Rondita de Reseñas (XIII): Adventures of Pip, Plantera, Radiohammer

En el ajetreado día a día del crítico de videojuegos, hay algunos juegos a los que es difícil dedicarles las mismas líneas que al resto. Sin embargo, por aquí jugamos a muchas cosas de las que nos gustaría hablar pero que se nos acaban escapando; para enmendar ese disparate, en estas Ronditas de Reseñas haremos críticas más breves, pero igual de rigurosas, de aquellos juegos que por hache o por be no nos entran en otro sitio. Un popurrí de nuevos lanzamientos, reediciones, juegos más antiguos… Aquí vale todo, o casi.

Adventures of Pip | por chiconuclear

Es ingenioso lo que hace Adventures of Pip: parece un plataformas de acción, pero en realidad funciona casi como un juego de puzzles, o como un micrometroidvania. Pip es un píxel en un mundo de 32 bits, pero en su viaje puede mutar y transformarse en un rudimentario sprite de 8 bits (o lo que Tic Toc Games, en realidad veteranos que han trabajado en muy buenos juegos de plataformas antes, han considerado que es un sprite de 8 bits: la animación vectorial traiciona la intención retro del muñequete) o, más adelante, en uno más trabajado de 16.

Esas tres formas son las que crean el puzzle: los distintos tamaños y poderes que tenemos según cómo esté Pip en ese momento determinan hacia dónde podemos ir, qué rutas se nos abren y qué secretos tenemos a nuestro alcance. El cambio de forma está asociado a unos enemigos en concreto, que son los que nos permiten pasar de una cantidad de píxeles a otra: para explorar al máximo todos los niveles, es necesario prestar atención y utilizar con cabeza las herramientas que nos ofrece el juego. Creo que Adventures of Pip tiene todo lo que hace falta para ser extraordinario: unas normas básicas bien definidas, un buen diseño de niveles y un buen game feel.

Sin embargo, se acaba quedando corto en casi todo. El diseño de niveles se conchaba bien con el diseño de niveles para ocultar bastantes secciones secretas en todas las pantallas, pero el juego no contextualiza bien la relevancia de lo que vamos cogiendo: a veces son aldeanos, que repueblan el reino y a veces nos dan acceso a nuevos ítems, pero la mayoría de rutas ocultas (muchas de ellas bien pensadas y divertidas de encontrar) nos llevan a cofres con dinero, un recurso prácticamente inútil y que quita mucho interés a la búsqueda de secretos. Esta es la carta a la que Adventures of Pip se lo juega casi todo: exceptuando un par de momentos a lo largo de la aventura, el interés va disminuyendo hasta que llevar a Pip de un lado a otro se convierte en algo que hacemos casi con el piloto automático puesto.

La sensación última es agridulce: uno sabe que el juego está bien diseñado y que si comparamos Adventures of Pip con otros ejemplos del Libro de Diseño de Juegos de Plataformas no hay mucho que echarle en cara; sin embargo, es difícil no echar en falta algo de ambición, acaso debida a la intención de Tic Toc Games de servir de puerta de entrada, para niños y novatos, a un género bastante desagradecido: la historia nos ha dado suficientes plataformas extraordinarios como para que en 2016 (incluso en 2015, cuando salió originalmente Pip) destacar no sea posible sino estando a la altura de los grandes. Adventures of Pip no es de esos. Cuanto más tiempo pasa, menos me acuerdo de él: es una pena cuando sabes que el olvido es todo lo que le espera a algunos juegos buenos. [5]

Desarrolla: Tic Toc Games
Distribuye: Tic Toc Games
Plataformas: Wii U (versión analizada), iOS, PC, PS4
Lanzamiento: 21 de enero de 2016

Plantera | por pinjed

El otro día un amigo decía que no entendía qué tenían de bueno los juegos de la serie Diablo, y concretamente su mecánica que él describía como “¡clica a los monstruos!”. Claro que hay más cosas detrás, hay una historia, una exploración, un looteo, un administrar el botín y un gestionar ataques, magias y pociones; pero digamos que en lo más esencial él tenía razón: clicar en los enemigos es el elemento central de los combates. De hecho he estado pensando en ello y quizá algo tan simple y básico sea precisamente lo más adictivo de los Diablo, una acción repetitiva y mecánica que estimula alguna parte muy poco desarrollada de nuestro cerebro, como perros acudiendo una y otra vez a buscar el palito que les lanza su dueño. Hay incluso un género alrededor de esta tarea dactilar, los llamados clickers, y esta semana he estado jugando a uno de sus mejores y más recientes representantes: Plantera.

