Lo mejor del E3 2012

El E3 de este año 2012 ha sido mucho más flojo de lo que nos habría gustado, pero por aquí somos gente optimista y nos gusta ver el lado bueno de las cosas. Hemos visto juegos buenos: no muchos, eso también es verdad, y por eso en nuestras inagotables conversaciones sobre el presente y el futuro de los videojuegos no es raro escuchar los mismos nombres una y otra vez. Ahí está The Last of Us, recordándonos que a Naughty Dog está bien tenerlos en cuenta; tenemos a Watch Dogs como la novedad inesperada de la feria, y a Assassin’s Creed III y Far Cry 3 cementando la alineación de Ubisoft para el futuro. Pero hay más, hay más; los esperados y otros que no los teníamos tan en mente. Aquí os dejamos, redactor a redactor, nuestros favoritos del E3 2012.

El primer Far Cry creó escuela y el segundo se desmarcó con un entorno algo distinto, magníficas ideas y algunas cagadas monumentales. Algunos no pudimos superar jamás el tedio de tener que eliminar el mismo control fronterizo de negros hostiles sesenta veces porque a sus desarrolladores les pareció que el respawn automático casaba muy bien con el aspecto realista del juego. Al lado contrario teníamos unos escenarios bellísimos, un mapeado gigantesco plagado de fauna que interactuaba entre sí y muchos secretos entre sus arboledas y sus depresiones en el terreno. a la tercera puede ir la vencida con una ambientación de nuevo tropical, una historia tan sencilla como inmersiva y un malote que ha ido ganando en carisma con cada nuevo vídeo. Si no patinan en decisiones absurdas, la cosa pinta fenomenal. Y si como parece hay tetas y psicotrópicos, GOTY.

Debo admitir que no soy un fan loco de Naughty Dog ni su propuesta con la trilogía Uncharted me sedujo especialmente más allá de ciertos chispazos de brillantez indiscutible. Tampoco soy un sonyer. Así que como ente neutral y bondadoso que soy en verdad os digo, hijos míos, que The Last of Us tiene mi sello de aprobación por motivos claros: desde luego el postapocalipsis no es una temática huérfana de atención en esta generación, pero sí lo es sus implicaciones morales. Y no hablo de ser un tío guay o el Satanás de los videojuegos ni de una barrita de medición de karma: hablo de narrativa, de situaciones límite y de matar a gente que quizá no sean agresores sedientos de sangre pero no te puede arriesgar a averiguarlo, de que la cosa está muy jodida y las cabezas están muy mal. Un poco lo que rascó aquel primer tráiler de I Am Alive y acabó quedando en nada. Crudeza, cierta empatía por los protagonistas en un mundo que se ha ido a tomar por saco y reminiscencias de La carretera de McCarthy, todo ello sazonado con mutantes rabiosos. Falta ver si los buenos ingredientes dan como resultado un manjar digno.

Quizá sea un poco precipitado hablar de Watch Dogs como de un futuro candidato a GOTY. Hay mil cosas que pueden torcerse en cualquier dirección y en cualquier momento, pero la primera impresión nos sobrecogió a todos. Acción y espionaje en un ambiente urbano del futuro cercano, de mundo abierto y sin locuras ciberpunk que ya hemos visto en miles de juegos. Desde luego tecnológicamente también huele que alimenta, pero creo que lo más impactante es la vida que sus desarrolladores han insuflado en los NPCs que pueblan ese universo. Todo el mundo parece tener sus propios asuntos y reaccionan con naturalidad a lo que sucede a su alrededor. Con el choque de coches en cadena hay quien sale huyendo, quien se queda inconsciente en el coche, viandantes que corren a rescatar a los posibles heridos, se quedan mirando paralizados o directamente sacan el móvil para grabar el barullo. Abrimos la puerta de un coche al azar y en su interior el copiloto trata de reanimar a su pareja inmóvil. Le sacamos del vehículo y él se niega a dejar sola a su mujer, llorando, asustado. Ubisoft se lleva la palma conmigo no solo por lo que presentó sino por cómo lo hizo: con un tráiler y un cuarto de hora de gameplay, puro y duro, sin tonterías: solo el juego, tal cual. A ver si otros toman nota.

