With Those We Love Alive: de la pantalla a la piel

With Those We Love Alive es una aventura basada solamente en texto y enlaces, sin gráficos más allá de los cambios de color del fondo y un sencillo esquema de colores para conocer de antemano el comportamiento de esos vínculos. La historia, escrita por Porpentine y musicada por Brenda Neotenomie, nos pone en el pellejo de alguien preso en un mundo de pesadilla, un imperio poblado de muertos donde reina una emperatriz literalmente monstruosa que ya intimida desde su introducción en la historia, emergiendo de las profundidades de un lago con «su piel larval flotando sobre las aguas como el cadáver de un leviatán pálido», y cuyo aspecto horripilante podemos retocar cambiando la descripción de su retrato: con cuernos de macho cabrío o antenas de escarabajo atlas; con el cuerpo cubierto de pelo de polilla o tiras de piel humana; con los ojos llameantes de fuego azul o serpientes arrastrándose dentro de su cráneo. Somos su nuevo esclavo, parte de su corte de asistentes, y nuestra tarea es fabricarle adornos bonitos o armas para cuando la emperatriz decide salir a cazar humanos. Estamos atrapados, en teoría, pero tenemos libertad para recorrer el palacio, sus balcones, sus jardines, meditar junto a sus lagos y su ciudad llena de violencia y horror o dormitar en nuestra cámara. Porpentine usa en With Those We Love Alive un lenguaje ágil pero descriptivo, con frases breves y punzantes: no necesita usar muchas metáforas porque su universo es en sí mismo fruto de la imaginación, moldeada y de alguna forma estimulada por lo traumático de un proceso de cambio de sexo, como fue su caso. Dice que su juego gira entorno al amor: no solo a la expresión del amor, sino también al amor oprimido. El relato que recorremos click a click es intenso y está bien narrado, pero lo más llamativo de su apuesta es cómo Porpentine trata de trasladar las secuelas y el desgaste de su experiencia al propio jugador de una forma simbólica, literalmente: al inicio de la aventura se nos pide que tengamos a mano un rotulador o bolígrafo que pueda escribir sobre la piel, y a lo largo de la historia nos piden que nos dibujemos en el cuerpo una serie de símbolos que representan algunos sentimientos como la vergüenza o el miedo a un nuevo comienzo. De este modo With Those We Love Alive consigue traspasar la pantalla y actuar en el mundo físico de la forma que persigue el concepto del juego: dejando una marca visible y física en el jugador. Obviamente esas marcas desaparecen con un poco de agua y jabón, pero sigue quedando en la memoria que una vez un videojuego nos hizo dibujarnos tatuajes. Quizá no sea una marca permanente, pero sí innegable. With Those We Love Alive nos introduce en su propia rutina: nos hace trabajar para la emperatriz, entregarle el fruto de nuestro trabajo que muchas veces ni siquiera utiliza, y luego nos hacer ir a dormir. Cada mañana debemos esperar el encargo del día, llevarlo a cabo y acostarnos, hasta que en cierto momento ese ciclo de día de ese mundo extraño se quiebra y el jugador tiene la oportunidad de definirse a sí mismo, de ser lo que le apetezca ser. La alegoría, como bien explica Alice O’Connor en RPS, hace referencia al margen de movimiento que tenemos en nuestra estructura social y a cómo reaccionamos frente a lo que nos rodea, la violencia y el abuso en todas sus formas y la rutina: «es un juego sobre abandonar toda esperanza para encontrar una esperanza nueva». Ahí es donde entra la parte física del juego: cada reacción que mostramos frente a lo que se nos presenta en momentos clave debe representarse en el cuerpo, como el símbolo de una decisión que ya no tiene marcha atrás y que nos marcará de una forma u otra. A la propia Porpentine le ha sorprendido la cantidad de fotos de estos tatuajes temporales que ha recibido. «Al fin y al cabo», admite, «no es algo especialmente divertido o necesario para disfrutar el juego; que un desconocido te haga dibujarte cosas en el cuerpo es algo muy íntimo». Se trata, eso sí, de una pieza esencial en la experiencia completa, una especie de puente entre lo digital y lo físico, una dicotomía que lleva tiempo dándole que pensar y atormentándola en cierto modo: «A me nudo me frustra lo plano, lo inmortal y la pulcritud sin mácula de lo digital. Quería otra dimensión, quería sentir algo». Como señala Michael Rougeau en Animal New York, Porpentine se niega a promocionar su juego —diseñado en dos semanas a partir del momento en que consiguió dar con la forma exacta de describir sus sensaciones— pero la coherencia de su discurso se ve reforzada cuando uno ve la forma en que toma capturas de pantalla de With Those We Love Alive: con la cámara de mala calidad de un móvil anticuado, enfocada al monitor para trasladar a la imagen los defectos, irregularidades y texturas del mundo físico. Podéis jugar a With Those We Love Alive gratis y en inglés aquí.