Arquitectura arriesgada

Fue a través de su hardware como empezamos a conocer PlayStation 5, de la mano de uno de sus responsables, Mark Cerny. Fue precisamente Cerny el que, en los cincuenta minutos de la presentación The Road to PS5, presentó no solo las mejoras en componentes sino algunas de sus repercusiones, e incluso formas concretas en que los usos óptimos de la nueva arquitectura del sistema se traducirían en mejoras tangibles y cuantificables. Fue una presentación (grabada sin público y ofrecida en diferido en marzo de este año, pocos días después de que en España comenzara el confinamiento; ¡menudo 2020!) que se recibió con desigual entusiasmo pero que sigue siendo muy interesante, más incluso ahora que ya tenemos la consola a nuestro alcance.

El vídeo de Cerny ayuda a poner en contexto los componentes, que aun así anticipan una generación prometedora, con espacio para crecer en muchas direcciones. La CPU Zen 2 de ocho núcleos y la GPU RDNA 2 son, en frío, mejoras considerables respecto a lo que ofrecía PlayStation 4, pero además tienen particularidades específicas (como las frecuencias variables) que sin duda serán aprovechadas a fondo por los estudios internos de Sony, y seguramente también por los que trabajan estrechamente con la compañía o incluso por otros que todavía no podemos ni anticipar. Las 16GB de RAM GDDR6 mejoran también ampliamente las 8 de GDDR5 de PS4.

Es, en fin, el tipo de máquina que puede usarse para mostrar las bondades de Unreal Engine 5, y aunque es posible que no lleguemos a jugar a algo como aquella demo en el futuro próximo sí queda claro que la colección de tecnologías de la consola está pensada para hacer más comunes, como se espera de esta generación, algunas cosas hasta ahora reservadas para los ordenadores de gama alta, desde los tiempos de carga reducidos a la mínima expresión hasta el ray tracing o los framerates altos a resoluciones también altas. Son las necesidades de los estudios que el propio Cerny visita como parte de su trabajo las que han definido en última instancia qué componentes y qué usos específicos eran los más apropiados para PS5, así que hay motivos para interpretar con optimismo la tabla de especificaciones.

Pero también ha ayudado a definir estos componentes y su funcionamiento la preocupación por lograr que la refrigeración de la máquina sea óptima, un punto a tener en cuenta después de siete intensos años llenando de ruido blanco de ventiladores a todo trapo los salones y las pistas de audio de streamers de medio planeta. Quiere, necesita, ser una consola más silenciosa, y se ve en el diseño de su carcasa, que busca disipar calor de manera más eficiente; el resultado es una máquina muy grande, enorme, llena de recovecos por los que ventilar y de curvas hasta el punto de necesitar una peana para sostenerse en posición horizontal. En vertical, quizá la posición natural de la consola, la necesita para no tapar una de las salidas de aire; como fuere, cuesta no llevar los ojos a ella, por inusual y escandalosa.

(Pero, ¿suena? Buenas noticias: suena muy poco. El leve sonido que emite apenas se percibe, y es tan bajo que acaba rápidamente enterrado bajo el de la televisión o, de haberlo, el mando DualSense.)

Fue y será polémico el SSD de 825GB, una cantidad menor que el más estándar 1TB y que se ve aún más mermado cuando le restas el espacio reservado para el sistema. Los juegos de lanzamiento ya anticipan dolores de cabeza gestionando el almacenamiento; Black Ops Cold War, el nuevo Call of Duty, necesita 133GB, y NBA 2K21 también está por encima de los 100GB, y seguro que son dos títulos bastante populares estas próximas semanas. Sin ir mucho más allá de algunos de los juegos de lanzamiento y de unos pocos retrocompatibles, yo ya he visto el infame mensaje que anima a eliminar contenido para instalar cosas. Por el momento no es posible ejecutar ni almacenar juegos de PS5 en un disco duro externo, aunque Sony está explorando la posibilidad de incluir esta opción en un futuro. Teniendo acceso estable a internet, sin embargo, apenas merece la pena el trajín de discos duros, porque las descargas van a una velocidad francamente impresionante, otra mejora respecto a PS4.

Es una estrechez que parece impropia de una consola por lo demás tan exuberante, tan prometedora y que anima a pensar tanto en las vastas posibilidades de su hardware, bien escogido y bien diseñado para ofrecer un gran rendimiento. Como ocurre siempre con las consolas (hardware cerrado y muy específico que nunca termina de llevarse hasta el límite, y que solo unos pocos estudios pueden permitirse estudiar y exprimir a fondo, alcanzando techos que año tras año se rompen de maneras imposibles), PS5 es una apuesta de futuro tanto para quienes hacen los juegos como para quienes los juegan; la combinación de una máquina como esta y el historial de grandes superproducciones que nos han llegado con la firma PlayStation durante la generación anterior ayuda a aliviar un poco el peso de la apuesta, aunque de momento el software solo sea un pequeño anticipo de lo que puede hacer.  

PLAYSTATION 5:
LA REVIEW

1. El hardware
2. La experiencia de usuario
3. El mando
4. La retrocompatibilidad
5. El veredicto