2015: Redemption (II): Assassin’s Creed: Syndicate, Samurai Warriors 4-II, Mushihimesama

Como nos pasó en 2014, durante los últimos doce meses ha habido un buen puñado de juegos a los que hemos dedicado un tiempo y un esfuerzo que no han acabado materializándose en una reseña de ningún tipo. Los últimos días del año son días de comprensión, de perdón, de redención; de eso va esta serie de artículos, en los que le dedicamos un espacio bien merecido a una serie de juegos que, por hache o por be, no han recibido su correspondiente reseña en la web.

Assassin’s Creed: Syndicate | por chiconuclear

Este año decidí comprar Assassin’s Creed: Syndicate. Se ha hablado mucho estos últimos años sobre el término gamer, sobre qué significar ser un gamer y por qué es importante serlo. Se ha hablado tanto que ya está hasta pasado de moda. Para mí no hay nada más gamer que comprarse un Assassin’s Creed, así que fui a Game y me hice el psicotécnico de ser gamer.

Fue una experiencia reveladora. Con el dinero ardiéndome en el bolsillo, examiné las estanterías en busca de la esperada nueva entrega de esta serie multimillonaria. Allí estaban. Las copias de primera mano tienen una dignidad distinta, y te miran con el orgullo de las cosas verticales; estoy más acostumbrado a husmear en los cestos en los que se amontonan los juegos de segunda mano, que no necesitan mostrarse como objetos de deseo: solo hace falta que se les vea el lomo, donde con suerte se puede leer el título con una tipografía exótica. Cada año se fabrican en masa nuevos capítulos. La creación de Assassin’s Creed cada vez se parece más a un proceso natural, como las mareas o la fermentación: Ubisoft invierte una cantidad de dinero y la naturaleza (el universo, la economía, el karma; nosotros) se lo devuelve multiplicado, como los panes y los peces. Syndicate, dicen, ha sido un tropiezo en ventas para Ubisoft: lo típico que tropiezas y acabas en el primer puesto de las listas en tu primera semana en tiendas.

Una vez reafirmada mi posición dentro de la comunidad gamer, eché un vistazo al interior de la caja mientras volvía a casa. Un cartón decorado con todos los colores que el ojo humano puede percibir me informaba de que introducir el código que había impreso en el reverso me daría acceso a una serie de misiones exclusivas para la gente que compre el juego; por el contrario, la gente que no compre el juego no puede acceder a esa serie de misiones, ni al juego. Lo que parecía el manual de instrucciones me arrancó una sonrisa, porque parecía un folleto bastante generoso en páginas, pero resultó ser una lista infinita de avisos legales y licencias de usuario camuflada con la misma ilustración de la portada.

Tanto como me gustaría decir lo contrario, lo cierto es que el acto de comprar un artículo de lujo en una tienda me resultó bastante más estimulante que jugar a Assassin’s Creed: Syndicate, una de las superproducciones menos inspiradas que he jugado en 2015. El ritmo quebrado de la historia nos zarandea sin demasiado énfasis por Londres, la ciudad que sirve de escenario, en este caso victoriano, para nuestras peripecias; el mayor logro de Syndicate está sin duda en la ambientación, desaprovechada con una colección de misiones y pequeñas tareas que parecen diseñadas siguiendo al dedillo el manual de creación de juegos aburridos: ni lo que cuentan es especialmente interesante (ni inteligente, pero eso es otro artículo), ni proponen ningún reto que no llevemos viendo ocho años, en los Assassin’s Creed y en tantos otros juegos, de Ubisoft y de la competencia. Ni siquiera el control de la pareja protagonista es bueno: la fidelidad con que está representado el movimiento del cuerpo humano, extraordinaria, funciona bien en el espacio blanco de las pantallas de carga, pero es torpe e impreciso en cuanto pisamos las calles de la ciudad.

Dediqué una semana y pico a jugar a Assasssin’s Creed: Syndicate y tardé al menos otras dos o tres en devolver a mi cerebro a un nivel de actividad normal. Comprendí entonces el truco: el street cred se consigue comprando Assassin’s Creed, no jugándolo. [3]

Plataforma: PS4, Xbox One, PC
Desarrolla y distribuye: Ubisoft
Lanzamiento: 23 de octubre

Samurai Warriors 4-II | por pinjed

«Samurái, bravo samurái», cantaba Vicky Larraz en 1987, en una de las letras más delirantes de la historia de la música española. Y seguía: «enamórame, desintégrame». Cada vez que la perversa providencia tiene a bien torturame con esa canción mi mente enloquecida piensa en Samurai Warriors, uno de los ciento cincuenta mil juegos del estilo musou con los que Koei Tecmo lleva lustros traficando sin perder nunca la esperanza de vender tres o cuatro copia. Creo que no solo es la palabra “samurai” lo que mi cerebro asocia entre ambas obras de Alta Cultura: creo que me imagino siempre a los soldados enemigos cantando esa tonada en una especie de éxtasis masoquista. La determinación con la que el Soldado Número 12.340 se acerca a nuestro héroe para morir inequívocamente, como echándose en nuestros brazos consciente de que no es más que combinación repetida de polígonos y texturas, solo puede explicarse a través del amor y de su forma más radical: la devoción.

Como podéis ver, no me he tomado nunca muy en serio la saga Samurai Warriors, y todavía menos este Samurai Warriors 4-II. Posiblemente porque él tampoco se ha tomado en serio a sus seguidores lanzando una reedición camuflada de secuela.

