Saludos desde la isla

La evolución dentro de la saga Animal Crossing ha sido, cuanto menos, discreta. Como detalla Pablo Algaba en su libro La aldea feliz, la serie nace de un concepto muy sólido —la idea de crear un espacio virtual donde toda una familia pueda cooperar— que limita mucho las posibilidades de la franquicia. Y es precisamente por respetar este concepto por lo que las diferencias que encontramos desde la versión de GameCube a New Leaf, la versión de 3DS, pueden prácticamente contarse con los dedos de una mano. No obstante, la tendencia siempre ha sido clara, salvaguardar la visión de Katsuya Eguchi mientras progresivamente se le daba al jugador cada vez más libertad. Y no podemos engañarnos, es precisamente porque Animal Crossing siempre ha sido lo mismo —prácticamente el mismo juego en diferentes plataformas— que muchos lo consideremos un lugar feliz. También porque sirve de puerta de entrada al medio. Para solidificar la intención de Eguchi de que toda la familia jugara junta, el título tenía que ser encantador y sencillo. Suficientemente estimulante para aquellos jugadores habituales pero no abrumador para los casuales. Un equilibrio complejo que la saga no solo encuentra sino que ejecuta a la perfección. Pero han pasado casi siete años desde New Leaf. Y los tiempo, desde luego, han cambiado.

En febrero del 2016 un desarrollador hasta entonces desconocido llamado Eric Barone lanzaba en PC un simulador de granja que había nacido como mod de la saga Harvest Moon. Bajo el nombre de ConcernedApe, Barone había diseñado, puesto música, programado, dibujado, animado y escrito un pequeño título llamado Stardew Valley en el que progresivamente iba incorporando elementos de otros juegos que le apasionaban. Así, el crafteo y el combate vienen directamente de Minecraft, la artesanía de Terraria y el sistema de cultivo, como no podía ser de otra forma, bebe directamente de Harvest Moon. Pero el elemento que hace el juego tan encantador, la característica por la que muchos fans volvemos una y otra vez a nuestra granja pixelada, es la sensación de comunidad y vecindad que Barone transmite a partir de sus personajes. Y ese elemento, por supuesto, viene de Animal Crossing.

Stardew Valley ha sido uno de los juegos que ha calmado el ansia de muchos aficionados durante esta larga espera antes de la vuelta de Tom Nook, Canela, Marilín, Paca y compañía. Pero, a la vez, nos ha malacostumbrado. Porque el juego de Barone ha demostrado a lo largo de todas sus actualizaciones que se puede aumentar el nivel de encanto y buen rollo si permitimos que el jugador modifique su entorno y se identifique con él. Si le dejamos dejar huella en ese refugio virtual que nosotros le hemos regalado. 

De ninguna manera creo que todas las novedades de New Horizons hayan nacido bajo la sombra de Stardew Valley. Siendo realistas, el título de Barone no es un competidor directo, a pesar de que ambos persiguen a una audiencia muy similar. Lo que pienso es que Animal Crossing ha acelerado su evolución debido a títulos como este, juegos que en parte consiguen acercarse a las ideas de Eguchi manteniéndose en sintonía con las tendencias del mercado actual. Pero sea por este o por cualquier otro motivo, New Horizons, la llegada de Animal Crossing a Switch, promete ser una revolución. En este último Nintendo Direct, la compañía japonesa nos ha mostrado cómo ha pasado siete años escuchando todos los deseos y sugerencias de sus fans. Por eso, Animal Crossing: New Horizons solo puede ser definido de una forma: un sueño hecho realidad.

A lo largo de todas las comunicaciones relativas al juego, Nintendo ha intentado hacer hincapié en dos ideas: la de que cambiar la ambientación a una isla desierta nos iba a permitir controlar el progreso del pueblo prácticamente desde cero y la de que esta nueva edición pondría especial interés en la construcción y la artesanía. Pero no ha sido hasta este Direct que hemos aprendido que este nuevo «control» ya no está limitado a poner farolas, fuentes o cambiar de color el buzón de nuestra casa. En New Horizons no solo podremos escoger el emplazamiento de nuestra tienda/casa sino que también tendremos oportunidad de elegir en dónde se asentarán nuestros vecinos, o si deseamos que se muden a la isla en primer lugar. Gracias a la recolección de materiales y a la fabricación de objetos, podremos crear caminos, puentes y rampas. Y en cuanto dominemos todo eso, desbloquearemos la posibilidad de modificar el terreno natural, lo que podrá llevarnos a cambiar el cauce de los ríos o a eliminar las elevaciones de terreno si lo creemos necesario.

Otro de los grandes cambios con respecto a New Leaf es que New Horizons maquilla un poco más el diseño hipercapitalista de la saga en favor de la soluciones más lúdicas. Por supuesto, el enganche de New Horizons pasa por conseguir cosas, desecharlas y conseguir otras muchas más. No obstante, y mientras Nook sigue teniendo un papel central como ideólogo del Plan de Asentamiento, ahora las bayas (la moneda in-game) se reservan para cosas como pagar la construcción de nuestra casa, una decisión que, esta vez sí, es «optativa». En New Horizons, además de construir nuestros propios muebles y utensilios con los materiales que recojamos, tendremos el recurso de utilizar las «Millas Nook», un programa por el que podremos conseguir artículos y objetos varios a cambio de rellenar unas cartillas con retos o realizando varias tareas concretas. Esta alternativa parece corregir el motivo para esas críticas que, medio en serio y medio en broma, dibujaban el juego como una tiranía en donde solo Nook salía beneficiado.

Pero a pesar de ser un oasis con respecto a nuestra rutina, New Horizons va a intentar arriesgar incorporando un elemento de nuestro día a día. Uno que para muchos no es precisamente positivo. El Nookófono será nuestro equivalente al smarphone dentro del universo de Animal Crossing, un componente que servirá tanto de menú, con una app para el mapa y otra para el modo foto, como para utilizar ciertos servicios como el Rescate de Emergencia, un «botón para impacientes» que nos devolverá en cualquier momento a la puerta de nuestro hogar. 

Sin embargo, más allá de los cambios, Animal Crossing sigue siendo Animal Crossing y el multijugador seguirá teniendo un papel esencial. En la misma isla, podemos tener hasta ocho personajes diferentes, cada uno de ellos vinculados a su propia cuenta y con la posibilidad de jugar en grupo con un «modo fiesta» para hasta cuatro jugadores. Gracias al aeropuerto (el equivalente al embarcadero de New Leaf), podremos visitar otras islas de excursión, recibir visitas de turistas o incluso invitar a otros jugadores (a los que podremos clasificar entre mejores amigos o conocidos, lo que limitará su libertad de acción) gracias al código de amigo. La progresión in-game parece que estará algo más marcada gracias a actualizaciones como la apertura del museo, la llegada de las hermanas Manitas, los eventos estacionales o la apertura de la peluquería. New Horizons, no obstante, no será compatible con Nintendo Online por lo que es posible que nuestro lugar seguro no esté a salvo en su totalidad.

Animal Crossing: New Horizons llegará a Nintendo Switch el 20 de marzo del 2020