The King of Cool. Una persona que se gana ese mote ha debido de hacer muchas cosas bien en la vida. Cuando chiconuclear me llamó para preguntarme si quería ir a Le Mans para ver las 24 horas tardé aproximadamente medio segundo en recordar la película que protagonizó allí Steve McQueen y aceptar la propuesta. La historia que quieren que escriba, se hace evidente ya desde la llegada, es la de Lucas Ordóñez. En un principio me intento resistir y buscar un enfoque diferente, hasta que en un paseo por el pit lane veo a alguien con un micrófono de Antena 3 entrevistando a Lucas y pienso, qué demonios, vamos a ello.
Lucas Ordóñez fue el ganador de la primera GT Academy, celebrada en el año 2008. El objetivo de esta competición era -es- reclutar a los mejores jugadores europeos de Gran Turismo 5 y convertirlos en pilotos profesionales. Lucas se sacó la licencia para pilotar en Reino Unido (por lo visto es donde se celebran carreras con más frecuencia) y en sólo 4 meses completó las 12 carreras requeridas para poder competir internacionalmente. En enero de 2009 disputó, como premio por haber ganado la GT Academy, las 24 Horas de Dubai junto a Johnny Herbert (ex-piloto de Fórmula 1 y 1º en las 24 Horas de Le Mans, nada menos) conduciendo un Nissan 350Z. Y en teoría ya está. Quiero decir, parémonos por un momento a pensar en el cambio: de jugar a Gran Turismo con un volante en el salón de tu casa a competir en el mismo equipo que alguien que ha conducido en la Fórmula 1. WOW. Pero Nissan quiso llevar el experimento un poco más lejos y Lucas firmó un contrato para competir en GT4. En su primer año en la categoría terminó segundo, compitiendo por la primera plaza hasta la última carrera y ganando el campeonato de equipos. Durante el año 2010 alcanzó la cuarta posición en esa misma categoría. Ahora en 2011 ha pasado a pilotar en la LMP2 (Le Mans Prototype 2) para el equipo Signatech Nissan, lo que le llevará a circuitos como Spa, Sebring o (ya lo habréis adivinado) Le Mans.
Para celebrar la participación de Lucas en las 24 horas de Le Mans, la ronda final de la tercera edición de GT Academy comienza en la ciudad gala. El que termine primero tendrá un entrenamiento similar al que tuvo en su momento el piloto español y culminará con la participación en enero de 2012 en las 24 horas de Dubai. De los cerca de 90.000 participantes online tan solo quedan los 12 campeones nacionales (el extremeño Carlos Murillo en nuestro caso). Además de las pruebas de conducción, tanto virtual como real, los aspirantes reciben instrucción física y recomendaciones para tratar con la prensa. La semana próxima, en el circuito de Silverstone y tras varios días de pruebas intensivas, sabremos el nombre del ganador.
El viernes, poco después de soltar la maleta, me llevan a un restaurante con vistas al circuito por el que circulan aficionados exhibiendo su pasión automovilística. Entre la ensalada de mariscos y el roast beef entra Lucas al local y se detiene a saludar uno por uno a los presentes. Si quiero hablar cinco minutos con él esta será la única oportunidad en todo el fin de semana, así que hay que aprovecharla. El piloto madrileño acaba de conseguir la pole position en la carrera de clasificación, «el objetivo aquí es acabar, lo primordial es terminar la carrera. Cruzamos los dedos para terminar en el podio». Se le ve confiado y ya acostumbrado a tratar con la prensa. «Ya no pienso como un jugador de la Playstation, me siento como un piloto y muy contento de estar aquí. Hemos trabajado muy duro estos tres años para lograr estos resultados», dice, mientras confiesa que últimamente apenas tiene tiempo para jugar.