Watch Dogs puede no solo ser un magnífico juego, sino también ser uno de los que señalen el que muchos sostenemos que será (o debería ser) el gran avance de la próxima generación, más allá de la potencia gráfica: la inteligencia artificial.

Siento una enfermiza debilidad con la saga Assassin’s Creed. Imaginaos que fui capaz incluso de disfrutar a ratos con su primera entrega (y eso que Ubisoft se empeñó en ponerlo difícil), me encantó Assassin’s Creed II y devoré gustosamente sus secuelas. El cambio de personaje y época de Assassin’s Creed III, unido a las novedades jugables que hemos podido ver en la demostración del E3 me han acabado de convencer. Quizá luego el juego sea una castaña y precisamente esas novedades sean lo que no acabe de funcionar, pero de momento Ubisoft está sabiendo vender muy bien el juego.

Hay que ver cómo nos sorprendió Ubisoft en su conferencia con este título del que no sabíamos absolutamente nada hasta ese momento. De hecho, creo que el impacto que causó Watch Dogs se debe precisamente al hecho de ser una nueva franquicia entre tanta secuela y precuela. Bueno, a eso y a que el gameplay que nos enseñaron era bastante la polla. Técnicamente sobresaliente, con una jugabilidad novedosa y un esbozo de historia que, aunque sin duda es prematuro decirlo, se antojaba madura e interesante. Si no le he dado mi oro es básicamente por un motivo: todavía no me acabo de creer que el juego vaya a verse y jugarse tan, tan bien. Qué le vamos a hacer, soy un escéptico.

Con The Last of Us iba sobre seguro. Sabía que sería de lo mejor de la conferencia de Sony y así fue. No hizo falta demasiado para convencerme, lo reconozco. Unos minutos de gameplay bien hecho, con escenarios muy detallados, de esos que dan ganas de explorar concienzudamente, sucedidos por estallidos de acción violenta y desesperada. Aquí ya no somos el carismático y gracioso Nathan Drake, capaz de llevarse por delante a cientos de piratas y mercenarios al mismo tiempo que nos cuenta un chiste. Ahora controlamos a un tipo duro pero humano. Un hombre cansado, con pinta de necesitar una oportunidad para redimirse de errores pasados y dispuesto a todo para sobrevivir, aunque eso implique aplastarle la cabeza a otros con saña. Sé que hay escépticos ahí fuera, pero The Last of Us pinta cojonudo por dentro y por fuera y Naughty Dog se ha ganado con creces que espere cada uno de sus juegos como si se tratara de un gran acontecimiento.

Dudo mucho que exista, aparte de Farruquito, alguien en este mundo con más ganas que yo de catar este nuevo Need for Speed. Supimos de su desarrollo apenas un par de días antes del E3 y lo que se nos mostró en la feria era exactamente lo que los aficionados de la saga pedíamos: entornos abiertos, persecuciones locas, destrucción a mansalva y, de fondo, lo puto Prodigy martilleándonos la cabeza al ritmo al que se desintegra nuestra carrocería mientras masacramos el enésimo coche de policía. Criterion vuelve a demostrar que está en un magnífico estado de forma y que tiene las ideas claras sobre qué rumbo debe de tomar la franquicia, potenciando elementos como el Autolog para hacernos competir entre nosotros como auténticas bestias pardas. Sí, no deja de ser un Burnout: Paradise 2 enmascarado bajo el nombre de uno de los juegos de conducción más exitosos y recordados de la anterior generación, pero joder, cómo me gusta.

Quince minutos de conferencia bastaron para que Ubisoft se llevase el E3 de calle, y Watch Dogs tuvo la culpa. La inesperada presentación final del juego nos golpeó en los morros con su espectacular ambientación, su original argumento inicial y su más que correcta puesta en escena, recordándonos a tantos buenos juegos que casi nos explota la cabeza nada más verlo. No sólo nos entró por los ojos como diez chupitos después de cenar, sino que también demostró ir muy sobrado en cuanto a interacción y mecánicas de juego. Habrá quien diga que hay que mantener la calma; que son Ubisoft, expertos en presentar grandes ideas que acaban envueltas en un halo de mediocridad. Pero, en una industria donde la originalidad brilla por su ausencia y en la que la prostitución de sagas está a la orden del día, es imposible no sentirse atraído por uno de los pocos y genuinos juegos de este siglo.

