumismo dogmático y la llamada a la acción desde el optimismo y la proactividad. Sacarse las castañas del fuego uno mismo, con gusto y por voluntad propia. «La escena 8 bit es muy sana y divertida, la gente tiene una visión muy alegre de las cosas y todos forman parte de ella sin buscar hacerse rico y sin necesitar nada a cambio», me cuenta Javier; «esta naturalidad hace que todo fluya de una manera muy especial y te sientes enseguida parte de una gran familia. Siempre nos recibieron todos los entrevistados con entusiasmo y agradecimiento al mismo tiempo, nos hicieron sentir como uno más, lo cual nunca habíamos experimentando en otras subculturas o en otras escenas musicales. A parte de esto, es importante remarcar que el hecho de que su estética o tratamiento parezca un poco más jovial y desenfadado no implica que esté vacía de contenido y de ideología, ya que existe una rebelión por su parte en contra de la tecnología moderna muy latente. Se posicionan en contra del consumismo programado y desenfrenado, pero siempre desde una visión optimista, que la verdad que se agradece en estos tiempos de depresión generalizada».
Es algo rabiosamente actual esta llamada a la acción en contra del consumo como enfermedad (según la RAE: «2. f. Pasión dañosa o alteración en lo moral o espiritual, pero también 3. f. Anormalidad dañosa en el funcionamiento de una institución, colectividad, etc.»), pero Europe in 8 Bits también parece llegar en el mejor momento por cómo trata una escena musical que está más entre nosotros que nunca, con el resurgir del chiptune gracias al juego indie y al revisionismo de los 8 bits, jugable, estético y musical, que tantos desarrolladores independientes saben aprovechar en sus juegos. «Hay un claro renacimiento en la escena 8 bit en Europa», me dice Javier. Esto se nota también en la gente, el público, los espectadores potenciales del documental. Me cuenta Javier que «el mayor cambio que he notado a lo largo de este tiempo ha sido en la gente, cuando les hemos enseñado el documental. Tanto en los que conocían este mundo como en los que no, la reacción es siempre muy positiva y de sorpresa, parece que ahora lo entienden de verdad y lo respetan mucho más. Incluso a los que forman parte del movimiento les anima a seguir, y muchos me han reconocido que han aprendido muchas cosas al ver la película».
«Nos planteamos Europe in 8 Bits como un documental musical, donde el sonido y la música fueran los auténticos protagonistas», reconoce Javier cuando le pregunto por la importancia de las visuales, esos vídeos delirantes que pinchan, mezclan y retuercen los VJs en los conciertos de chiptune. «Sinceramente, la escena 8 bit visual tendría prácticamente un documental para rellenar por sí sola», me dice, aunque aquí se toque de manera secundaria. Su presencia no es anecdótica, sino que atiende a un plan: «Buscamos darle un empaque global gráfico que nos mantuviera siempre en los 8 bits», me explica Javier.
El primer paso de Europe in 8 Bits fue especialmente rotundo: el pasado 23 de noviembre se estrenó en Holanda, en el Festival Internacional de Cine Documental de Amsterdam, uno de los más importantes del mundo. «Fue todo un éxito, y de 350 películas que se exhibían allí quedamos en el puesto número 26 según la opinión del público asistente. Tanto la productora, Lina Badenes, como yo, estamos muy contentos con cómo fue todo el festival, considerando que competíamos con proyectos como 20 Feet from Stardom, que va encaminada a ser nominada a los Oscar de este año. Desde el estreno, que fue seguido de una gran fiesta con actuaciones de algunos de los protagonistas de la película, estamos recibiendo invitaciones de festivales del cine por todo el mundo, así que parece que la película va a viajar bastante en el próximo año».