Achacar el éxito de Lucas Ordóñez exclusivamente a Gran Turismo sería una temeridad. Antes de ganar la competición ya había participado en el campeonato de España de Karting y en la Fórmula Toyota. Su hermano -Víctor Ordóñez- también fue una joven promesa, que llegó a participar en el campeonato de España de GT. «Mi hermano siempre me ayuda, ojalá estuviese aquí. Me ha ayudado en cuestiones técnicas, de puesta a punto del coche, de entender cómo funciona el prototipo…»
El Gran Premio de Le Mans, que cumple ahora 79 años, es el más antiguo de carreras de resistencia y atrae anualmente a unas 250.000 personas. Los equipos están compuestos por tres pilotos (Lucas Ordóñez comparte equipo con dos franceses, Soheil Ayari y Franck Mailleux) que compiten en turnos de cuatro horas. El interés es absoluto cuando el sábado a las tres de la tarde empieza la carrera: cientos de personas se agolpan en el centro del equipo Signatech Nissan y todos sacan sus cámaras para capturar el momento. Ahora bien, este interés dura veinte minutos escasos. Después de un par de vueltas cada uno se acomoda donde puede y sólo se levantará para ver en las pantallas la magnitud de algún accidente. Yo paseo por los alrededores del circuito, donde Steve McQueen es el merchandising fundamental. En el stand de PlayStation puedes jugar a GT5 metido en una especie de cápsula con volante, pedales y tres pantallas de considerables dimensiones (dos de ellas funcionan a modo de espejos retrovisores). Pero debe haber algo radicalmente mal en este stand, pues las espectaculares azafatas en pantalones de cuero parecen poseídas, obligadas a bailar del modo más sugerente posible durante horas y horas.
El domingo a las tres de la tarde termina el Gran Premio de Le Mans. Lucas llega segundo en su categoría y noveno en la general. Un resultado especialmente positivo si tenemos en cuenta que de los 56 coches que empezaron la carrera sólo la mitad ha logrado terminar. No puedo ver la bandera de cuadros ni la recogida de trofeos porque tengo que salir antes para coger el tren. Escucho la llegada por la radio mientras estoy sentado en el cuarto de baño prefabricado que hay a disposición de la prensa. Busco la cadena para tirar pero no la encuentro por ningún lado. Es un pedal. Piso a fondo.
Estoy sentado en el aeropuerto Charles de Gaulle y tengo tres horas por delante hasta que salga el vuelo. Repaso mentalmente las últimas horas y sobresale una conversación en concreto. Cuando faltan apenas un par de horas para el final de carrera, uno de mis compañeros en el equipo de karting me cuenta, mientras esperamos una copa, que ha venido a Le Mans durante los últimos trece años y que nota una cierta decadencia. Que cada año la carrera pierde emoción. Saco la lista con los ganadores de la última década y veo que desde el año 2000 todos pilotaban un coche Audi, con la excepción de 2009 (Peugueot) y 2003 (Bentley). Grandes marcas como Mercedes, Bentley o Alfa Romeo ya no apuestan por Le Mans; en los últimos años se ha convertido prácticamente en una pugna Audi-Peugeot…¿Qué atrae entonces a tanta gente?¿Cómo mantiene su aura de mejor carrera del mundo? Decido posponer estos pensamientos y saco de la maleta el libro que me he traído para este viaje: White Noise, de Don DeLillo. En los primeros capítulos de la novela dos personajes van a visitar “LA GRANJA MÁS FOTOGRAFIADA DE AMÉRICA” y en una conversación uno de ellos afirma:
We’re not here to capture an image, we’re here to mantain one. […] They are taking pictures of taking pictures.
Yo desde luego he hecho muchas fotos este fin de semana.
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Se me han escapado una lágrima de risa y una gotita de pis de la emoción. ¡BRA-VO!
Gran artículo. La cobertura seria de Anait nunca falla.
He aplaudido tan fuerte que han saltado las alarmas de los coches cercanos.
El artículo es bueno BUENO!
Y asi es, de nuevo, como Anait demuestra porque esta tan lejos del resto de blogs de videojuegos.
Todo muy bien.
Magnífico. Me ha hecho bastante más ilusión el artículo que la cobertura del evento, que ya me interesaba per se. VRABO!
HAPLAUZOS
CUÁNTO AMOR.
I WANNA BE YOUR DOG, @renack.
Este articulo es tan bueno y esta tan bien escrito que me ha hecho ser una mejor persona.
@smart
a mí me ha hecho ser peor porque la envidia me corroe. Qué bien!
Gracias a este artículo he descubierto el amor. Gracias, @renack.
Joder, gracias a todos por tanto amor. Vayámonos a algún país exótico donde podamos vivir juntos en una maravillosa poligamia.
Desde luego, sabes como atraer la atención sobre el lector, y sacarte un relato serio pero sin aburrir con mucha pericia, da gusto leer tus post.
Un articulo fantástico, @renackman. De aquí al New Yorker. Tenemos que subirte la cláusula de rescisión.