Un día en EA Canada

Lo primero que uno pisa al entrar en el gigantesco edificio de EA Canada, de donde han salido unos cuantos juegos que igual os suenan (¿FIFA? ¿Skate? ¿Need for Speed: The Run? Juegos oscuros y casi desconocidos, lo sé), es una cápsula del tiempo que fue enterrada en 1999, cuando el alcalde de Vancouver inauguró los estudios. En ella hay metidos juegos, escritos, merchandising de la compañía; la intención de EA, según me ha parecido intuir, es que cuando alguien desentierre la caja, acaso dentro de cientos de años, lo que encuentren allí no sea una reliquia de un pasado totalmente dejado atrás sino el germen de un futuro que ellos mismos han ayudado a construir. «La mejor manera de predecir el futuro es crearlo».

Esta frase de Frank Barron, el escritor de Creativity and Psychological Health y profesor de psicología en la University of California Santa Cruz (fallecido en 2002, a los 80 años), es una de las primeras que uno puede leer cuando entra en el Think Tank de EA Canada, una zona especialmente diseñada para que los empleados se junten, charlen, discutan, pongan ideas en común y se relajen en sus momentos de descanso. (Mientras escribo esto, un chico ha llegado y se ha puesto a jugar al billar, combinando la partida con devorar un plato de spaghettis; a su alrededor hay PlayStation 3, Xbox 360 y Wiis, pero también el pinball de Drácula y varias recreativas, entre ellas Snow Bros y Virtua Fighter 2. Pequeño detalle: la puntuación máxima que hay en la máquina de Snow Bros es, desde hace muy poco, de un tal VIC, que llegó, cuentan las leyendas, desde la vieja Europa para enseñar a los canadienses como se hacen las cosas.)

Unas mil personas vienen a diario a este edificio de las afueras a trabajar, y desde arriba la intención parece ser que el ambiente laboral sea el mejor para desarrollar un trabajo creativo: los techos son altos, las paredes son blancas y están llenas de detalles que ayudan a que todas las estancias estén siempre llenas de luz, hay varios Starbucks repartidos por el edificio. Aproximadamente diez minutos después de atravesar la puerta de entrada ya estaba escribiendo mi curriculum vitae en una servilleta y tratando de localizar el departamento de Recursos Humanos.

Jacob y Ritu nos guían por las instalaciones explicándonos qué es cada cosa, qué equipos están en cada área, qué juegos se están creando en cada lugar. Ritu se sorprende: las instalaciones se notan extrañamente vacías, y es probable que sea consecuencia, bromea, de la nieve que nos ha sorprendido esta mañana. La misma nieve que hace imposible aprovechar los enormes patios que hay en las inmediaciones del edificio, donde se reparten mesas y sillas donde comer o descansar al aire libre y campos de fútbol, hockey y basket. La presencia de áreas donde hacer deporte es sorprendente: vale que estamos en la casa de FIFA y Fight Night Champion, entre tantos otros juegos deportivos muy célebres, pero es inevitable quedarse con la boca abierta cuando uno ve la cancha de basket de tamaño reglamentario que hay dentro del edificio, el enorme gimnasio totalmente equipado, la zona de yoga y pilates, los sacos y guantes de boxeo. ¿Un día duro animando la cara de Messi en FIFA? Unos puñetazos a la punching ball y listo. ¿Demasiado complicado programar el sistema de combate de NHL? Diez mil levantamientos de pesas de 30 kilos y nos olvidamos de todo durante un rato.

Evidentemete, todos estos servicios están a disposición de los empleados para que los usen como mejor consideren; cuando Ritu dice que algunos se quedan trabajando muchas más horas de las que deben puedo entender por qué. No ponen camas, dice, porque si no nunca saldrían del trabajo, y eso tampoco es sano.

Caminando por el edificio uno se da cuenta de lo formidablemente profesionales que son en Electronic Arts. No sólo porque sus oficinas sean gigantes y muy vacilonas, que lo son (¿vídeos de nuestros juegos reproduciéndose por todos lados veinticuatro horas al día?, lo tenemos; ¿Minis con el logotipo de Need for Speed aparcados aquí y allá en los alrededores?, joder, aquí los tenéis), sino por los pequeños detalles. Programas de reciclado y conciencia medioambiental, campañas de recogida de donaciones para hacer regalos a los más desfavorecidos durante la campaña navideña, un servicio de cafetería extrañamente bien servido; en lo que a comodidades se refiere, y desde la óptica del visitante externo, las condiciones parecen impecables.

Laboralmente la cosa también está más que bien llevada. Los espacios de trabajo no eran extraordinariamente grandes pero sí suficientemente espaciosos y decorados con total libertad por sus ocupantes; más allá de eso y de los medios técnicos, evidentemente del mejor nivel y sin escatimar en inversión para garantizar que todos tengan lo último en tecnología, me sorprendió muy positivamente una habitación en concreto: el centro de documentación, una enorme biblioteca llena de juegos (todos los de EA y un buen montón de otras compañías, un recorrido histórico por el videojuego que a más de uno no le importaría vivir), libros, revistas y todo lo que los equipos puedan necesitar para hacer su trabajo de la manera más coherente y documentada posible.

El ambiente en EA Canada es joven y creativo, con sus productores y relaciones públicas que tan bien hablan y sus hipsters (inevitables en Vancouver) que trabajan haciendo captura de movimientos y pensando todo el rato en aquel grupo que tú todavía no conoces; es relajado y profundamente serio, una seriedad nada forzada o impostada, totalmente natural y por eso llevada como una medalla, y no como una losa; es profesional y casi terrorífica, de lo bonito que parece todo. Está definitivamente a la altura de la ciudad en la que está ubicada: en pocos sitios tan agradables, limpios, seguros y llenos de gente maravillosa he estado en mi vida como Vancouver. Cuesta un poco volver a ese mundo, el real, en el que la cafetera de la oficina no funciona bien y saca un café asqueroso, las paredes no están plagadas de pósters de Fight Night y las secretarias que recogen los paquetes cuando llega el mensajero somos nosotros, pero también es esperanzador que existan empresas suficientemente respetuosas con sus trabajadores como para invertir tantos recursos en intentar que las condiciones de aquellos que van a pasar más tiempo en los estudios sean las mejores. Me llamo Víctor Manuel Martínez; sé hablar español, inglés y frat rap. Electronic Arts, hazme tuyo.