Los mejores juegos de 2013

Se nos va 2013 pero no se va sin dejarnos huella; este año nos hemos dejado los ojos, los dedos y el corazón jugando, hemos cambiado (otra vez) de generación, hemos dado besitos al PC, hemos experimentado y nos hemos arropado al calor de lo conocido. Ha habido de todo, madre mía. Ha sido fenomenal.

Pero toca elegir los juegos del año, así que vamos al turrón. Nos hemos juntado los que escribimos habitualmente por aquí, y cada uno ha elegido tres, razonando su podio; entre todos hemos armado este artículo, como cada año, y al final del todo somos justos y, por puntos, elegimos un ganador absoluto, el que más puntos amontone. El orden de aparición determina la posición y, por tanto, los puntos: el primero, bronce y 1; el segundo, plata y 2; el tercero, el más grande, es el juego del año del redactor, y se lleva 3 bayopunttos (name not final).

Más lío de la cuenta; al final es más sencillo que todo eso. Como fuere, os animamos a comentar abajo, diciendo vuestros juegos del año o lo que queráis; dentro de muy poquito publicaremos también vuestros juegos del año, que hemos estado juntando vuestras opiniones. ¡Manos a la obra! Estos son los juegos del año…

…por Christian

El año pasado ya adelantaba que a estas alturas me estaría acordando de alguno de los juegos de 2012 que no jugué en su momento y que, de haberlo hecho, habrían estado seguramente en mi top 3. Así ha sido. Uno de los juegos con los que más me he divertido este año ha sido Far Cry 3, así que sirva esto como tardío reconocimiento y ferviente recomendación a quienes no lo hayan catado. El año que viene probablemente me acuerde de Grand Theft Auto V, Tales of Xillia o A Link Between Worlds, todavía en mi lista de pendientes. Dicho esto, vamos al lío.

El bronce se lo lleva Fire Emblem: Awakening. Decía chiconuclear en su análisis que el mérito de este juego era que poquísimas cosas estaban mal y destacaba lo bien llevada que estaba la relación entre la historia y la jugabilidad. Con esta saga Intelligents System ha sabido llevar una evolución muy acertada, manteniendo siempre la esencia principal de los primeros juegos, cambiando pocas cosas con cada entrega y puliendo y ajustando detalles. Supongo que la idea era mantener a los fans de siempre y, al mismo tiempo, ir abriendo las puertas a la llegada de nuevos jugadores. Awakening cumple esto a la perfección y consigue ofrecer una experiencia muy satisfactoria a distintos tipos de jugadores. Los segueros que todavía soñamos con un nuevo Shining Force al estilo de los de Mega Drive sentimos mucha envidia.

Seguimos con la plata, que es para el reboot de Tomb Raider, un juego que ha logrado que me interesase por primera vez en una saga a la que había ignorado durante años. Tomando nota de lo que había funcionado en Uncharted, Crystal Dynamics nos ofreció una aventura más cinemática, un nuevo sistema de control y decidió hacer borrón y cuenta nueva con la historia, ofreciéndonos por primera vez a una Lara Croft joven, sin experiencia y vulnerable que se enfrenta a unas condiciones muy hostiles y aprende, en cuestión de media hora, a ser una eficiente máquina de matar. Tomb Raider cuenta además con algunos toques de sandbox, diversos retos y muchas posibilidades de mejora para el personaje principal y sus armas, detalles que no aportan demasiado pero tampoco restan.

