Vivimos inmersos en un sistema tan frenético que no sorprende que, cuando nos sea posible, tendamos a buscar aquellas vías de escape hacia formas de vida más tranquilas; aunque sea una escapadita, un paréntesis alejado de la inclemente rutina. En mi caso la mejor forma de combatir el ruido cotidiano pasa por elevar la apuesta mediante todavía más ruido o, por el contrario, las piezas audiovisuales más sosegadas que pueda encontrar; esta máxima se aplica tanto a la música que escuche como a los vídeos que vea, pero también a los videojuegos que juegue. Behind the Frame: El paisaje más bello encaja en ese tipo de juegos que apuestan por la tranquilidad y, además, ofrecen una experiencia relajante, por tanto me lancé de cabeza a por el título de Silver Lining Studio.
Behind the Frame es un juego publicado en 2021 que, tras su estreno en PC y móviles, llegó a PlayStation 4 y Nintendo Switch en 2022. No lo caté en su día, pese a que recuerdo haberme fijado en él por reunir algunos de los elementos que tanto resuenan conmigo —tiene un gato, ¿vale? No hace falta nada más para llamar mi atención, no me escondo—. Dejé Behind the Frame apartado en ese infinito habitáculo llamado backlog hasta que a finales de 2023, este mismo mes de hecho, la plataforma de contenido audiovisual especializada en anime Crunchyroll se ha sumado al sector del videojuego. Una buena noticia para quienes ya fueran suscriptores, una mala noticia para Netflix que disfrutaba en cierta manera de una situación carente de competencia.
Crunchyroll Game Vault ha arrancado su andadura en el sector con un catálogo bastante escaso; una selección de cinco juegos que, si bien son un buen punto de partida, precisan la visita de nuevos compañeros de plataforma más pronto que tarde. Behind the Frame es uno de estos cinco videojuegos, junto a Inbento, River City Girls, Wolfstride y Captain Velvet Meteor. A veces tenemos juegos en una lista de pendientes eterna que nunca termina de crecer, títulos que aguardan su momento con paciencia; juegos que, de golpe, vuelven a estar en la conversación, refrescando tu memoria e invitándote, al fin, a disfrutar de ellos. Justo eso es lo que me sucedió con Behind the Frame, su inclusión en este catálogo fue la excusa perfecta.
La propuesta de Silver Lining funciona de lujo en la pantalla de un móvil. Optar por una historia dividida en pocos capítulos facilita las partidas fuera de casa; sin duda es un juego que podemos completar de principio a fin en una sesión de juego, pero también habrá quien prefiera disfrutar de un capitulito mientras se desplaza en transporte público o mientras espera el comienzo de la siguiente partida en algún multijugador online.
El control también se adecúa a las necesidades que supone jugar en la pantalla de un teléfono: mover la cámara para buscar pistas por el piso es tan sencillo como intuitivo, al igual que seleccionar aquellos objetos con los que queremos y podemos interactuar; la resolución de puzles o el movimiento a través de las páginas de nuestra libreta también es muy cómoda, aunque quizá lo más satisfactorio sea pintar con el dedo en el lienzo en blanco de la protagonista.
No es la única superficie sobre la que tendremos que pintar, pero el afán por ajustarse a ciertos límites establecidos por el dibujo del cuadro principal requiere una pizquita más de concentración. No es que sea una tarea difícil, ni mucho menos, pero cada vez que desbloqueé un nuevo color para avanzar con esta obra me sorprendí con media lengua fuera para mejorar mi precisión con el pincel. La pintura es cosa seria.
La parte jugable de Behind the Frame no ofrece mucha variedad, pero la duración permite que el fantasma del aburrimiento ante la falta de novedad se disipe. El elemento que más contribuye a la hora de generar un interés genuino es la historia; al principio parece que nuestra protagonista es una pintora que busca completar un cuadro de cierto paisaje; una artista cuyo vecino es otro pintor, un señor mayor parco en palabras, siempre acompañado por un gato precioso. Entre música de casetes y tazas de café descubriremos que hay algo que no termina de encajar en la sucesión de los días, algo que carece de sentido y que pese a jugar en contra de la protagonista, no impide que afronte cada mañana con una ilusión inquebrantable.
Este temple, esta constancia pese a que algo te produzca cierto desasosiego, encaja a la perfección con cualquier personaje que habite una foto fija; un escenario que parece ser del agrado del estudio taiwanés. En Behind the Frame la pintura vehicula el argumento del juego, pero en su siguiente título —The Star Named EOS, aún en desarrollo y presente en la pasada LudoNarraCon— cambiamos los pinceles por una cámara fotográfica de tal forma que esa quietud de un instante fijo en el tiempo se mantenga. Una invariabilidad preciosa, sobre todo si podemos jugar con los límites temporales y espaciales en torno a ella. Disculpad si estas líneas suenan poco concretas, pero estamos navegando aguas peligrosas, tratando de esquivar un fondo rocoso repleto de spoilers.
Sin estropearle a nadie la experiencia sí puedo decir que el final de Behind the Frame es satisfactorio; un broche idóneo para una historia bastante linda en el que cierto elemento de ficción comienza a permear la obra antes de que nos percatemos de que esto no va sólo de pintar un cuadro. Resulta curioso haber experimentado la obra de Silver Lining Studio dos años después de su lanzamiento. Con esto no me refiero a que haya conectado con el juego de una forma distinta a como podría haberlo hecho en 2021, sino a que qué mejor mensaje relacionado con un juego así que aquel que ni concibe un concepto como el FOMO —ese miedo a quedarse fuera de la conversación—. No pasa nada por jugar más tarde, no pasa nada por bajar el ritmo y disfrutar de una obra cultural en el momento idóneo para cada uno.
Behind the Frame: El paisaje más bello es una foto fija imperecedera. Un instante capturado en un lienzo al que cualquiera podría acercarse durante los próximos años para disfrutar de una propuesta que, si bien no resulta innovadora, sí logra generar unas sensaciones agradables. El calorcito que recorre tu pecho al ir desenmarañando el misterio detrás de la protagonista es comparable con el pesar que sentimos al descubrir algo que a ella aún se le escapa. Nunca es tarde para detenerse a contemplar esta obra, para deleitarse al completar su composición fruto de coloridas pinceladas y, por qué no, a desear acariciar ese lindo gatito que nos observa desde la ventana del vecino.
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