Poca broma con este tipo de mecanismos lúdicos porque se han levantado jodidos imperios a base de clics descerebrados y monótonos: Zynga está de capa caída, pero acumuló beneficios a lo loco gracias a FarmVille, que a su vez generó toda una oleada de juegos de gestión donde la estrategia era de nivel parvulario y lo excitante estaba en clicar cosas que soltaban monedas que a su vez también había que clicar. Con los años el rollo de las microtransacciones ha ido pudriéndose y diezmando la base de jugadores, que han ido dispersándose hacia otras mecánicas algo más tradicionales como Candy Crush Saga o Clash of Clans, pero el género se mantiene vivo e incluso hay juegos como Loot Hero DX o Tap Heroes que han aparecido en Steam para ofrecer todo lo bueno de los clicker sin todo lo malo de los juegos para móviles. Plantera es el último ejemplo, y puede que también el mejor: plantamos semillas y soltamos animales en nuestra minúscula parcela y poco a poco esos manzanos, zanahorias, calabazas, gallinas, vacas y cerdos empiezan a generar beneficios, así que nos toca ir ahuyentando a los lobos y los cuervos empeñados en comerse la flora y la fauna de nuestro jardín, que deberemos ir ampliando poco a poco para albergar más cosecha y animales.

Hasta el nivel 100 que pueden alcanzar las plantas y bichos podemos pasarnos horas contemplando esas criaturitas danzar sobre nuestro pedazo de tierra, haciendo caer los frutos maduros con un click (o esperando a que caigan por sí solos) y recogiéndolos del suelo con otro click, todo ello enmarcado en una bonita estética pixelada, con unos gráficos sorprendentemente pulidos, que encaja muy bien con los ruiditos y la música que acompañan a las partidas.

El juego no requiere mucho más: es una de esas experiencias moderadamente adictivas pensadas para relajarse y disfrutar del placer de clicar cosas y de los coloridos diseños de cada bicho, particularmente redondos y adorables, durante diez minutos antes seguir con las obligaciones del día a día. Una especie de Nuclear Throne para aquellos que ya hemos sufrido suficientes derrotas en la vida. [8]

Desarrolla: VaragtP
Distribuye: VaragtP
Plataformas: PC
Lanzamiento: 28 de enero de 2016

Radiohammer | por chiconuclear

Las primeras escenas de Radiohammer, el pequeño juego musical de Arc System Works y Vinyl Lab para 3DS (antes publicado por partes en iOS y Android; cada uno de los personajes de esta edición completa para la portátil de Nintendo, con peores gráficos pero más chicha, se compraba por separado), nos ponen en la piel de una DJ de Radiohammer, una radio pirata dedicada a extender la justicia y el buen rollo a golpe de canciones y martillazos. July Ann, la pink lady que abre el juego, dedica sus tres capítulos a limpiar las calles de los pervertidos que, gabardina y gafas de sol mediante, amenazan la seguridad de las chicas como ella; es un tema macabro que Radiohammer gestiona a golpes. Más o menos así es todo el juego.

Nunca matamos moscas a cañonazos, pero sí ruido (creo que la segunda historia del juego va de eso: de destruir el ruido a hostias, personificado en notas musicales con cara) y zombies con martillos estrambóticos que representan distintos aparatos musicales. Es una lástima que no se atrevan a usar la sencilla mecánica rítmica (dos botones para golpear a los enemigos que llegan por arriba o por abajo, y uno más para coger los regalos que aparecen de vez en cuando; en el modo difícil, curiosamente, solo se usa un botón, pero todo va mucho más rápido) para contar algo más sólido, más complicado; algo que sea una historia, en realidad, y no una pequeña broma entre el personaje que controlamos y los enemigos que se abalanzan sobre él.

Es una lástima, digo, porque por lo demás Radiohammer no es un mal juego. Es muy simple, sí; lo de los dos botones da a entender que estamos ante un reto menor del que acaba ofreciendo, especialmente para los que vayan, como es de recibo en este tipo de arcades, a por las tres estrellas y la buena puntuación. Es difícil quitarse de la boca el sabor a proyecto menor, a divertimento de presupuesto bajo y ambición mínima, incluso por lo rápido que se apuesta por el reciclaje de canciones; de nuevo, importa menos de lo que podría llegar a parecer, e incluso llega a olvidarse cuando nos encontramos con los jefes finales, pocos pero muy interesantes. Asume su posición en la eShop de 3DS (un juego que se lanza siendo casi de saldo) con cierto orgullo e incluso algo de soltura: se encarga de sernos útil ese fin de semana que va a durar, se esfuerza en tener siempre algo cuando queremos algo de él, y nadie jamás le pediría otra cosa. Radiohammer es un juego cómodo, y con mucho menos estilo de lo que sus coloristas personajes quieren aparentar. [6]

Desarrolla: Arc System Works / Vinyl Lab
Distribuye: Nintendo
Plataformas: Nintendo 3DS
Lanzamiento: 21 de enero de 2016