El verano pasado Leonard Richardson y Joe Hills llevaron a cabo lo que vino a llamarse la Minecraft Geologic Survey, una recopilación de datos de Minecraft que llegó a archivar información de hasta 170.000 mundos de jugadores de todo el planeta. La idea era crear una suerte de almacén histórico con algunos de los trabajos que han llevado a cabo miles de personas en sus propios mundos digitales, algo a medio camino entre la historiografía virtual, el proyecto de arte conceptual y un hobby que requiere una dedicación casi sobrehumana. Y es que la cosecha no fue fácil. Hills y Richardson tuvieron que concentrarse mucho en decidir exactamente qué tipo de datos eran importantes y debían almacenarse. «El muestreo fundamental es semialeatorio, cogiendo pedazos de cada uno de esos mundos de Minecraft, aproximadamente un 1% del tamaño del mapa original, organizados de forma que el acceso programático sea más fácil», explican. «El muestreo final está ponderado para favorecer los pedazos más «interesantes»; aquellos que contienen spawners, signos u otras entidades.» Hasta aquí podría hablarse de una simple base de datos con el ánimo de mentener cierta memoria, pero la cosa fue un poco más allá todavía con la creación de The Reef, una suerte de colección de mosaicos jugables formado por todas esas muestras de mapas recogidas a lo ancho de la red. Cientos de mundos formados por otros miles de mundos, formando un catálogo demencial de una geografía que nunca existió. Y si esto os suena místico, esperad a leer la descripción al proyecto que hacen sus creadores:
Hubo una vez gente que creaba mundos por diversión. Otros miles de mundos, quizá millones. Esculturas del tamaño de lunas. Mundos llenos de misterios por explorar, trampas que superar, riquezas por desenterrar. Para ellos solo era un juego. Cuando un crafter quería una casa en las montañas, creaba montañas y construía una casa en la cima. Así funcionaba en los viejos tiempos. Los Worldcrafters han desaparecido, claro. Desvanecidos en su propia leyenda. Hemos pulverizado este mundo y no hablamos con nadie. Pero yo sé que existieron, porque he encontrado lo que dejaron atrás.El trabajo de estos dos locos es tan riguroso y exigente que ha llegado a oídos del departamento de innovación de la Biblioteca Pública de Nueva York, un laboratorio experimental en el estudio de los datos y de la forma en que organizamos, seleccionamos, reutilizamos e interactuamos con la información. Trabajan a diario gestionando datos, relacionándose con libreros y curadores para desarrollar herramientas y aplicaciones alrededor de los servicios y contenidos que ofrece su biblioteca. Y lo demuestran con la economía de un twit que, básicamente, clava la idea:
Lo más loco de la Minecraft Geological Survey es que se trata de un estudio sobre cómo estudiar, y quizá recordar, lo que hacemos hoy.
Solo los usuarios registrados pueden comentar - Inicia sesión con tu perfil.
Supongo que si vicio a Minecraft pero no me entero de estas cosas es porque aun tengo salvación.
Si fuera sociólogo yo desde luego estaría estudiando esto.