La crítica al habla: Battlefield Hardline

El embargo ha volado y ya están cayendo una a una, como losas, las notas de la prensa especializada a Battlefield Hardline. Es un lanzamiento algo raro, no nos engañemos: una especie de interludio policial en una franquicia bélica que en esta ocasión ni sale en otoño como ya es tradición, ni la desarrolla un estudio con solera en este género tan masificado y competitivo. Eso hace que su recepción sea de lo más interesante. Porque sí, a Visceral Games le caen merecidos ramos de rosas por la serie Dead Space, pero todo el mundo prefiere ignorar los no pocos elefantes en la habitación de su historial de desarrollos como los dos El Padrino o el segundo Army of Two. No pasa nada, todos cometemos errores, pero con la única experiencia relacionada de haberle hecho un DLC a Battlefield 3, suena algo arriesgado lo que está haciendo EA con Hardline. Aunque lo bueno del riesgo es que siempre puede acabar en éxito: quizá la campaña sea un punto fuerte de este spin-off, teniendo en cuenta la vocación narrativa de Visceral. De hecho muchas de las reseñas han preferido valorar el multijugador más a largo plazo y centrarse ahora en el single player. En todo caso, los críticos han hablado y la verdad es que el asunto parece estar aguantando el tipo, sin hachazos con números en rojo, pero también sin muchos alardes. Y tratándose de esta franquicia y del presupuesto que tiene, habrá que ver si lo consideran buenas o malas noticias. VentureBeat: «Tiene algunos defectos, y durante la experiencia tuve la sensación de que el multijugador tenía prioridad sobre la campaña principal. En las misiones para un jugador no vuelas por ahí en aviones. (…) En otras palabras, la campaña te da una idea de lo que es posible hacer en estos enormes espacios virtuales, pero solo el multijugador te invita a vivir esa fantasía. (…) En general, creo que EA y Visceral han establecido una nueva franquicia dentro de la serie Battlefield, y es una que podría seguir por muchos años.» —86 Kotaku: «La campaña es competente y oscila entre algunos momentos muy buenos y las extrañas secciones de arresto, incluso aunque las mecánicas no terminen de encajar completamente con la temática. Pero nunca llega a ser el juego de policías que quiere ser, o podría haber sido, porque fracasa al tratar de distanciarse lo suficiente de Battlefield. Es como si llevase una gorra de policía sobre un casco militar, un disfraz que solo funciona si no te fijas mucho.» —Sin nota Eurogamer.net: «El modo campaña siempre ha sido una criatura extraña en lo que concierne a Battlefield y la campaña de Hardline ciertamente no es la razón por la que la mayoría de gente comprará el juego. Aunque esto no hace menos decepcionante su carácter apático. Hay destellos de ideas que podrían haber dado para un refrescante giro en un género agotado, pero esas ideas se han quedado a medio desarrollar (…) o malheridas por la torpe IA y la naturaleza lineal del juego.» —Sin nota Polygon: «En áreas donde Battlefield siempre ha innovado y brillado, Hardline presenta experimentos en lugar de refinamientos o arreglos. El resultado es un multijugador que se nos hace familiar muy pronto. Pero su campaña, que no parece del todo segura de qué quiere ser, es más interesante y ciertamente mejor en todo que todos los Battlefield de los últimos años juntos. El resultado es al mismo tiempo más y también menos que sus predecesores.» —7 GameSpot: «La simplicidad de las mecánicas de sigilo durante la campaña y la predisposición de los enemigos a rendirse a la voz de «¡Quietos!» es cómica, a pesar de que el humor probablemente no estaba en las intenciones de Visceral. Incluso en Battlefield Hardline el multijugador sigue siendo el alma y el corazón de la serie. Hasta hace no tanto la posibilidad de eyectarnos de un caza y seguir luchando a pie era una de las cosas más alucinantes que podías hacer en un shooter online. Por eso muchos orbitaron en torno a la seria Battlefield, y en Hardline no faltan momentos similares de transición vehicular.» —7 Destructoid: «Aunque Hardline a veces tiene poco oído musical, la mayoría del tiempo es ensordecedor. Las explosiones y espectáculo no se utilizan aquí tanto para distraernos de su pobre narrativa, sino más bien para compensar un ritmo apático y una vacuidad que recuerda la programación televisiva.» —6