Y es que si ya jugasteis al Samurai Warriors 4 que Koei publicó en octubre de 2014, no hace falta seguir leyendo. Es esencialmente el mismo juego con el DLC ya integrado una levísima revisión gráfica que solo se nota en la mayor soltura con la que PS4 mueve los cientos de enemigos que nos rodean durante los combates. En este Samurai Warriors 4-II lo importante es la historia tras los personajes de las dinastías que vivieron en el período Sengoku, durante una larga guerra civil en el Japón de hace medio milenio. La saga es una suerte de spin-off o de extrapolación nipona de la serie Dynasty Warriors —aquella que se centra en las inabarcables historias chinas del Romance de los Tres Reinos— que echa mano del beat’em up multitudinario para representar las batallas.

Los personajes que controlamos son una suerte de campeones que se abren paso a través de los ejércitos enemigos, triturando sus insignificantes existencias y topando de vez en cuando con oficiales más fuertes que sí presentan alguna dificultad. Es una mezcla entre las hostias de los clásicos yo contra el barrio y una especie de simulador de pastoreo: no se trata tanto de sobrevivir a ataques enemigo como de gestionar las masas desarrollando combos, eligiendo bien las rutas y priorizando unos bancos de soldados por delante de otros. En esta cuarta entrega los hiperataques siguen siendo la golosina de cada macedonia de guantazos —junto al nuevo sistema de herramientas de muerte, también llamadas armas, que ahora tienen grados distintos y la posibilidad de combinarse—, pero la limitación de su uso en ciertas zonas le confiere un toque más táctico que el veterano musouista sabrá agradecer.

Por lo demás, Samurai Warriors 4-II es algo así como un desprecio amistoso. Es como si Omega Force ya tuviera confianza suficiente con sus fans como para permitirse apuntar en sus cuentas algunas rondas de cerveza, abrazar demasiado a menudo a sus novias y cogerles el coche sin preguntar. Lo que algunos disculparían a regañadientes, a los profanos probablemente les parezca una actitud un poco impresentable. Y quizá no se equivocan mucho. [6]

Plataforma: PS4
Desarrolla: Omega Force
Distribuye: Tecmo Koei
Lanzamiento: 2 de octubre

Mushihimesama | por chiconuclear

La industria del videojuego todavía sorprende de vez en cuando: si me llegan a decir hace no mucho que Steam se convertiría en uno de los horizontes más esperanzadores para los aficionados a géneros tan minoritarios como la visual novel o los shmup (el palabro con el que los entendidos suelen referirse a los juegos de naves; también sirve bullet hell o danmaku), no sé si me lo habría creído. Quizá es una lectura demasiado positiva de un tanteo de mercado que puede acabar en nada, pero, por el momento, vamos a disfrutarlo.

Mushihimesama es uno de los clásicos del género que han llegado recientemente a Steam. El nombre de sus creadores, Cave, os puede sonar por muchas cosas: por Deathsmiles, por Dangun Feveron, por ESP Ra.De o, claro, por DonPachi y DoDonPachi, quizá sus shmups más famosos; son ellos los que se han encargado de este port, basado en la versión en alta definición que salió en Xbox 360 y, además, la primera ocasión en que se puede jugar fuera de Japón sin tirar de emuladores, copias de importación, piratería o teléfonos móviles. (Curiosamente, Mushihimesama Futari, la segunda parte, sí salió en Europa, aunque descargable.) Es una buena forma de estrenarse en Steam: es un lanzamiento jugoso para aficionados al género, pero además es un ejemplo extraordinario de las fortalezas de Cave como desarrolladora de shmups.

Ya sabéis de qué va el tema: tenemos que ir superando una serie de niveles con scroll vertical continuo, eliminando a los enemigos que se cruzan en nuestro camino mientras esquivamos sus balas. Es así de fácil y así de complicado: a esta base se le suman tres tipos de arma, con sus potencias y sus velocidades específicas, que pueden ser escogidas de manera dinámica en medio de la partida; las distintas estrategias y formas de usar nuestra nave en función de si queremos sobrevivir o explotar el sistema de puntuaciones para conseguir una buena posición en las tablas (en el modo original, por cierto, es relativamente simple para lo que suele hacer Cave: basta con recoger todas las gemas que podamos y evitar morir y usar bombas, a grandes rasgos); el hecho, quizá lo más imponente de este tipo de juegos, de tener que lidiar con un número incontable de balas, que es donde está el arte de Mushihimesama. Ahí y en el diseño de niveles: la tercera pantalla de Mushihimesama, por poner un ejemplo, es una de las más brillantes y bonitas que he visto en un shmup.

Superados el par de tropiezos que sufrió en sus primeros días a la venta (uno de ellos, el hecho de que fuera a 59fps en lugar de 60, es inapreciable para justo la misma mayoría de jugadores que no van a prestarle atención en primera instancia; ya está solucionado), Mushihimesama es uno de los mejores representantes de su género que se pueden conseguir en Steam. Se habría agradecido que incluyeran en el pack la versión 1.5 (un modo alternativo que se incluyó como DLC gratuito en las primeras copias de la versión de Xbox 360; según me comentaron los editores de esta versión, decidieron «separarlos porque originalmente también era opcional en la versión de Xbox 360»), pero el Mushihimesama básico ya es suficientemente expansivo y redondo como para ser una entrada más que provechosa al apasionante género de los juegos de naves, o un más que agradecido regreso a casa. [9]

Plataforma: PC
Desarrolla: Cave
Distribuye: Degica
Lanzamiento: 12 de noviembre