No es casualidad que en los dos últimos años chiconuclear y un servidor hayamos escrito sendos artículos breves sobre ajedrez. Concretamente sobre dos secuelas del ajedrez auténtico: Chess 2 y Chesser. El primero incorporaba una capa de RPG al juego, aplicando algunas habilidades extra a ciertas piezas e incluía un sistema de apuestas de aire medieval; el segundo, reducía el espacio, coloreaba el ambiente y añadía animaciones divertidas a una especie de versión «fútbol sala» del ajedrez clásico que hacía aumentar el ritmo y la acción. Y digo que no es casualidad porque a los dos nos fascina la idea de que alguien se atreva a coger un juego de 1.800 años de antigüedad (si contamos desde el shatranj indio originario; el ajedrez como se conoce hoy en día solo tiene algo más de 500 años) y modificarlo a su antojo para desatar otras dinámicas distintas.
El ajedrez es de esas cosas inamovibles a las que los creyentes en la supuesta superioridad de lo clásico se aferran con el máximo respeto, como las pipas de fumar o los relojes de bolsillo, y el hecho de que en los últimos años haya gente que juguetea con sus límites de formas elaboradas y estudiadas es un fenómeno que no solo tiene que ver con las facilidades de la tecnología sino con también con una circunstancia sociológica que se deriva de esos avances: los adultos jugamos ahora más que nunca y, por tanto, no solo tenemos más interés en los juegos (en el sentido más amplio de la palabra: jamás en la historia ha habido más gente que ahora jugando a videojuegos, juegos de cartas digitales o analógicos y juegos de mesa; y eso sin tener en cuenta el deporte) y en integrarlos como parte de nuestra cultura y nuestras relaciones, sino que también nos satisface más su estudio pormenorizado y su modificación. El homo ludens que acuñaba el historiador y antropólogo holandés Johan Huizinga en 1938 tiene ahora más sentido que nunca.
Así que vamos a seguir con la tradición de hablar al menos una vez al año de ajedrez, y lo hacemos con un juego que llega hoy mismo a iOS. Really Bad Chess tiene un título afectado y casi culpable que parece salido de la boca de un gran maestro ruso del ajedrez, como si el nacionalista ruso Sergey Karjakin, el último campeón de la FIDE World Cup, echase un vistazo al juego y con su inglés macarrónico y de cerradísimo acento eslavo solo le alcanzase para decir «this is really bad chess» cuando en su cabeza el pensamiento es «pero menuda puta mierda».
Realmente el juego del neoyorkino Zach Gage —conocido por juegazos para móviles de la talla de Ridiculous Fishing, SpellTower, Halcyon, Bit Pilot o Unify— está pensado para ofender a los ajedrecistas profesionales de piel más fina gracias a unos cambios en el reglamento que son lo suficientemente contenidos como para seguir manteniendo la identidad del ancestral juego pero lo bastante disparatados como para destrozarle la vida al Grandmaster más distinguido. La idea es mantener las mismas piezas del ajedrez sin alterar sus patrones de movimiento, pero convirtiendo en aleatoria la cantidad y la posición de cada pieza dentro de las primeras dos filas de la matriz. Puede que en una partida te toquen tres reyes, un peón, seis caballos, cuatro alfiles y dos reinas. Y lo más interesante es que al oponente le cae otra combinación totalmente arbitraria.
Otros juegos han aplicado subversiones a su criterio en las reglas del ajedrez moderno, pero la mayoría han pecado de quedarse muy cortas o de pasarse de largo y destruir cualquier conexión con el ajedrez. El Chesh de Damian Sommer, por ejemplo, salió hace un año y además de envolvernos en un apartado visual cercano al vaporwave, randomizaba las reglas hasta el delirio e incluía cerca de quinientas piezas de ajedrez distintas diseñadas por treinta artistas, dando como fruto una experiencia que estaba más relacionada con los efectos de un psicotrópico que con el ajedrez. Really Bad Chess, en cambio, logra situarse en el punto intermedio ideal para no perder su parentesco con el juego en el que se basa y al mismo tiempo apuñalar en la jodida nuca a cualquiera que esté muy versado en su práctica.