…por pinjed

Como cada año uno empieza este texto con las justificaciones oportunas: que si no he jugado a todo lo que me gustaría, que si todavía tengo juegos gordos pendientes, que si tengo una vida y una familia, que si de vacaciones en Bamako un imán de me amputó las dos manos por follarme a su hermana… Es un tópico, pero es cierto que se hace difícil abarcar todo lo que nos ofrece la industria ahora que se ha desdoblado entre niños-rata plagando los ‘triple A’ y hipsters de foulard y pipa idolatrando indies. Va a ser difícil no ser injusto con alguno, pero a veces un redactor tiene que hacer lo que un redactor tiene que hacer. Veamos:

Había muchas ganas de ver a qué se atrevía Naughty Dog con una historia seria y dramática entre manos sin un truhán de chiste fácil soltando punchlines hasta en los aprietos más peligrosos, y lo cierto es que el resultado fue colosal. The Last of Us no revoluciona nada ni es el Ciudadano Kane de nada (quizá el 28 días, demostrando que con zombies o infectados también puede hacerse algo tenso e incómodo), pero sí da una vuelta de tuerca magistral al género del survival horror a base de aplicar bien el sigilo, de motivar la exploración y la gestión de recursos de forma intuitiva y de mantenernos pegados a la historia con un personaje bastante alejado del héroe tradicional: un tío noble pero desconfiado, un tío endurecido por los palos de la vida, que se queja y se equivoca, un tío con el que todos nos podemos identificar, un tío con barba.

Los first person walkers suenan a broma del día de los Santos Inocentes pero ya son una realidad palpable y un verdadero soplo de aire fresco conceptual para derribar prejuicios y convenciones tontitas de cómo debe ser un videojuego. El mero placer desentrelazar una historia y descubrir detalles y matices que luego en nuestra cabeza se ensamblan para crear la sinopsis detallada de lo que ha sucedido, es en el fondo la misma satisfacción que dan los puzzles: ver las piezas encajar. Gone Home no solo hacía esto a las mil maravillas, sino que además lo hacía con un relato emocional sin entrar en ñoñerías, una historia de personas a través del estímulo que nos hace humanos: la curiosidad. Nos lleva por derroteros inhóspitos, nos angustia con su soledad, el crepitar de una tele sin señal que alguien dejó encendida, la lluvia y los truenos al entrar en una zona nueva, los secretos de una familia y de una casa, y al final nos da una palmada cariñosa y nos llama capullos con ese tono amistoso que solo de alguien con quien has cogido confianza podrías incluso agradecer.

…por Yipee

Dice @pinjed, cual Sandro Rey videojuerguista -con el mismo pelazo, de hecho-, que uno empieza este texto siempre justificando las ausencias en la lista por no haber tenido tiempo o dinero para poder incluirlas. Ese es mi caso: me duele en el alma no haber podido jugar a The Last of Us, Super Mario 3D World o Gone Home. Por el lado contrario, también me duele en el alma —pun intended— haber podido jugar a Beyond, así que una cosa compensa a la otra. En un año en el que, en mi opinión, los juegos descargables e indies han terminado por equipararse en términos de calidad a las grandes producciones de la industria, superándolos ocasionalmente incluso, también ha habido hueco para alguna que otra elección evidente. Como diría mi adorado General Tani… ¡Al turrón!

Haberlo jugado hace tan solo dos semanas, con las desventajas que la inmediatez conlleva, no disminuye en ningún momento el valor de lo logrado por Lucas Pope. Y es que conseguir que un juego en el que tu papel es ejercer de funcionario de aduanas sea divertido, retante y a la vez consiga removerte mínimamente las entrañas con un poco de crítica social no está al alcance de cualquiera. Papers, Please es una oda al minimalismo estético, a la complejidad jugable —la cantidad de mecanismos a aprender, variables a tener en cuenta y la dificultad que supone el tiempo limitado lo convierten en un auténtico infierno—, al travestismo y a los locos graciosos cotidianos ( <3 Jorji <3 ). Un juego desagradable, enrevesado y que te tendrá enganchado durante días. Igualito que la burocracia.

Ser posiblemente el único que meta lo último de Media Molecule en su ranking es algo que me apena profundamente, porque si dentro de la industria más generalista de los videojuegos hay un juego que haya intentado ser original, atrevido y consecuente con la consola a la que representaba este ha sido, sin lugar a dudas, Tearaway. Poco tengo que decir de él que no haya dicho ya antes, la verdad. Me queda el consuelo de que los pocos que le hemos podido dar una oportunidad, y espero que muchos más en próximas fechas, hemos quedado inevitablemente atrapados en uno de los apartados gráficos más bonitos que hayamos visto y en una de las aventuras más personales jamás vividas, que no es poco.

