Llevaba un tiempo sin jugar a The Legend of Zelda: Breath of the Wild, y el regreso ha sido triunfal. En su momento, las dos primeras semanas que pasé con Switch, fantaseé con la posibilidad de no jugar a otra cosa en todo el año; pasado el primer mes, pensé que no quería sacar jamás el cartucho de la consola; metido en el segundo mes, me preocupó (quizá irracionalmente) que el mayor motivo para cambiar de juego fuera Mario Kart 8 Deluxe, un imprescindible del que, si las circunstancias fueran distintas, creo que habría podido prescindir. El tercer mes, pensé que quizá esto era todo; por un momento, imaginé que Switch le empezaba a deber demasiado a Zelda. Un día, lo saqué de la consola, lo guardé en su caja y me olvidé; hasta el viernes pasado no volví a jugar.
Es interesante ver cómo una consola va cogiendo forma, y aunque en mi caso el icono de Breath of the Wild tuvo que regresar al menú principal desde la biblioteca (donde esperaba, desplazado por juegos independientes y clásicos de Neo Geo) puedo imaginar que haya quien siga viéndolo en la primera posición todos los días. A esa gente el primer DLC, recientemente publicado, no le habrá pillado tan por sorpresa; para mí ha sido muy impactante volver a Hyrule después de un tiempo olvidándome de las cien horas que había pasado allí.
No creo que Las pruebas legendarias pase a la historia como la expansión más revolucionaria de todos los tiempos, a pesar de ser solo la mitad de la expansión completa, que se cerrará a finales de año ampliando la historia de alguna manera, por detrás o por delante. Algunas novedades son casi anecdóticas: el teletransportador, un objeto que permite colocar puntos de viaje rápido personalizados, es tremendamente útil pero no tiene mucho más peso; la senda del héroe, esa «nueva función para el mapa» de la que se habló incluso antes del lanzamiento del juego, es una forma muy curiosa de revivir las últimas 200 horas de partida, viendo cómo los pasos de Link forman una maraña incomprensible de líneas verdes que van y vienen y se cruzan y se cortan: un poco como en ese anuncio en el que un fucker perseguido por el cuerpo más avanzado de seguridad de su país le pide una cita a la mismísima agente especial que le está investigando consiguiendo que su ruta en el GPS dibuje la pregunta «¿Cenamos?», con la que consigue derrumbar por completo la profesionalidad y lealtad a la patria de la agente. Las formas de la senda del héroe no son posibles de descifrar, pero sí ayudan a saber qué áreas están menos exploradas y, por tanto, todavía guardan secretos; en mi caso, también me desveló que ni una sola vez había cruzado el Gran puente de Hylia a pie: no sé por qué, pero parece que siempre he preferido volar por encima del lago.
La novedad más interesante es el Santuario de la Espada, una serie de desafíos de combate que terminan de despertar a la Espada Maestra, aumentando su fuerza. Esta mazmorra propone 45 habitaciones en las que se mezclan elementos del mundo exterior para dar forma a diferentes retos que repasan o condensan muchos de los tipos de enfrentamiento con los que te cruzas en la partida normal. La gracia está en las condiciones: empiezas en pelota picada y tienes que apañártelas para conseguir alimentos, armas y demás; lo que ocurre en el Santuario de la Espada se queda en el Santuario de la Espada, y no es posible ni introducir ni extraer objetos. Es un reto agradecido y menos agotador de lo que puede llegar a parecer al principio; hay que tener controlada la salud pero es fácil encontrar ingredientes para hacer buenos platos, e incluso se puede encontrar algún hada que equilibra bastante las cosas en el último tramo; es un buen sitio para poner a prueba las dotes de supervivencia y combate que se entrenan en el transcurso normal de la aventura. Es una lástima que algo así no estuviera en el juego desde el principio, porque es un tipo de desafío avanzado que a Nintendo se le suele dar bien.
También está el modo Experto, un nuevo nivel de dificultad que se aloja en una ranura de guardado independiente y que de un tiempo a esta parte también es un habitual de los Zelda. En Twilight Princess HD me gustó mucho; en Breath of the Wild funciona distinto, como todo en este Zelda, y algunos de los cambios hacen que jugar en Experto sea considerablemente más difícil de lo que parece a primera vista.
