Who’s Your Daddy: Ser padre hoy

Mañana hará un mes que fui padre y, sí, ya puedo decir que todos tenían razón: da mucho miedo. La fragilidad que transmite un bebé, tras nueve meses esperando verlo, sobrepasa todos los límites de lo razonable. En las primeras noches ver un ligero cambio en su tono de piel o escuchar una respiración acelerada mientras sueña desataban la histeria, las carreras, las jaquecas y los reproches en una vorágine de pavor paternal profundo y totalmente injustificado. Mi hijo ahora solo come, caga, llora y duerme; no quiero ni pensar en el día en que decida bajarse de la cuna y explorar a gatas los peligros inescrutables de mi hogar. ¿Se me quedará la esquina de algún mueble sin acolchar? ¿Estará el suelo libre de infecciones? ¿Sabré apartar de su alcance toda botella y tarro de muerte química? ¿Es cierto que comer caca de gato provoca la aparición de parásitos cerebrales? ¿Qué hago si decide arrancar y tragarse las páginas del Codex Seraphinianus? Preguntas cuya respuesta solo puede aprenderse por las malas y sin entrenamiento que valga. ¡Hasta hoy! Who’s Your Daddy es el videojuego que traslada esta pesadilla paternal al terreno de lo digital, una suerte de broma maligna mucho más oscura e inquietante que pioneros del género como Surgeon Simulator. Y algo más interesante si cabe: quizá sea la primera comedia negra multijugador de la historia. El planteamiento es sencillo: un jugador encarna al padre, solo en casa y encargado de sus funciones de ama de casa sin perder de vista a su hijo, un bebé en pañales especialmente inquieto. Su misión es procurar que el niño sobreviva, algo que en principio entraría dentro de lo probable en el día a día de un padre. ¡Pero aquí no! El niño está bajo el control de un segundo jugador, su rival, que tiene el objetivo escapar de la vigilancia de su progenitor y matarse. De la forma que sea, pero morir. Una búsqueda activa y febril del suicidio infantil de las formas más truculentas a su disposición: tirarse a la bañera llena de agua, colarse dentro del horno, beberse una garrafa de lejía, mutilarse rompiendo una mesa de vidrio o meter la lengua en una toma eléctrica. La verdadera comedia surge aquí de la diferencia entre las metas de ambos jugadores: donde normalmente en un multijugador competitivo ambos participantes persiguen un mismo objetivo o eliminarse entre sí, en Who’s Your Daddy las voluntades se desquician y apuntan en direcciones distintas: yo gano si tú no mueres, tú ganas si logras morirte. Es una verdadera chifladura conceptual que abarca la relación entre padre e hijo desde el ángulo más canalla, pero de momento es solo eso, un concepto. La versión alpha que acaba de publicar su responsable, Joe Williams, es todavía un desastre a nivel técnico, una especie de prototipo amateur plagado de físicas absurdas y fallos de colisión que ni siquiera responde a las reglas que el propio juego propone, pero ahí reside precisamente la certeza de su éxito: la idea es un chiste tan arriesgado y brutal (bromear con bebés muertos es algo que ningún adulto puede hacer en público sin exponerse a consecuencias nada graciosas), que por fuerza funciona a la hora de garantizar el interés del jugador o del público en general. Quizá por eso consiguió luz verde en Steam Greenlight y hasta un par de miles de dólares en Kickstarter La otra dimensión humorística de Who’s Your Daddy es algo más suave pero sin perder una pizca de hilaridad: la forma en que un padre primerizo se despoja del raciocinio y se convierte en un pollo sin cabeza cuando se trata del bienestar de su bebé. La batalla por la supervivencia de ese pequeño calvito suicida queda retratada como la manera más sencilla de hacer que un adulto pierda la cordura. Ahora que ha pasado un mes del calvario transitorio que es el parto, ahora que entiendo perfectamente por qué un padre primerizo solo habla de su hijo, ahora que el terror amenaza desde cada tos, cada milímetro de alteración en el gesto del pediatra, cada amago de cólico, cada maldita vieja de aspecto enfermizo que se asoma a su cochecito y acerca una de sus garras macilentas y huesudas a su carita inmunitariamente precaria; ahora que sé sin margen de equívoco que no jugaré en la puta vida a That Dragon, Cancer, quizá este Who’s Your Daddy me sirva a mí y a tantos otros padres inexpertos para hacer algo tan sano como reírnos un poco de nosotros mismos.