Ciertos juegos son atemporales: da lo mismo hablar de ellos el día de su salida que diez años más tarde, porque siempre son actualidad. Es el caso de 50 Cent: Blood on the Sand, juego extrañamente olvidado pero que en su tiempo estuvo en boca de todos en la redacción de AnaitGames. No siempre el tipo más duro del planeta protagoniza una historia de violencia, traición y amistad tan potente y bien orquestada con esta. Es por ello que hoy rescatamos del olvido este impresionante shooter a lo Gears of War que nos pone en la piel de Fifty; si el rap fuera un país, Fiddy sería su primer ministro, su presidente, su rey y su Dios al mismo tiempo, y por ello creemos conveniente, más vale tarde que nunca, honrar de la manera que nos sea posible el hecho de que Su Majestad dignifique un poco nuestra industria con su presencia.
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Cuidado, este texto está hambriento, no tiene miedo a nada y contiene SPOILERS. Si quieres llegar tan virgen a tu primer encuentro con Curtis J. Jackson III como lo hizo tu madre no leas lo siguiente y corre a comprar el juego. O a robarlo a punta de pistola.
50 Cent quiere su puta calavera. No su calavera, la que tiene todos los agujeros de bala, porque ésa aún está unida por un cuello de toro de lidia al resto de su cuerpo. La que él persigue es una reliquia de leyenda, un cráneo humano erizado de joyas que le sisan de mala manera al principio del juego. El artefacto le pertenece como pago por un concierto que acaba de dar ante una sala llena hasta la bandera en un país de Oriente Medio asolado por la guerra. No está muy claro cuál es el plan de negocio del dueño de ese local, porque dos segundos después de su actuación Fitfy ya está en su despacho reclamando los diez millones de dólares que le habían sido prometidos. El señor de la boîte no los tiene. Fiddy se cabrea. Gunz come out.
Si hay una palabra que defina a 50 Cent como persona e intérprete, es «ídolo». Si hay otra palabra, es «businessman». Así que sosiega los caballos desbocados de su ira y acepta recibir la susodicha calavera como pago, mientras que el otro señor acepta no recibir disparos en la sien, cara, pecho y abdomen. Ese objeto de incalculable valor, por cierto, está guardado en la enana caja fuerte del local. Nuestra primera intención es sospechar de su autenticidad, pero, ¿qué mayor autoridad del bling bling que Curtis «50 Cent» Jackson? Él parece dar el visto bueno. Toni Yayo, que viene con DJ Whoo Kid y Lloyd Banks a hacernos compañía, acaba con nuestras dudas: «DAMN, look at all this ice, man», dice con la voz tomada por la emoción. El hurto se produce justo después, cuando Fifty y esos miembros escogidos de la G-Unit se disponen a conducir hasta el aeropuerto en su Humvee. Un ejército de tamaño mediano los ataca y aprovechando la confusión, el humo, los tiros de ambos bandos —y los muertos del bando que se enfrenta a Fifty—, una misteriosa mujer de reflejos y movimientos felinos se hace con la calavera. La frenética carrera detrás de la hebilla de cinturón definitiva constituye Blood on the Sand.
Es una suerte que nuestro héroe dé los conciertos (y quizá duerma) con el atuendo que otra gente usaría para invadir China. Luce ropa militar, chaleco de kevlar y sus dos pistolas cromadas, de forma que cuando acaba la emboscada instantáneamente nos levantamos, echamos a correr detrás de la calavera y no paramos hasta los títulos de crédito. Este juego es fresco y sin complejos como un prometedor rapero de South Jamaina, Queens con ganas de comerse el mundo, y no pierde tiempo con mission briefings, cinemáticas a mitad de fase, escenas interactivas y demás plagas. Apenas hay diálogos. Es fácil imaginar la máxima de los diseñadores durante el desarrollo del juego: «simplifica, tío».