…por Liberance

Si esta ha sido la generación del desgaste entre los lanzamientos comerciales y del auge de los independientes, no podría haber concluido con un año que resumiese esa dinámica mejor. Los tres juegos que más he disfrutado en 2013 han sido proyectos pequeños, rupturistas, valientes, y lo que es más, en su mayoría obra de autores que han renunciado al sistema con el claro objetivo de hacer progresar al medio. La principal excepción entre los juegos de estudio fue el reboot de Tomb Raider de Crystal Dynamics, el cual seguramente habría entrado en mi lista de haber contado con un solo espacio más. En un mitad de un panorama donde el conformismo es protagonista, fue el único AAA capaz de mirar lo que su género había descubierto en los últimos cuatro años para hacerlo suyo y revitalizar un icono dominado por la monotonía.

Aunque decía que los indies son quienes han dictado el camino a seguir de un tiempo a esta parte. Lejos de chapotear en el abecé del diseño interactivo, descubriendo obviedades como que hay que superar fórmulas probadas, son ellos quienes han dado auténticas lecciones sobre cómo no ya emplear nuevas mecánicas, sino utilizarlas en relación a una temática argumental. Gone Home, por ejemplo, podría llevar a equívoco si se analiza como un juego contemplativo basado meramente en el environmental storytelling. Sin embargo, hace algo más: crea un contraste fundamental entre su género literal, una aventura de terror, y su mensaje narrativo, lo absurdo del miedo a lo desconocido. Hacer juegos como este conlleva un riesgo y Dear Esther sentó un mal precedente, pero Gone Home llegó para arreglar aquel traspiés y demostrar que la correlación entre narración y mensaje también funciona en el medio interactivo.

Papers, Please se suma a esta tendencia, aunque alejándose definitivamente del tanteo de las aguas para zambullirse en ellas de lleno. La suya es una propuesta única, una idea impensable, un juego brillante que seguramente no se volverá a repetir. Supone una lección de autoría a nivel visual, mecánico y técnico. Es un juego que se rebela contra la idea del conformismo y convierte esta reivindicación en su eje central: las impredecibles aventuras de un agente de aduanas trabajando en las fronteras de la antigua Unión Soviética. Con esta disparatada premisa y un acertado anacronismo gráfico, Papers, Please demuestra que un juego puede ser divertido, innovador, comprometido, profundo y accesible todo al mismo tiempo, sin importar el número de dólares invertidos en su desarrollo o el volumen de su equipo de producción.

…por Pep Sànchez

Aunque la nueva generación no ha podido o no ha querido demostrar nada, sí quisiera darle las gracias por animar un poquito el panorama: el E3 ha vuelto a ser emocionante, a su manera, ha subido la intensidad de los debates y hemos rescatado esas sensaciones, ya era hora, de cuando pasan cosas y se preparan cambios. Han sido meses de decisiones incomprensibles, de abusos ingratos y de muchos mini-puntos para los más agoreros, pero también de pequeñas revoluciones en las que merece la pena confiar.

A la hora de hacer el balance importante, el de los juegos, PS4 y Xbox One son irrelevantes. De etapas que se cierran, de despedidas gloriosas, de recetas tradicionales y de gente valiente ha ido el 2013.

Empieza a ser preocupante, por cómo están las cosas ahí fuera y porque ya no hay excusa que valga, la total desconexión entre los videojuegos y la sociedad; aquí solo importa la fracción más cínica, hipócrita y deprimente de la palabra social. Entonces llega Papers, Please, con sus pixelotes de cemento, sale de la pantalla para zarandearte con fuerza y empieza a gritar en un idioma imposible. Solo puedes suponer que te ha dicho justo lo que querías escuchar: «¿Por qué coño nadie quiere seguir siendo importante cuando se apaga el ordenador?