Los enemigos ahora regeneran su salud si no sufren daño en unos segundos. Esto hace que sea recomendable despacharlos antes de pasar a otra cosa; ir rascando puntos de salud poco a poco a un grupo grande ya no sirve de nada. A la vez, el rango de los enemigos es, por defecto, un punto mayor, por lo que son más fuertes. También están más alerta y te detectan más fácilmente, además de que ahora pueblan también los cielos, suspendidos en estructuras de madera que flotan con globos. En fin: muchas cosas que obligan a planificar mejor los combates, a huir más a menudo, a explotar más algunas técnicas que en el modo normal eran de apoyo o se podían usar menos que otras. Es una forma clara de recordar ese Breath of the Wild que casi hemos olvidado a estas alturas: el de la vida limitada, las armas delicadas y las muertes traicioneras por errores de principiante. No sé si estoy preparado para dejar de lado a mi Link normal, aunque las incursiones en el modo Experto con mi segundo Link están siendo una experiencia interesante: en mi partida principal evité en la medida de lo posible comer animales («¿Y si la vaca se muere de forma natural, puedo comérmela?»; seguro que más de un vegano conoce esa pregunta, que yo apliqué a mi aventura como una norma), pero en el modo Experto el veganismo, de momento, no está siendo una opción.
Mientras buscaba las máscaras nuevas (la de Kolog, muy útil, te avisa cuando hay un cabroncete de los bosques cerca; es un añadido que agiliza la búsqueda más tediosa del juego, pero también esencial para darle al mundo de Breath of the Wild esa sensación de que hay algo escondido en cada rincón), la armadura fantasma y el disfraz de Tingle (que te permite correr más rápido… solo por las noches; bien jugado), aproveché para terminar de encontrar los santuarios que me quedaban. Ya que estaba, repetí otros tantos, me enfrenté con varios centaleones, maté a los tres Hermanos Hinox de una de las pruebas heroicas (¡uno de los tres es vegetariano!) y di unos cuantos paseos sin rumbo, parándome a buscar kolog o simplemente explorando de nuevo algunas ruinas que llevaba un mes sin visitar. ¡Un mes! Ahora ya parece que nunca me fui. Creo que mucha gente puede coincidir en eso: la sensación de familiaridad que consigue generar The Legend of Zelda: Breath of the Wild es fantástica, y el simple hecho de montar a caballo y seguir cualquier camino o trepar hasta una altura y mirar alrededor antes de pegar un brinco y echar a flotar con la paravela puede ser tan cautivador y emocionante como cualquier combate, o más. Es muy natural la forma en que Hyrule se convierte realmente en un sitio que ya has visitado en el pasado, hace tanto tiempo que casi ni te acuerdas. Si me dan a elegir, habría preferido que el motivo de mi regreso hubiera sido otro, o que hubiera sido de libre acceso; insisto en que tanto el Santuario de la Espada como el modo Experto son buenos añadidos pero es obvio que la parte más jugosa del pase de expansión todavía está por llegar. Así, Las pruebas legendarias sabe más a aperitivo de cortesía que a primera parte; personalmente, a mí me ha servido para reencontrarme con un juego que todavía hoy me resulta muy especial, creado con un mimo y una atención al detalle tremendos. Me alegro mucho. Igual tú tampoco sabías que tu plan para el verano era corretear por los montes, de noche, disfrazado de hada.
Solo los usuarios registrados pueden comentar - Inicia sesión con tu perfil.
El traje de «ninja» del juego normal tiene la misma habilidad cuando lo mejoras en las hadas.
Es casi más emocionante para mí pensar cómo se pueden superar con el siguente zelda, con este precedente, que en qué ampliará la historia con «la balada de los elegidos».
El amor al juego que manifiestas en el texto es genial.
Por ahora este DLC no entra en mis planes pero si algo se es que lo primero que voy a hacer al llegar a casa es cambiar el cartucho de Mario Kart por el del Zelda y perderme un poco en todos esos rincones familiares.
Nunca está de más sentir de nuevo el aliento de lo salvaje.
Yo me estoy esperando al fin de año. No porque me parezca poco, sino por guardar dinero (Splatoon, Mario y Xenoblade requieren hasta una virgen en un altar demoníaco)
Link, tu culo me pone.
Bravo, justo ayer ví ese capítulo.
Ya he comprado el pack de expansión (pese a que me negué al principio, pero llevo un mes mordiéndome las uñas por volver a jugar al Zelda, y esta era una excusa tan buena como cualquier otra), no le he dado demasiado, pero el modo Experto se las trae. Poca broma.
Una cosa de la que me he dado cuenta es que con la última actualización solucionaron el bug que hacía que el juego se congelase durante un segundo más o menos cuando derribabas a un moblin , sobretodo con los flechazos en la cabeza.
Luego ya hablando del dlc en sí, el desafio de la espada me ha encantado , mientras que para mi el modo dificil me sigue pareciendo decepcionante. Con todos los sistemas y mecánicas que tiene el juego , limitarse a poner más enemigos y con más vida y daño no me parece la gran cosa. Podían haber limitado la comida , limitado los guardados a hogueras y ciudades en vez de guardado automático, cuando llueva aumentar la posibilidad de que sea tormenta eléctrica o que incluso cuando se haga de noche que se vuelva tan oscuro como en el bosque al norte del juego o como el desafio de la espada. Un problemilla que tiene el juego es que a medida que vas avanzando el desafio va disminuyendo, y no parece que el modo dificil lo cambie.
