El 4 de junio de 2008 un comercial llamado Travis Alexander fue asesinado en su casa de Mesa, Arizona. El cadáver presentaba varias puñaladas, un profundo corte en la garganta y un disparo en la cabeza. La principal sospechosa, su exnovia Jodi Arias, fue acusada de homicidio en primer grado el 9 de julio y llevada a juicio el 2 de enero de 2013. Fue declarada culpable el 8 de mayo de 2013 y su sentencia definitiva, una más que probable cadena perpetua, sigue pendiente de apelaciones y demás mecanismos jurídicos que aún hoy colean. Lo que hace especial el caso de Jodi Arias (al igual que el de Amanda Knox, la universitaria de Seattle que mató a una compañera británica durante un viaje de estudios en Italia) es el obsesivo nivel de cobertura que la prensa decidió darle y el circo mediático que se montó a su alrededor. Los vídeos de las entrevistas con el fiscal, las declaraciones frente al juez y el jurado, todo llegó a los informativos sensacionalistas y se hacían tertulias alrededor de cada detalle o novedad del caso; todo el mundo hablaba de lo mismo y todo espectador parecía tener su propia versión de lo que había sucedido. ¿Pero qué tenía de especial un caso como el de Jodi Arias como para despertar tanto interés? La teoría es que poseía todos los ingredientes de un espectacular thriller policíaco de sobremesa: una protagonista guapa, elementos de crimen pasional, una historia llena de sexo, cambios repentinos en su versión, giros de guion inesperados, acusaciones de manipulación del jurado entre la defensa y el fiscal y una gestualidad de la acusada que hacía planear sobre todo el asunto la sombra de una posible psicopatía, el jackpot del drama criminal. Pero nunca se habló del motivo más sencillo y evidente: que la policía se encargó de distribuir entre la prensa hasta el último segundo de metraje grabado del caso, más y mucho antes que en la mayoría de procesos con tanta repercusión. La idea al parecer era generar una avalancha de prejuicios y opiniones populares a partir de cada minuciosa disección de la narración de Arias, de su lenguaje corporal o de todo el contexto de la relación entre víctima y acusada, además de las opiniones del entorno de ambos y las posibles disonancias y antecedentes de inestabilidad en su vida anterior al asesinato de Travis Alexander. Querían, en esencia, que miles detectives de salón, de costa a costa, dictaran sentencia sin sacar la mano de su bol de palomitas, adaptando la realidad a sus arquetipos y tópicos narrativos preferidos. El caso Jodi Arias es lo que algunos han venido a llamar el «Jurado por YouTube» y una de las principales inspiraciones para Sam Barlow a la hora de desarrollar su nuevo juego: Her Story. Él mismo afirma que algunas de sus referencias son True Detective y El proyecto de la bruja de Blair, pero también reconoce la influencia de dos de sus anteriores juegos: la importancia del texto de Aisle y el aspecto de cinta VHS de Silent Hill: Shattered Memories. Y es que el texto y el vídeo son los dos pilares de carga de una experiencia que promete ser muy interesante. La idea tras Her Story es dar al jugador acceso completo a todo el material relacionado con el caso de la desaparición de un hombre en 1994. En este caso se trata de siete entrevistas de imagen real a su esposa británica (interpretada por la actriz y cantante londinense Viva Seifert) divididas en multitud de fragmentos de vídeo a los que podemos acceder usando un cuadro de búsqueda. Escribiendo unas palabras la base de datos nos devuelve los clips en los que se pronuncian esas palabras clave, y de este modo descubrimos nuevos fragmentos que revelan poco a poco la historia. «Si sabes usar Google, sabes jugarlo», dice Barlow. En una entrevista reciente con Polygon, el director y guionista nos plantea una especie de fusión accidental entre la realidad y la ficción cuando seguimos los sucesos de un crimen auténtico, la forma en que de manera inconsciente las imágenes de una declaración jurada real en un juicio real con una acusada real para el espectador pueden acabar cayendo en la misma categoría mental que un episodio de Perry Mason, una escena de Algunos hombres buenos o una novela de John Grisham; nos dejamos arrastrar. «Consumimos tanta ficción criminal y tanto procedimiento policial porque son historias muy inmersivas, tanto que hemos llegado a un punto en que la línea que separa lo real de lo ficticio se hace difícil de dibujar.» Con Her Story, Barlow dice que quiere tratar de combatir ese maridaje tóxico, dejarnos a solas con la sospechosa e invitarnos a explorar su versión de los acontecimientos, escuchar a una mujer desgranado la historia de su vida en siete sesiones de una intimidad brutal, atender a su testimonio y circular por sus frases comparando datos e impresiones, analizando su narración en una especie de moviola policial en alguna oscura sala de ordenadores, perfumada de aroma a café, a colonia masculina y a tinta, de una comisaría cualquiera. Devolverle, de algún modo, la palabra que los «expertos» de programa matinal y las presentadoras de la FOX le robaron a tantas otras y a tantos otros. Her Story ya ha recibido aprobación en Steam Greenlight y llegará este mismo año a PC, Mac y iOS. Ya podéis reservarlo por 4,99 dólares en su web oficial.
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Mataría por un doblaje (o al menos subtitulos) para este juego.
Y luego harían una historia policial sobre el hombre que asesino porque no doblaron un videojuego policial.
Una idea muy interesante. No obstante no creo que lo juegue porque no me atrae el tipo de jugabilidad.
Muy The Killing, que bien
Pinta interesante, siguiendo!