Naughty Dog tenía por delante uno de los retos más complicados de la feria: secundar con hechos las bravatas vertidas en el pasado con respecto al proyecto más ambicioso que jamás haya pasado por sus manos. Sabíamos –o suponíamos- que gráficamente iba a ser una delicia, pero lo que no podíamos imaginar es que la segunda parte de la demo presentada en este E3 nos dejaría a todos completamente turulatos. Sorprende el grado de interacción alcanzado, sin duda, pero si hay algo que destaca por encima de todo es su capacidad para dotar de credibilidad y vida a un juego en el que ésta, irónicamente, se encuentra bajo mínimos. The Last of Us es luchar por sobrevivir, es brutalidad frente a moralidad, es sentir la dependencia mutua que existe entre tú y otra persona cuando ya no te queda nada. Pero, sobre todo, The Last of Us es el intento más sólido y prometedor de mostrar que, una vez hemos adquirido la técnica, podemos dar un paso adelante y crecer hacia territorios poco explorados. A falta de ver si su ego ha extendido más cheques de los que su juego puede pagar, Naughty Dog ha demostrado tener una visión personal y única que podría traducirse en una de las experiencias más inolvidables de la historia de los videojuegos.

Todos los fans de SimCity compartimos una característica común: un gusto por la observación de acontecimientos, una especie de voyeurismo científico que nos induce a construir e interconectar para luego esperar y ver qué pasa. Maxis lo sabe, y ahora que se ha decidido a recuperar por fin su franquicia estrella, lo hace caminando sobre seguro a fuerza de renovar y extender todo lo que siempre hemos disfrutado de la saga: las posibilidades de diseño se han multiplicado y ahora las ciudades son entes reactivos, que cambian y crecen no sólo en relación a los números de población, sino a la dinámica social que le imbuyamos. Los ciudadanos vuelven a llenar las calles, responden a su entorno y muestran patrones de personalidad más trabajados. Para rematar, cuenta con un nuevo modo multijugador que nace de la posibilidad de interconectar ciudades que ya ofrecía SimCity 4 y que nos permitirá -al menos en teoría- trabajar codo con codo con otros jugadores para crear regiones donde podamos explorar nuevos conflictos y formas de simbiosis. SimCity se ve bonito a rabiar y, si todo lo que dice ofrecer es cierto, cumple de sobra con todas mis expectativas.

The Last Of Us no ofrece nada nuevo, pero sí la promesa de que lo que trae roza la excelencia en cada uno de sus aspectos. La historia se adivina potente, con un corte más serio en fondo y forma de lo habitual, y lo poco que hemos podido ver demuestra un manejo de la narrativa excelente, no sólo por lo cuidado del apartado técnico y artístico, que construyen una diégesis creíble e interesante de recorrer, sino por la fluidez con que el juego parece mezclar los eventos scriptados con las acciones que el jugador elige libremente. Es asombroso ver como nuestra acompañante nos echa una mano en los combates o como los enemigos reaccionan y se adaptan a lo que hacemos. Naughty Dog nos quiere implicados en la historia, preocupados por lo que suceda a nuestros personajes y por lo que estos hagan, quiere que recorramos ese mundo postapocalíptico champiñoniano teniendo miedo de los otros supervivientes. Quieren que seamos capaces de sentir a través de la experiencia de juego, y si me preguntáis a mí, estoy bastante seguro de que lo van a conseguir.

Está claro que Watch Dogs nos dejó a todos con la boca abierta con su vídeo de presentación, tanto, que hay más de uno y más de dos que apuestan que era un montaje. En cualquier caso nada de eso me importa a mí, porque lo que me llamó la atención del juego no fue su increíble nivel gráfico, ni siquiera la asombrosa vida que parecía tener la ciudad -acojonante la naturalidad con que se dedicaban a sus cosas los NPCs- sino la sensación de no saber qué estaba pasando hasta que ya había sucedido. Las nuevas mecánicas que propone, hackeando aparatos electrónicos, espiando a los personajes que nos rodean, la capacidad de afectar al entorno hasta el punto de poder provocar accidentes de tráficos cambiando los semáforos, me dejó absolutamente anonadado. No sólo por lo innovador y espectacular del asunto, sino por todas las variables de interacción que se dejaron adivinar y la inteligencia artificial con que el resto del mundo del juego -personajes y entorno- parecían responder a estos cambios. No sé si Watch Dogs será lo que promete, pero si cumple, vamos a flipar.

