¿Cómo puede llegar a funcionar un juego que junte a Super Mario con los Rabbids? Supongo que en un mundo en el que Kratos, TheGrefg y Goku se lían a tiros en Fortnite, lo de Nintendo y Ubisoft puede llegar a sorprender menos, pero la realidad es que en 2017 nos pilló a todos por sorpresa. Aunque ni muchísimo menos sentaba precedente en esto de las colaboraciones (con irnos a Kingdom Hearts ya podríamos cumplir el cupo), no está de más remontarnos cinco años atrás durante un momento para mencionar esa época poco después del lanzamiento de Switch abría las puertas a un sinfín de oportunidades y, desde luego, esta no estaba en nuestros radares.
En mayo de aquel año, con el E3 a la vuelta de la esquina y una consola híbrida recién sacada a la venta era fácil crear multitud de escenarios en los que nos llevábamos del sofá a la cama muchos de los juegos de nuestra vida y otros cuantos con los que solo podíamos soñar. Justo en ese momento, Kotaku era de las primeras en adelantarnos un proyecto en el que Ubisoft (con sus Rabbids) se aliaba con Nintendo (y Super Mario, poca cosa) para crear un juego del que no se sabía prácticamente nada entonces. Es fácil pasarse de cínicos desde el futurista 2022, pero lo cierto es que la mayoría fuimos partícipes, de forma más o menos abierta, del revuelo que se generó por lo aparentemente absurdo de la propuesta, sumado a unos Rabbids que no destacaban precisamente por la calidad de sus títulos.
«Si tuviera 3 años me emocionaría… pero no tengo 3 años. ¿Por qué? Los Rabbids son los que mataron a Rayman en su momento», comentaba entonces un usuario en Twitter. «Es hora de arruinar a Mario como arruinaron a Rayman con estos Rabbids», se podía leer. «¿Quién, realmente, pensó que esto era una buena idea o necesario en absoluto?», se preguntaban otros.
Echando la vista atrás, parece claro que se han disipado todos los miedos que planteaba la colaboración y es fácil restarle importancia, pero pecaríamos de descarados al obviar lo problemático de los crossovers. Por muy asumido que tengamos estas mezclas en el cine con las películas de Marvel, no hay que olvidar que, probablemente hasta Infinity War, costaba encontrar buenos resultados por la cuestionable homogeneidad que proyectaban entre todas las franquicias.
Aunque, en mi opinión, son más factores los que entran en juego al aplicar esto a los videojuegos, toca precisamente hablar sobre cómo Ubisoft convenció a todos (también a Nintendo) de que esta cooperación era una buena idea. En una entrevista poco antes del lanzamiento de Kingdom Battle, la primera entrega, Xavier Manzanares (productor del juego) le contaba a USgamer que la idea tenía que ser lo más sorprendente posible para ganarse la confianza de los japoneses. Su principal argumento era que el juego sería «superaccesible, pero lo suficientemente profundo como para que fuera interesante para el Sr. Miyamoto y su diseñador», algo que, os sonará, casa perfectamente con la esencia de Super Mario y servía para ir sentando unas bases propicias para la confluencia de las franquicias, pero con la libertad que ofrece la colaboración para romper las reglas de lo que se puede hacer con Mario y compañía.
Sorprende lo extrañamente natural que resulta, gracias al crossover y a su integración, que de pronto Luigi sea un excelente francotirador, Peach una generosa support y unos conejos disfrazados de Mario y toda su tropa unos grandes compañeros de batallas tácticas.
Parece que los ingredientes en lo jugable, con esta sólida base accesible y exhaustiva a partes iguales que se expande aún más con una secuela menos encorsetada, son un buen comienzo para que la mezcla entre franquicias pueda funcionar pero, ¿qué pasa con todo lo demás? ¿Acaso tiene sentido meter en el mismo mundo ambas sagas? ¡Pues claro que lo tiene! ¿Desde cuándo Mario ha tenido problema en pasar del plataforma o montarse en un kart, darse de guantazos, echarse un golf o convertirse en el protagonista de un rpg? Todo es mucho más sencillo, claro, cuando partimos desde cero como lo hicieron estos spin-offs en su momento, un punto de salida del que también se beneficiaba Mario + Rabbids desde Kingdom Battle.