El resultado es una chifladura sin ningún sentido en la que no solamente es del todo imposible aplicar las tácticas y estrategias tradicionales del ajedrez, sino que también es inútil diseñar nuevos ataques o defensas adaptadas al nuevo sistema, porque el sistema sufre mutaciones con cada nueva partida. Really Bad Chess es un juego entretenido para aquellos que conocemos superficialmente las reglas del ajedrez y nos hemos bastado con eso para jugar nuestras partidas a base de improvisar en cada turno y recibir unas palizas de muerte en el tablero. Pero el juego se vuelve más interesante en la manera en que actúa en el cerebro del conocedor más o menos profundo del ajedrez, al que obliga desde el primer momento a tirar por la ventana cualquier atisbo de metodología o maniobra predeterminada desde la mismísima apertura.
Cualquier conocimiento o comprensión del juego muere antes de nacer la primera de las partidas, y de Really Bad Chess acaba brotando la paradoja de que, en el flagrante desequilibrio que define sus reglas se terminan equilibrando las habilidades. Y quizá esa se su gran virtud: no importa lo bueno que seas en el ajedrez porque en Really Bad Chess todos somos unos inútiles.
Really Bad Chess está disponible gratuitamente desde hoy en iOS.
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Habrá que darle una probada. It’s free!
Conozco un par de jugadores profesionales amigos (o por lo menos que juegan en torneos. Lo de «profesional» no sé cómo va) que admiten cansarse del «rigidismo» del ajedrez tradicional. Se quejan de que, a su nivel, el juego se basa más en aplicar trozos de partidas de otras personas que en idear estrategias propias.
Por eso, de vez en cuando dicen que hacen algo muy similar a lo de Really Bad Chess para desahogarse: randomizan la posición inicial de cada pieza (bien sea tirándolas sobre el tablero y barriéndolas sobre las dos filas o dejando que su rival las ponga como le de la gana).
Les voy a contar lo de este juego, que si no lo conocen ya les va a hacer ilusión.
A ver, en el cole donde teníamos varios tableros y juegos de piezas, hacíamos esto, el problema es que en casa se suele tener un solo juego de ajedrez xD en cualquier caso estoy segurísimo que lo de randomizar totalmente las piezas es totalmente injusto para uno de los dos jugadores jajaj
PD: https://youtu.be/RMJ4FTiOfpY
@yayo
Los juegos competitivos completamente simétricos son muy escasos, escasísimos.
Como gran aficionado al ajedrez me encanta la idea. A ver si sale para Android o PC.
Último campeón mundial -> campeón de 2015.
Creo que yo hablaba de la FIDE World Cup y tú de la World Championship, tienes razón. Me he documentado FATAL.
¿Cómo puedes hacer peor algo absolutamente pésimo? Tienes que ser un jodido genio para ello y con una mentalidad extremadamente perversa, aún más que los jefazos de FIFA.
Habría que hacer algo que superase al Wild Cup Soccer, que en gran medida ha sido ya superado por la realidad en muchísimos momentos.
Por un momento os imaginaba todos en una tetería con toques parisinos, en pleno centro de la cuidad, con trajes de seda y anteojos clásicos.
¿Alguna forma de aprender ajedrez para alguien muy cazurro? Gano a mi pareja al sokoban, es lo único que se jugar mínimamente bien, pero siempre con programitas.
¿Qué tal el Go?
Coincido bastante con @yayo en que yo no le termino de ver la gracia a jugar con un reparto aleatorio de piezas. Me hubiera parecido más interesante que, al menos, las combinaciones de los dos jugadores tuvieran que ver entre sí (no necesariamente las mismas, sino una pensada para que ambos rivales puedan ganar).
@timofonic Al final todos estos juegos de tablero también necesitan de entrenamiento para poder jugarlos bien. Por familiares y amigos sé que para el ajedrez muchos usan la web de https://chess24.com/ Creo que se puede juegar online con otra gente y hacer problemas.
El Go tiene su gracia: con unas reglas bastante sencillas, las partidas se pueden llegar a complicar muchísimo. Es un juego conocido por la explosión en el número de jugadas posibles, lo que complica bastante estudiar las mejores jugadas. Hace poco el AlphaGo de Google ganó a Lee Sedol (uno de los mejores jugadores de Go) en un torneo a 5 partidas.