Como la chica que te caía bien y años más tarde se convierte en un pibón, Sound Shapes ha evolucionado mucho desde el E3 del año pasado. Ya os comenté que «la base sobre la que se asienta el juego es suficientemente simple y abierta como para permitir un buen montón de resultados diferentes en cuanto se juntan creatividades distintas para diseñar los niveles»; creo que tiene papeletas de ser uno de los grandes del verano, y desde luego es de lo mejorcito que jugué durante el E3. No es el plataformas más revolucionario del mundo, pero sí es uno muy bueno potenciado y refinado por el diseño visual apabullante y el impagable uso del sonido que hace, tanto en la banda sonora (fundamental aquí) como en los interesantísimos efectos de sonido que los escenarios van lanzando, fusionándose con la música. Dato interesante: también sale para PlayStation 3, y comprando una copia lo tenéis disponible tanto para la sobremesa como para Vita, con partidas guardadas compartidas y toda la pesca. Imprescindible e inmediato.

No me cabe duda de que Rocksmith era un gran juego y que aprender a tocar la guitarra con él es perfectamente posible; el paso que da BandFuse para unir instrumentos reales y la consola me parece mejor, sin embargo. Con una disposición de las notas más parecido a las tablaturas, unas posibilidades de ampliación bastante importantes (empezará con guitarra, bajo y voz, pero prometen actualizar para añadir batería y teclado) y el apoyo, económico y artístico, de guitarristas como Slash o Zakk Wylde en los tutoriales y lecciones de guitarra, BandFuse parece querer dar un paso más adelante en el género musical, ahora bastante maltrecho, y convertirse en la mejor elección para aquellos interesados por las seis cuerdas. Falta ver si la gente de Realta Entertainment consigue mecanismos jugables interesantes o caen demasiado en el cursillo de guitarra en DVD, pero en las canciones que jugué en la feria vi suficientes buenas ideas como para tener ya enero de 2013, cuando se lanza BandFuse, bien marcado en el calendario.

El resurgir de la serie Need for Speed es motivo de alegría, especialmente porque ha permitido a Criterion poner toda la carne en el asador y volver a construir una experiencia como la que ya hicieron, y muy bien, en Burnout Paradise; este reinicio de Most Wanted es un gran juego, pero me atrevo a poner la mano en el asador y decir que además será un juego gigante, uno de esos que podremos seguir jugando y descubriendo pasados muchos meses de su lanzamiento. La ciudad promete tener más rincones ocultos, tareas secretas y posibilidades de diversión que nunca; la conducción es frenética y emocionante; el nuevo Autolog sólo nos pide un puñado de contactos y una conexión a internet para comenzar a recibir un chorro de retos, pruebas y desafíos con tendencia al infinito. Es menos vistoso que Watch Dogs o The Last of Us; es menos revolucionario, también, pero juega sobre el terreno seguro de saberse uno de esos que pasarán mucho tiempo dando vueltas en el lector de la consola, y parece querer ser lo mismo que fue Paradise: un sinónimo de videojuego puro, de videojuego como deleite y reto y celebración del acto de jugar. Se hacen muchos arcades, pero muy pocos buenos; Criterion saben muy bien lo que hacen y Most Wanted quiere demostrarlo. Queremos que así sea.

Puedo acabar viendo un partido y echando un par o tres, si me dejo llevar por los amiguetes, pero no soy ni un tío de fútbol, ni uno de FIFA. Nada de eso me hace falta para aplaudir un juego inconformista, exageradamente completo y complejo, que sabe leer perfectamente el deporte que representa y, más importante, acierta cuando lo convierte en diseño. Bien, joder, por ir de lo general a lo particular, del concepto a la mecánica: este año le toca a la imprevisibilidad y de ahí salen flechas hacia los problemas a la hora de bajar el balón —ese defensa en apuros, pero también ese mal control que se convierte en buen autopase— y a una inteligencia artificial con más y mejor gusto por la anticipación. No supe ver asperezas en las físicas o los impactos, me alegró ver por fin la animación del delantero que reduce la marcha y amaga para no caer en fuera de juego. Si otros géneros o sagas hubiesen evolucionado durante esta generación del mismo modo que lo ha hecho FIFA, probablemente seríamos todos un pelín más felices.