Yo me planteé el desafío vegano, pero luego pensé «sin logro passso» xD lo único que no mato son zorros, pero todo lo demás cae, vamos si cae, vender pinchos de carne es la forma más simple de que te sobren rupias sin tener que tocar minerales (que luego puede que te arrepientas de haber vendido si decides «hacerlo todo» xD).
Lo de la senda ya podrían haberlo metido sin necesidad del dlc xD a ver si aguanto hasta que salga la segunda parte del pase…
Me acabas de dar una mala noticia. Yo me paso las horas vendiendo minerales…
Me pongo a pensar en la Switch y da cosica que esto sea el mayor aliciente para volver a encender la consola desde el lanzamiento.
Porque sí, están Mario Kart y Arms, pero se compran más por hambre que por ganas de comer.
Genial artículo.
No sé si algún día podré jugar a este Zelda, pero solo por las lecturas que está dando ya lo estoy disfrutando.
Mi Switch está en camino y ya tengo los dientes por el suelo. Así no hay espera fácil, joder.
Yo llevo desde que salió con él. Quiero el 100% e ir a ver a Ganon y explicarle lo que vale un peine! Además, lo estoy jugando en Wii U, así que mi objetivo es pasármelo todo, pillarme la Switch y volver a empezar con DLCs y todo!
Llevo ya muchos años con los videojuegos (más de 30) y ningún juego que recuerde me había absorbido de tal manera. No sé qué pasa, es superior a mi, pero no quiero jugar a otra cosa. Este año, 2017, lo voy a dedicar íntegramente al BOTW. Y mucho me temo que el 2018 será entero para Mario…
@puny_games
Es muy secundario, eh? hablo de las tiaras o coronas, que creo que gastan 30 gemas cada una, yo solo mejoré la de diamante y me alegré de tenerlos todos encima (los tuve justitos).
Este artículo me sirve para recordar que aún no me he pasado el juego… Por mi culpa, simplemente, y falta de tiempo que me hace no centrarme en un único juego. Este verano lo remedio sí o sí. Las vacaciones que espero poder coger me van a servir para terminarme el Zelda y, esta vez ya, pagar el pase de expansión.
Genial articulo @chiconuclear, como siempre. Ya me había calmado las ansias de jugarlo (lo haré despues del verano) y las has activado nuevamente!!! No te lo perdonaré jamás Carmena!
Yo me voy a esperar al segundo DLC para pillarme todo esto, porque últimamente se me está yendo la olla y este mes de Julio estoy gastando más de lo que me esperaba. Entre el Crash a 35€, el Firewatch a 7€, el segundo DLC del Souls a 15€, lo que me queda es la compra obligatoria del Splatoon 2 y ahorrar en Agosto como un faquin bendito.
Tengo muchas ganas de volver a Hyrule porque he dejado el juego un poquillo de lado y es una auténtica maravilla. Lo he dejado con la «misión principal» cumplida, pero antes de ir a por Ganon, quiero hacer lo de recuperar los recuerdos, que va a llevar su poquito de tiempo y su poquito de disfrute.
Bravo!!!XD
Yo sigo jugando a dia de hoy con las opciones de visualizacion al minimo,es el mejor juego joder
Antes se les llamaba DLCs, ahkra se le denomina ‘evolución de consola’…Ese raserote weno.😖
@distintovino
El único que dice evolución de consola eres tú, controla ese raserote weno.
Vale hombre, «la consola va cogiendo forma» gracias a esos DLCs, expanciones o como se les quiera llamar. Si, tienes razón, fué producto de mi propio raserote. Y me parece estupendo todos los alagos que de vuestra parte se dirigen a Nintendo y todo lo que ellos producen, y sin desmerecer lo buen juego que pueda ser éste Zelda, Nintendo a mi, de momento, no me vende nada desde GameCube.
Entiendo y respeto a los que no piensen como yo, es lo que tiene ser un ser único, especial y todopoderoso, pero también peco de llevar un agujero en el culete. 🐵
@distintovino
Me quedo más tranquilo sabiendo que lees lo que quieres; para la próxima me ahorro un par de comentarios.
La máscara de Kolog y la senda del héroe son indispensables para intentar completar el juego sin tirar de guías o YouTube.
Un aceptable primer dlc. Aprobado raspado. Supongo y deseo muy fuerte que el de navidad traiga mandanga de la buena.
Acabo de empezar pues recibí mi Switch hace justo una semana. Llevo unas 5 o 6 horas y me maravillo con todo, se que me queda un largo camino por recorrer pero si me mantiene enganchado hasta la llegada de Super Mario Odyssey, es que no quiero soltarlo y según lea de la expansiones fijo que caen. Ya se verá, pero el juego en sí ya me tiene atrapado.