Su estreno en salas está por planificar, todavía («estamos aún en proceso de digerir todo lo que se está generando desde el estreno», reconoce Javier), pero la película ya ha conseguido otro logro importante: entrar en la lista de candidatos para ser nominados en los Goya. Es una lista con 52 documentales, y de momento nada les asegura la nominación, pero algo es algo: además, «poder estar ahí nos hace especial ilusión», me dice Javier, «porque conseguir la nominación en tu país, y en este caso en los premios más importantes del cine en España, nos encantaría. Aunque nuestro documental tiene un formato muy internacional y aparecen personajes de todas partes del mundo, los españoles son sin duda unos de los claros protagonistas y le aportan entre otras cosas humor, creatividad y valores técnicos que no muestran de la misma forma otros personajes. Hasta ahora, los pocos españoles que han tenido la oportunidad de verlo han disfrutado mucho con la película, y espero que así siga siendo y que nos den una oportunidad».
Es un documental importante. Me interesa y me gusta el chiptune, sí, pero en Europe in 8 Bits no sólo hay música y fiesta; después de verlo, me ha dejado un poso muy distinto al que esperaba. Donde podía haber caído en la celebración autocomplaciente y vacía, sabe no censurar las voces incómodas; donde podía haberse centrado más de la cuenta en las fiestas y la diversión, sabe ser altavoz de una serie de artistas que tienen algo que decir, que saben, como dice goto80 en la película, que quieren hacer cosas serias para ser tomados en serio. Europe in 8 Bits es importante porque es honesto, porque escapa del cinismo; la naturaleza de ahora es la basura, pero todavía estamos a tiempo de darle la vuelta a la tortilla: donde hay arte, hay esperanza.
[Podéis revisar la anterior entrevista que le hicimos a Javier Polo, hace algo más de un año, aquí.]
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Muy muy interesante – me lo guardo en Favoritos: leeré el final luego porque me pilláis en el curro 😉
Joder, buenísimo esto, @chiconuclear. Aplausos.
El hecho de que pese a ser un movimiento que nace de algo tan comercial y capitalista como es el videojuego, sea más común encontrártelo en los espacios liberados, las raves y los centros sociales dice mucho de la gente que hay detrás.
Espero el docu y mi camiseta como agua de mayo.
En algún fotograma salgo yo!
¡Pero que bien escribe siempre este chico!
Cuando la vimos aquí en Bcn no pude evitar pensar en que nos estabamos comiendo las polals los unos a los otros. Normal, el 90% de los asistentes salían en el docu o estaban relacionaos directamente con él.
Es un gustazo leer opiniones de gente que está «fuera» del mundillo chiptunesco. Y encima así de positivas. ^_^
¡BRAAAAVO! @chiconuclear
Por cierto, a quien le interese el mundillo este, en una pequeña comunidad de habla hispana que estamos manteniendo los cuatro coleguillas de los 1||73R||375 sacamos la semana un disco colaborativo, totalmente gratuíto e invitamos a todos a descargarlo!
http://www.culturachip.org/compos/?r=14
Muy, muy buena pinta. No sabía mucho de este mundillo (no me he parado a mirar mucho) pero tiene bastante buena pinta lo que ofrece este documental. Lo miraré con más calma, pero por lo que he leído pinta muy bien.
No dudo de lo interesante de la temática (siempre me ha atraído el chiptune y su scene desde que la descubrí) pero el artículo suena terriblemente pretencioso para lo que se retrata en ella (a fin de cuentas, no dejan de ser músicos electrónicos metidos a chatarreros). De todas maneras, le deseo toda la suerte del mundo en los Goya, puesto que se necesitan más iniciativas innovadoras como esta en nuestra industria audiovisual.
A mí eso de «movimiento artístico» me parece un error de planteamiento. El chiptune no es ni siquiera un género, sino básicamente un instrumento musical. Decir «música chiptunera» es como decir «música guitarrera». Yo lo único que veo aquí es una revalorización de los sonidos «puros» de la música electrónica, lo cual me parece muy bien, pero todo lo demás no pasa de farándula y performance. Que a quien le guste…
Que bueno, después me diréis que a vosotros mismos no os gusta tener la web con contenidos tan requetebuenos como este y no los
refritazos de prensa de turno. Naaa, coñitas con cariño aparte :p.Que alegría de veras verse cocinar cosas de esta en nuestro país. :bravo:
Excelente articulo chiconuclear, de 10!. Me alegra ver cosas tan underground pero a la vez tan entrantes como esto. Llevo tiempo tanteando y viendo este mundillo y cada vez tiene más protagonismo. Thx!!