Me fastidia muchísimo no haber podido jugar a lo próximo de Naughty Dog y, de hecho, pensé en dejarlo fuera de la lista por ello; es evidente que puede haber trampas en ese vídeo e imposible no preguntarse qué pasaría si, por ejemplo, te quedas sin balas en otro momento. Y sin embargo, elijo creer. Porque lo necesito, porque debo agarrarme a algo para que no se me lleve esta corriente de conservadurismo, ideas mediocres, temas superficiales y, en definitiva, divertimento de segunda para un público de tercera. Igual, no lo había pensado, los supervivientes de The Last of Us protagonizan una alegoría de todo eso. No estoy cómodo apoyado en poco más que intenciones, repito, pero me parecen más esperanzadoras que los hechos del resto. Para Joel y Ellie fue mi único aplauso en las conferencias, con ningún otro me apetece ser así de pasional y dejarme llevar. Sigo sin tener todas las pruebas que quisiera, pero estoy más convencido que ayer de que andan un paso por delante.

Este año, más que nunca, le he dado muchas vueltas a cada decepción y a cada alegría. Lo que he aprendido con Raiden es el motivo de mi obsesión con Platinum Games: se preocupan más por el jugador que por el juego. Ellos, mejor que nadie, representan la diferencia entre hacer un juego de acción y uno «para los amantes de los juegos de acción». No tengo muy claro cómo explicarlo, pero sí sé que la palabra clave es satisfacción; por eso quise reconocer el mérito de Kojima Productions, porque ellos señalaron el corte libre como fuente inagotable de feedback positivo. A pesar de su valor y su peso, eso es un extra. La base, sólida como cabría esperar, es un sistema de combate a medio camino entre la marca de la casa y lo que demandan el protagonista y su universo, aunque el respeto por el nombre no es, afortunadamente, un obstáculo para la espectacularidad al borde de lo absurdo.

Podría haber escrito esto antes de coger el avión hacia Los Angeles, no os voy a engañar: tenía ganas de colgarle esta medalla a Metal Gear Rising. Pero tampoco miento al decir que no habría cambiado ni una coma al volver.

Comenté en su momento que no me había convencido lo que vi en el E3 y lo atribuí a una mala elección de gameplay, pero está claro que la nueva Lara Croft, tal como dice Pep, tiene mucho más que ofrecer que un par de tetas enormes. La controversia de la escena del magreo malévolo, además, confirma una cosa: por fin el videojuego va a atajar ese asunto tan delicado y a la vez tan visceral que el cine destapó con el shockxplotation en películas como La última casa a la izquierda o La violencia del sexo. Esa impotencia de ver a una mujer bajo abuso que quedaba compensado cuando la tía, empapada en sangre y barro, decidía invertir los papeles y convertirse en un depredador vengativo. No creo que veamos a una Lara enajenada cazando a cada enemigo y torturándole sin piedad, pero desde luego sí que la veremos hacer un «click» en su cabeza, cruzar esa línea de la que se hablaba en el avance, y poner las cosas en su sitio. Si ese ojo por ojo ya era satisfactorio en el cine, imaginaos cuando formemos parte de él. Si finalmente la franquicia toma ese camino en esta precuela, me tendrán en el bote. [pinjed]

Si alguien me hubiera dicho hace unos meses que tendría muchas ganas de jugar a un Tomb Raider, no le habría creído. He mirado siempre a los juegos de Lara con bastante indiferencia y las veces que los he probado nunca han acabado de engancharme. No sé qué me pasará con este reboot, pero lo que nos enseñaron en el E3 me gustó muchísimo. Si la jugabilidad está a la altura, puede ser un bombazo. [Christian]

El primer Tomb Raider que realmente me interesa de toda la saga. Acción espectacular, supervivencia, una historia que trata de ser adulta -no sé si lo conseguirá- y una dinámica de juego que encaja justo con lo que le pido a una aventura. Ya era hora. [Guybrush]