Si bien en un primer momento pueda parecer que el tono tampoco es tan similar, lo moderadamente infantil y ocasionalmente gamberro de ambas partes hace que no queden tan lejos en cuanto a su forma de contarnos sus historias. La pregunta más complicada a primera vista tal vez sea, entonces, partiendo de un Mario abierto al crossover, cómo es posible que acepte a unos Rabbids que, más allá de lo paródicos que sonaran los tweets de antes, marcaron un notable bajón en una franquicia tan emblemática como Rayman. Su personalidad caótica, ordinaria y chillona podía echar para atrás cualquier proyecto que no fuera un party game, pero la realidad es que ahora se han ido esforzando para ser mucho más que eso.
Davide Soliani, el director creativo del juego que se hizo viral durante el E3 de 2017 al emocionarse con la aparición de Miyamoto en la conferencia de Ubisoft, hablaba hace un mesecito con IGN en base a este mismo tema, al destacar precisamente un paso al frente de los Rabbids desde la salida de Kingdom Battle. «Todo lo que estamos haciendo es parte de un proceso de evolución que nos llevará a otro lugar y creo que, como equipo, nos encanta experimentar», comentaba el desarrollador, antes de mencionar el enorme salto de las mascotas de Ubi. A pesar de que los inicios de esta franquicia dejaban a estos entrañables personajillos como «algo bonito y una agradable sorpresa», pronto se dieron cuenta de que su identidad chillona podía terminar molestando. Para este Sparks of Hope lo tenían claro: «Una de las reglas que nos impusimos como equipo fue: «vale, nunca, nunca deben gritar, ni una sola vez más»», revelaba Soliani.
En honor a la verdad, por tanto, es importante dejar claro que si esta mezcla funciona, de hecho, es porque los Rabbids hacen la enorme concesión de mitigar gran parte de su esencia ruidosa y molesta, con una fusión que resulta en un tono que para nada se divide a partes iguales entre las dos franquicias (¿70/30 a favor de Mario, puestos a concretar?), pero con una pequeña proporción para la saga de Ubisoft que resulta imprescindible para que el juego tenga su propia personalidad. La base de los emblemáticos personajes de Nintendo sirven aquí para sentar una base difícil de superar, pero que también necesitan de los Rabbids para hacer fluir a un Super Mario armado con unas pistolas duales; tal vez por eso, entonces, tenga más intención de lo que parece este «+» entre Mario y los Rabbids, por ser más una suma propiamente dicha que una mezcla entendida como tal.
Todos estos ingredientes están ya en la batidora para empezar a remover y que salga un Mario + Rabbids que funcione. Se le han dado unas cuantas vueltas a esta palabra a lo largo del texto y todos los factores son importantes pero, hablando de funcionar, ¿qué hay mejor que un buen producto? ¡Premio! Tanto Sparks of Hope como Kingdom Battle ya se han erigido como dos buenos juegos, accesibles, divertidos y elegantemente afinados. A partir de aquí, por supuesto, se entienden las sospechas, el miedos y la desconfianza, pero nada justifica más un crossover de este calibre que unos juegos lo suficientemente buenos como para no hacerse demasiadas preguntas.
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Funciona porque los Rabbids son los Minions de los videojocs. Para bien y para mal.
Yo creo que funciona porque son buenos juegos, y que seguramente funcionarían con casi cualquier personaje que lo protagonizasen.
Rayman Raving Rabbids 1 y 2 son dos auténticas maravillas. Indiscutibles.
Del nuevo no puedo hablar, pero el viejo que funciona por hablar a su público en unos términos reconocibles. Pringues, zancadillas, esconderse agazapada o agazapado, etc. Incluso el arma de Mario es el Megabuster, algo que podías hacer de peque ocultando el brazo en la manga de tu abrigo. Incluso en el primero, los escenario de combate casi parecen dos grupos de enanos quedando después de la merienda para darse (con pelotas).
Como dices Óscar, Mario ha sido siempre muy versátil, y; en especial de la era Wii e adelante, algo asociado a la gente más pequeña de la casa.
Los rabbids, pese a ser los minions hipsters, también tuvieron su época de ser como «»»el Mario»»» de Ubisoft. En el sentido de embutirlos en tantas propiedades (hasta una serie de cortos animados) como fuese posible. Sin tocar tantos palos, pero asociados al mismo público en todos sus productos derivados (kinect, partyjuego, juegos de ritmo, plataformas, etc.). Algo fácil de decir ahora echando la vista atrás, pero no en el mometo de anunciarse. Cuando todos los asociabamos a su pauperrimo humor de slapstick e incansables gritos. Quitarlos hizo mucho en el primer juego. No eran una masa gritona. Los disfraces les daban personalidad (especialmente a Rabbid Peach). Pasaon de masa a personajes con un carácter infantil. Creo que por eso funcionó el crossover.