Microsoft presume de juegos de lanzamiento en la Suite Xbox One

Parecían muy preocupados en Microsoft por dejar claro a los asistentes a su Suite Xbox One (una suite, efectivamente, en un estupendo hotel del centro de Madrid en la que habían montado un buen puñado de puestos en los que probar varios de los juegos de lanzamiento de la consola; más adelante os hablo de los que pudimos jugar) que van a por los servicios, a por el entretenimiento, a por la televisión, sí, pero sobre todo apuestan por los juegos. Que los timings no fueron los más apropiados, dicen; que con el E3 tan cerca de la presentación oficial no podían pisarse a sí mismos hablando más de la cuenta de los juegos, que mejor quitarse de en medio lo nuevo lo antes posible y dejar paso a los protagonistas de verdad, a todo eso que vimos en Los Angeles, pero también a las rectificaciones, a los cambios de última hora y a los dramas aparentemente inevitables en un lanzamiento de este calibre.

Me faltaban por comprobar un par de cosas: que Ryse no era tan dramático como los vídeos parecían dejar ver y que Killer Instinct tenía potencial. Y sí, Ryse es mejor de lo que se pinta a sí mismo y Killer Instinct puede ser algo muy bueno. También pude tener la consola en mis manos; nada especialmente reseñable aquí, aparte de un peso ligeramente inferior al que esperaba y una temperatura que hace pensar en que quizá esta vez nos libremos de los mil y un problemas de refrigeración que sufrió la anterior Xbox: después de llevar todo el día enchufadas, en mi turno las consolas se mantenían más frías de lo que me esperaba, con los ventiladores y rejillas trabajando a todo trapo para echar los malos humos de ahí.

Quizá pienso un poco con la polla de los videojuegos (ese órgano invisible que nos hace pensar con poca claridad cuando un tráiler nos calienta, o que nos deja atontados cuando vemos una edición especial en una tienda), pero creo que Xbox One está más preparada para arrancar la generación. No sé cómo será la cosa de aquí a un par de años (cuando veamos hasta dónde llega lo de la nube, cuando veamos en qué se quedan las exclusivas y en qué forma están los catálogos de una y otra, y cuando los desarrolladores vayan exprimiendo lo que pueden dar de sí), pero de momento me atrae mucho más lo que ofrece la consola de Microsoft. Y sí, lo sé: la competencia tiene varias cartas en la manga que van a tener un peso espectacular (Naughty Dog, te miro a ti), pero me imagino mis primeras semanas con una consola nueva jugando a indies y versiones peores de juegos de PC y se me cae el alma al suelo.

Poco se puede decir que no se haya dicho ya, a estas alturas, sobre Xbox One; si acaso, que el mando me sigue pareciendo extraordinario, aunque le falta la sorpresa de la novedad (da más alegría usar el de PlayStation 4, quizá por comparación con el anterior), o que por primera vez no podremos saber nada realmente definitivo hasta que no pasen varias semanas desde su lanzamiento: cuando esté en marcha y funcionando todo el sistema de conexiones entre usuarios, el contenido compartido, cuando comprobemos qué tal se porta el nuevo Xbox Live y de qué manera nos afectan todos los extras (Kinect, Skype, el entretenimiento) a los que sólo queremos jugar, y ni una cosa más. Soy optimista. Y si vosotros también queréis serlo, echadle un ojo a cómo arrancó la anterior Xbox. Yo todavía tengo la caja metalizada de Perfect Dark Zero siempre a la vista, para saber en qué piedras tropezamos aquella vez.

Ryse: Son of Rome

Aunque la campaña para un jugador sigue sin dar señales de vida, el modo Gladiador que probé me gustó más de lo que habría esperado. Es básicamente un modo horda con objetivos variables en cada ronda y distintos poderes de los dioses de los que podemos aprovecharnos para salir victoriosos. El combate, que es lo que más me preocupaba, no es automático como tantas veces se dijo: es más parecido a una versión ligeramente más compleja de Assassin’s Creed. Dos botones nos sirven para atacar y empujar, y otros dos para bloquear y rodar; combinando lo ofensivo y lo defensivo siguiendo los timings que nos marcan hay que ir deshaciéndose de los bárbaros que nos quieren dejar maltrechos. Hay alguna variable (enemigos que se cubren, otros de cuyos ataques no nos podemos proteger) y alguna cosa curiosa como el medidor que nos dice qué tal se lo está pasando el público del Coliseo, y los QTE con los que hacen las ejecuciones han dado un giro bastante inteligente: en lugar de ponernos el botón gigante en la cara, un brillo de distintos colores nos indica si tenemos que pulsar X o Y (en el caso de la demo, bastante limitada; al parecer sólo había un 10% de las ejecuciones del juego final). Es probable que en un año haya perdido todo el interés que pueda tener ahora, al principio de la generación, pero, a falta de ver el resto del contenido que ofrece, estas partidas han reanimado bastante la curiosidad que me despertaba el juego.

Dead Rising 3

He visto Dead Rising 3 dos veces en las últimas semanas, y mi reacción ha sido la misma: la masacre indiscriminada de zombies con las mil y una herramientas que tenemos a nuestro alcance es siempre bienvenida, especialmente cuando el sentido del humor prima de una manera tan clara, y quizá podamos ignorar que todo lo que en algún momento significó Dead Rising (el límite de tiempo, la gestión de recursos y distancias para optimizar el rescate de los supervivientes) ya no tenga demasiado sentido a cambio de un mapa mucho más grande y ambicioso, pero sigo temiendo porque sea el desorden el zombie que le coma los sesos a este tercer Dead Rising. La demo no era especialmente iluminadora en lo relativo a la estructura de las misiones o la historia, pero sabía hacernos cómplices de su disparate poniéndonos delante un catálogo de máquinas de matar estupendo. También me sirvió para aprender que un fusil de asalto más una guitarra acústica es igual a un rifle de tres cañones.

Forza Motorsport 5

De Forza 5 dije nada más verlo que era «el primer juego realmente next-gen», y poco más pude hacer con la demo que nos enseñaron en la Suite Xbox One: era la misma que la del E3, y aunque no me abrió mucho más los ojos sí me sirvió para volver a comprobar que lo próximo de Turn 10 apunta muy alto, y no sólo por lo técnico sino también por ciertos conceptos, como Drivatar (esa inteligencia artificial que va aprendiendo de los usos y costumbres de los jugadores para crear fantasmas que se parezcan a la manera real de jugar de tus contactos), que deberían ser uno de los motores principales de la siguiente generación.

Killer Instinct

De los que he probado, el juego exclusivo de las dos plataformas next-gen que más me ha convencido es este reinicio de Killer Instinct de Double Helix Games. Parece que la supervisión de Ken Lobb está sirviendo de algo: el combocentrismo de los originales de Rare sigue presente, y con el mando en la mano la sensación que da es la de ser lo de antes pero con gráficos mucho mejores. Esto es bastante decir, teniendo en cuenta que los originales no son especialmente caminos de rosas. Aquí, claro, está todo el asunto del free to play, los personajes que se van a ir añadiendo por tramos y demás. También estaría bien que fueran confirmando a Fulgore para la primera tanda de luchadores.