He tenido mis más y mis menos con Lara Croft, pero siempre he tenido un cariño especial al personaje. Este E3 ha servido para confirmar las intenciones de Crystal Dinamics de llevar la franquicia hacia un terreno que con el enfoque apropiado no le queda para nada grande, el ya casi humorístico ‘hacer que la serie madure’; no las tengo todas conmigo, pero tengo esperanzas de que las cosas vayan bien y la historia de supervivencia de Lara salga bien. [chiconuclear]

Que sí, que ya lo sé: que si tiene juego cooperativo, que si enemigos humanos, que si coberturas… No me importa. Tampoco me importa que lo que nos enseñaron en el E3 se pareciese más al último Gears of War que al primer Dead Space. Estoy convencido de que Visceral Games volverá a hacer que lo pasemos mal como hizo con los dos juegos anteriores. Unas veces será por los escenarios, otras por su siempre excelente audio y en ocasiones hay que echar mano del número de enemigos. Ya pasaba en el primer juego, no es nada nuevo. Si alguien quiere dejar de llamarlo survival horror, está en su derecho. A mí las etiquetas no me importan. Si el juego hace que me lo pase bien, bienvenido sea. [Christian]

Si no me falla la memoria, no vimos Dishonored en ninguna de las conferencias grandes, pero sí vimos un tráiler espectacular con una cancioncilla inquietante que, junto a lo que nos ha contado chiconuclear, me ha bastado para añadirlo a la selecta lista de juegos que compraré el mismo día que lleguen a las tiendas. [Christian]

Pude escribir con más extensión hace poco, así que ya sabéis que Dishonored me gustó bastante, y sobre todo bastante más de lo que esperaba. Quizá sea por ecos nostálgicos (pienso en Thief, pienso en Hitman, que también vuelve pronto) pero el juego de Arkane parece retomar la filosofía de esos juegos de infiltración y asesinato silencioso y darle el lavado de cara y puesta a punto necesarios para que la experiencia sea más orgánica y abierta. Hay algo atractivo y muy placentero en la idea de poder llegar a donde queremos sin que nadie nos vea, pero la cosa es todavía mejor cuando nos dan también la opción de llegar al mismo sitio destruyendo todo a nuestro paso; la buena gestión de estas posibilidades para construir un mundo coherente y una narración interesante es justo lo que necesita Dishonored para convertirse en uno de los muy a tener en cuenta de este año. [chiconuclear]

Aunque por desgracia no pudimos ver tanto como nos hubiera gustado, pocas dudas quedan ya sobre quién va a ser de nuevo el rey del fútbol en nuestras consolas. EA Sports inicia la jugada abriendo a banda, las mejoras en el Impact Engine la ponen rasita al área y los cambios en el control y la inteligencia artificial definen con toda la clase de un 9 puro. Golazo del que siempre está ahí. [Yipee]

Acción, tiros, psicotrópicos y tetas. Siguiente pregunta. [Yipee]

Por un lado está el tema TETAS Y DROGAS Y TIROS Y TIGRES, que ya sería suficiente para frivolizar y decir que qué demonios, tiene buena pinta, pero lo cierto es que me gustó mucho el tratamiento que el juego hacía en la secuencia del delirio por champis. Me dejó con ganas conocer más a fondo que tiene que ofrecer. [Guybrush]

Mi respeto y admiración por Warren Spector no debería de sorprender a nadie, pero es mi amor por Castle of Illusion y Land of Illusion lo que hace que me plantee muy fuertemente la idea de comprarme una 3DS sólo para poder disfrutar de este juego. Sus bellísimos gráficos, llenos de color, y la originalidad de la propuesta me enamoran de tal manera que lo único que quiero es que se confirmen mis expectativas y acabe triunfando a lo grande. Crucemos los dedos. [Yipee]

La saga me parece absolutamente soporífera, pero que me aspen si este nuevo Assassin’s Creed no pinta estupendamente. El combate parece haber mejorado una barbaridad, y el parkour por escenarios naturales parece tan disfrutable como el arco. [Guybrush]

Podría estar aquí por ser la única sorpresa de la feria o por tener uno de los pocos títulos sin número o coletilla. Sin embargo, está aquí por aquel otro montón de cosas del vídeo. Si sabe sacar partido de la tecnología a nuestro alrededor —fuera de la consola— tan bien como su protagonista, la puede liar muy gorda. [Pep Sànchez]