Nos apuntamos el nombre de Lucas Pope —junto al de Jorji Costava— por cómo ha logrado colar un juego sobre el trabajo más aburrido del mundo, los problemas familiares y las tensiones geopolíticas en artículos sobre narrativa y decisiones morales. Le seguiremos muy de cerca; si un tío que estampa sellos puede cambiar el mundo, qué no hará él.

…por chiconuclear

He jugado muchísimo en 2013. He jugado a los experimentos mínimos del LA Game Space, he jugado a independientes con valores de producción de triple A y he jugado a superproducciones que me han vuelto loco. Apenas he soltado la 3DS, he toqueteado el GamePad de Wii U todo lo que he podido, el Plus me ha reconciliado con PlayStation 3, me he puesto al día con Xbox 360 y he interiorizado, al fin, que nunca voy a jugar a todo lo que tengo en la biblioteca de Steam, y aun así sigo engordándola. He acabado el año regalándome una Vita, por si no fuera poco. (Estoy dándole buena caña, también.)

De 2013 me voy habiendo jugado mucho, y muy bien. No soy agorero; ni comparto el desencanto de algunos ni tengo motivos para no esperar un montón de cosas buenas de los próximos años: de las consolas viejas, de las que acaban de nacer y de las que todos dan por muertas. Otros años lo he tenido más claro, pero con 2013 sé que voy a ser injusto dejándome un montón de juegos sensacionales y con los que he disfrutado mucho. No pasa nada. Vamos al grano.

Pocos creadores hay más excesivos que Hideki Kamiya, y tampoco más claros. Todos sabemos lo que le gusta al diseñador de Platinum Games, y él sabe que lo sabemos. Sus juegos van dirigidos a un tipo de público muy específico, el mismo que hizo que Bayonetta fuera el mejor fracaso de toda la generación anterior, y la tozudez con que sigue en sus trece con The Wonderful 101 no se ve todos los días; algunos ceden por el bien de las ventas, otros rebajan con agua sus señas de identidad para hacerlas más digeribles: Kamiya, más autor que la mayoría de los que hacen juegos de autor, decidió enfilar el camino de acentuar al máximo los rasgos que hacen que amemos sus juegos, más allá de género y plataforma. Amor por las mecánicas, una infinidad de ideas llevadas hasta sus últimas consecuencias, una opulencia innecesaria, un derroche de juego que te puede tirar al suelo si no te lo esperas, como una ola. Como un tsunami. The Wonderful 101 es un lujo. No hay muchos como él.

Me da la sensación de que se hablará más de GTA V cuando pase un tiempo, cuando el hartazgo de estar en todos lados haga que el juego repose y lo podamos ver con la distancia adecuada. Lo que hace el último sandbox de Rockstar no lo saben hacer muchos, la verdad; es un juego de historias, más allá de la aventura frenopática de Michael, Trevor y Franklin. Importa tanto lo que Rockstar ha querido que hagan como lo que nos ocurra a nosotros a través de su piel, o a través de la de nuestro avatar personal en GTA Online. Esto no es casualidad ni tiene poco mérito: la precisión con la que han montado Los Santos, lo bien que llevan al límite la tecnología para potenciar (sin cantarlo ni querer dar lecciones: es un juego con una confianza en sí mismo brutal) lo emergente, lo personal, es impresionante. GTA V no reproduce el mundo real sólo poniendo casas y árboles en sitios más o menos coherentes, sino que también simula el potencial y lo imprevisible de dar un paseo sin rumbo: es un iba a volver pronto pero liaron rotundo como una coz en la boca, un juego en lo que puede ocurrir de todo cuando menos te lo esperas, en el sitio más inesperado.

Grand Theft Auto V, mejor juego de 2013 en AnaitGames. Rockstar, ¿por qué nos tatuatis?.

Por puntos, el ranking final es así:

1.— GTA V
2.— The Last of Us
3.— Papers, Please
4.— Gone Home, The Stanley Parable, The Wonderful 101, Super Mario 3D World
5.— Tearaway, Tomb Raider
6.— Fire Emblem: Awakening