No hay una sola idea novedosa, ni un elemento extraño ni un concepto propio en toda la pandillera extensión de este juego. Lo cual está muy bien, porque Blood on the Sand nace con vocación de subproducto, desarrollado por un equipo segundón sobre una licencia absurda, una especie de tormenta perfecta del videojuego infumable. Huyendo de los riesgos como Pinjed de un Pantene Pro-V o Radical Ed de una opinión informada, prescindiendo de todo —literalmente todo— lo accesorio y fusilando Army of Two sin ningún tipo de vergüenza, Swordfish Studios ha logrado cumplir los plazos y sacar a la calle un videojuego que no es tan malo como para provocar el vómito. Impresionante, ¿no?
De hecho, Blood on the Sand es un juegazo. Para empezar es sorprendentemente sólido. Sólido como los trapecios de Fifty o su inalterable flow. Tanto como para plagiar descaradamente el 80% de Army of Two y hacerlo mejor. Yo mismo me quejé amargamente de algunos problemas jugables en el análisis del juego de EA Montreal, y aunque no pude deshacerme de una poderosa sensación de déjà vu no encontré ninguno de ellos en el de THQ. Fifty y su compañero —porque BotS es una experiencia cooperativa— se mueven con soltura, no confunden las coberturas y aprovechan un diseño de niveles poco inspirado pero diseñado de forma competente. Incluso el calibrado de los joysticks es mejor, y todo el que haya probado un Gears of War se aclimata al control instantáneamente, porque es casi el mismo.
Ya he dicho que éste es un juego eminentemente cooperativo. Uno de nuestros homies, a escoger entre Whoo Kid, Banks y Yayo, nos acompaña durante todo el juego manejado por un amigo, que lo será mucho más tras pasarse Blood on the Sand contigo, o de la máquina, que hace un trabajo más que decente y deja a Army of Two a la altura del betún por enésima vez. Algunos obstáculos requieren que nuestros dos héroes se echen una mano para levantar portones o escalar muros. También crean ambiente, ofrecen apoyo moral y suplen su trágica falta de protagonismo —en los vídeos sólo aparecen en dos ocasiones— con floridos diálogos en la línea de «Fuck that shit, Fiddy» o «Kill that motherfucker!» No recuerdo exactamente si esas son dos citas textuales, pero podrían serlo y eso ya dice mucho.
Para recuperar su posesión más preciada, estas dos máquinas dispensadoras de muerte recorren bloques de edificios desiertos, almacenes, centros comerciales abandonados, teatros en llamas y otros packs de texturas reciclados de otros juegos ambientados en Irak o Afganistán. Lo hacen siempre a la carrera y sin apenas distracciones; los escenarios son lineales, porque Blood on the Sand es un juego que debe ser jugado en Fácil. No es un reto, pero a cambio disfrutamos de la experiencia bulletproof que debe ser la vida de 50 Cent. Si las versiones virtuales de gente normal suelen aguantar tres o cuatro disparos antes de morir, la de un hombre que recibió nueve[citation needed] y sigue vivo y coleando debería resistir el impacto de un obús bastante grande. Además, el bajo nivel de dificultad nos permite prescindir de las coberturas y completar a pecho descubierto toda la campaña.
Matar a los enemigos a bocajarro, emplear los omnipresentes barriles explosivos y, en general, despachar a los malos de formas espectaculares nos da puntos que se traducen en medallas —¡más bling bling!— a final de fase que a su vez desbloquean extras para los fans histéricos como un servidor. También es nuestro deber recoger millones de dólares desparramados por el escenario en los rincones más insospechados. El efecto de las moneditas cayendo y volando cada vez que pateas una de las cajas que las contienen es tan satisfactorio que pronto te encuentras ignorando el fuego cruzado para llegar al botín y reírte straight to the bank. Porque ya sabes: get rich or die tryin‘.
La pasta se puede canjear por nuevas armas, movimientos de 1 VS 1, canciones e insultos. ¿Había dicho ya que puedes comprar paquetes de insultos? Los mascullas —es 50 Cent, al fin y al cabo— pulsando el stick izquierdo, y si no recuerdo mal los Estatutos de la web esto añade 5 puntos a la nota, que de todas formas ya debe de andar por el 14. Los movimientos de combate cuerpo a cuerpo son perfectamente barriobajeros: Fifty no domina la forma de la grulla ni la Campana de Oro, pero en cuestión de patadas a la columna y navajazos en el intestino es medalla de oro, plata y bronce en el Campeonato del Mundo1. En muchos juegos la contundencia de estos combos no es tan satisfactoria como un par de disparos de rifle de asalto; en Blood on the Sand sabes que quedan muertísimos, el doble de muertos que el cadáver medio. En una de las fases finales manejas un helicóptero de asalto que es casi un arma de destrucción masiva en sí mismo y aún así lamentas no poder desmontar los tanques a tollinas.
1. Diplomas no, porque no puedes fundirlos para hacer anillos.
Ya ves que aunque la mecánica jugable sea sencilla no es minimalista. Además de todo esto, los asesinatos con estilo rellenan una barra hasta que se habilita el GANGSTA TIME, que es como el tiempo bala de toda la vida pero conduce un Escalade y vive con su madre en una caravana. Aún por encima —hay tantos elementos secundarios que durante medio juego me olvidé de que se podía ralentizar el tiempo— el juego recompensa las matanzas con disparos explosivos para tus pistolas. También puedes comprar dos Desert Eagles y combinarlo con eso para extinguir especies enteras2. A pesar de su temible capacidad militar Fif no está reconocido como un país unipersonal, así que no está sujeto a sanciones de la ONU. Hay una clase de enemigo que sólo puede ser despachado con misiles, y son los jefes de fin de fase. Eso es así porque todos ellos se presentan en helicóptero. Tiene su lógica: quieres estar rodeado de algo blindado y fuera del alcance de su faca.
2. En este caso concreto: fools.
No todo es violencia y codicia. Además de la inquebrantable lealtad que se profesan Fifty y sus tres colegas3 encontramos a tres o cuatro aliados dispuestos a poner su granito de arena en nuestra justa cruzada. El charlatán que nos mete en el lío nos acompaña por radio durante todo el juego —bajo amenaza de muerte— y actúa como guía de este territorio hostil. Sus consejos meten a Fiddy en quince millones de emboscadas, pero se le perdona por su desopilante cobardía: es como Scooby Doo si Shaggy fuera negro e invulnerable. Él nos conduce hasta nuestro segundo aliado, el dueño de un club de striptease que insiste en llamar a Fifty «Mr. Cent» y nos da un consejo clave: no confíes en nadie.
3. Un poco después de la salida de Blood on the Sand la lealtad de DJ Whoo Kid se quebró, y ahora se odian.
A partir de ese momento Mr. Cent confía en todo el mundo. Puede que un efecto secundario de ser antibalas sea la completa desaparición de cualquier instinto de supervivencia, porque lo cierto es que es traicionado como una decena de veces en cuatro horas. Tampoco es que sea una mala estrategia. En cierto punto del juego una PMC americana nos echa una mano con un objetivo para después traicionarnos, así que los matamos a todos —jefe en helicóptero incluido— y ya está, ni siquiera tenemos que pagarle los servicios. Al acabar la campaña no tenía demasiado claro quién había quedado como mi aliado o como mi enemigo muerto, porque la mayoría de los diálogos se producen por radio y me era difícil distinguir las voces de los locales4.
4. ¿Es eso racista? Espero que no.
No dejes que su apariencia te engañe. Tras sus rocosos pectorales 50 Cent esconde el suave centro de algodón de azúcar de Curtis James Jackson III. En Blood on the Sand hay tiempo incluso para el amor, o más bien para un fugaz flirteo con la mujer que nos roba la calavera al principio del juego, una vez descubrimos que ella no es más que otra víctima del Villano. Fifty le salva la vida en el reencuentro pero se le nota cauto, quizá aún herido por ese atentado contra su propiedad. Cito textualmente: «You one lucky bitch, you know that?» En su siguiente diálogo, cuando ella devuelve el favor, se deja entrever la aparición de la tensión romántica: «You one crazy bitch, you know that? My kinda girl». Sabemos entonces que la amazona mesopotámica ha vuelto a robarle, solo que esta vez el objeto del hurto es su corazón. Pasan unos tres minutos hasta que ella lo traiciona y vuelve a mangarle la calavera que Fifty acaba de recuperar. Bitches, whatcha gonna do. Perseguirla en Jeep y matarla, por supuesto.
¿Consigue Curtis su preciada joya? Robando descaradamente el punchline de Penny Arcade, POR SUPUESTO QUE LA CONSIGUE. Matando a un jefe final en helicóptero. Me he reído con y de este juego —semanas después aún no lo tengo muy claro— más que con todo lo que llevamos de generación. Consciente o inconscientemente se mantiene sobre esa delgada línea que separa lo atroz de lo genial, y no se desvía ni un instante. Por encima de todo creo que me fascina el hecho de que el resultado de alguna reunión entre un ególatra colosal y un productor en busca de tres dólares fáciles haya acabado siendo algo tan hipnótico. Por eso quiero creer que el tiempo pondrá a Blood on the Sand en su lugar, y que habrá secuelas y remakes con cráneos aún más grandes, y que Fifty ganará toneladas de dinero. Quizá, por qué no, tanto como para hacerse su propia calavera forrada de diamantes.
Podéis encontrar esta obrilla maestra por 10 en algunas Fnac. A 50 Cent ya sabéis dónde encontrarlo5.
5. In da club.
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Joder, que bueno el análisis. La cosa es que me ha quedado claro que tipo de juego es más o menos, pero no acabo de entender cómo.
Hilarante.
El warning ha funcionado conmigo. Pero no porque no quiera espoilearme, sino porque he empezado a partirme el culo de la risa y no he podido seguir leyendo. LOL
Magnífico análisis, letras.
Solo hay alguien que supera el componente badass de 50 Cent en el juego… y es el propio 50 Cent en la realidad
http://twitter.com/50cent
Hombre Letras! Cuánto tiempo sin leer nada tuyo en el blog, ya era hora man!
Me parece cojonuda la idea de la sección «Hoy rescatamos del olvido…». Así tenga más entregas.
Juegazo. Memorables los one liners: «Motherfucking grenade» y el «Fire in the fucking hole»
Ahorraos el juego: seguidlo en el twitter como bien ha sugerido el eurotipo.
A mi este juego me parece lo peor, pero bueno para gustos los colores :S Eso no quita que sea un buen analisis
El mejor análisis, el de Pexter (Mr. Lila de Gamesajare). Eso sí, que los moralistas de tres al cuarto huyan de él.
Es que ese análisis alcanza unas cotas de grandiosidad tan altas que son imposibles de calcular.
Gran análisis, me ha recordado a aquellos tiempos de gamerah.
I’m gonna blow yor madafackin’ brain nigga!
Yo acabe hasta los cojones del puto helicoptero,pero con 2 cojones me lo termine el juego.
Muy bueno el análisis, me he descojonado.
Letras, yo da man, man. Llevaba siglos pensando en pillármelo y entre tu reseña, la de Pexter y la videoreviú Giant Bomb, me lo han vendido si encuentro a alguien con quien pasármelo en coop online.
Eso sí, me pido llevar a Tony Yayo.
Resulta entonces que este juego era bueno ? Yo ni lo probé al ser el protagonista quien es, clasificandolo automaticamente como un juego sin personalidad, malo y cutre pero con buenos graficos….. si resulta que estaba equivocado… ¿existe demo en psn para probarlo ? Si es bueno me lo compro y todo, aunque tenga que manejar a un gangsta malote de esos que se ponen la gorra sin curvar.
Una perlita del tweeter de este hombre:
» If your a girl that would ask your man to wait with u till your period go’s away. Your going to lose that man. My advice suck a dick. Lol»
Prodigioso.