Avance de Bayonetta 2

Hace relativamente poco, volví a pasarme el primer Bayonetta en Xbox 360. (Dos veces.) (Vale, tres; lo dejé un poco después del capítulo del coche, cuando iba por la cuarta vuelta.) Menudo juego: dándole vueltas y más vueltas para intentar estar preparado para la segunda parte, uno se da cuenta de que es muy difícil hacer un Bayonetta Mejor, que es lo que habitualmente se espera uno de las secuelas. El juego de Platinum Games salió hace cinco años, y hasta hoy no he visto ninguno con mejor sistema de combate, mejor progresión de habilidades y desbloqueables y mayor generosidad; si acaso, The Wonderful 101 podría estar cerca. Ellos mismos parecen saberlo; Bayonetta 2 no parece querer ser Bayonetta Mejor: en su lugar, más humilde, prefiere ser Bayonetta Más.

Todo lo humilde que puede ser un juego, claro, que tiene en el exceso y en lo tremendo las bases sobre las que se apoya todo lo demás. La introducción lo deja bien claro: en cuanto los ángeles atacan a la bruja mientras ella y Jeanne están de compras navideñas por lo que parece ser Nueva York, vemos que ahí está la Bayonetta que conocíamos y queríamos volver a ver. Hipersexual, deslenguada, flexible y ágil de maneras caricaturescas, exageradísimas, alejadas por completo de la realidad: a su entrada en combate, esquivando con precisión, a cámara lenta, un maremoto de cuchilladas que le rasgan el vestido mientras suenan gemidos me remito. Inmediatamente después empieza, encima de un caza que vuela a toda velocidad entre los rascacielos, la ola de puños fuertes en el lomo.

Los primeros cuatro capítulos de Bayonetta 2 los he vivido sin sorpresas: la mayor parte de lo que ocurre en ellos ya lo conocía, de varios E3 y de las fantasías alucinatorias que me persiguieron durante meses después de jugar en Los Angeles, pero verlo todo en orden, de seguido y de la manera en que estará en la versión final, ayuda a hacerse una idea de por dónde van los tiros en esta secuela. Bayonetta 2 es bastante más rápido que la primera parte: desde el principio, buena parte de las habilidades que en Bayonetta se conseguían después de unas horas de juego aquí están desbloqueadas desde el principio; por lo visto, una de las ideas de Platinum era que los dos juegos estuvieran enlazados no solo narrativamente, sino que no existiera una rotura brusca en lo jugable al dar el salto de una parte a la otra. El primer capítulo (el prólogo es lo de los cazas, el tren y el rascacielos, lo que pude jugar en el E3 del año pasado) nos da un poco de tiempo para hacernos a los controles, explorar la nueva ciudad, como pasaba con Vigrid en el primero, y empezar a entender cómo funciona todo; ya tenemos aquí la transformación en pantera, imprescindible para moverse rápido por los mapas. Otras, por motivos argumentales o de puro sentido común, siguen desbloqueándose con el paso de los capítulos o apoquinando halos en The Gates of Hell, el bar infernal de Rodin.

Ya habrá tiempo para hablar con más calma sobre la historia y los escenarios en los que se desarrollan (inspirados en Bélgica e Italia, como explican en el blog de Platinum, por si queréis ir adelantando deberes), porque no conozco a nadie que juegue a Bayonetta por su historia. Matizo: no conozco a nadie que se enamore de Bayonetta por su historia.

Casi todo el capítulo es un mismo combate en varias partes. La primera se desarrolla en una plaza; el objetivo es derrotar al Sabio, claro, que tiene un repertorio de ataques similar al nuestro (aunque ya con parry, algo que yo no tenía en ese momento) y al que podemos intentar pillar desprevenido rodeándole, aprovechando los timings de sus ataques para buscarle la espalda e intentar derribar su guardia desde ahí con ataques de invocación, transformándonos en pantera y alejándonos o moviéndonos por la superficie amplia para esquivar sus golpes. Cuando lo hemos debilitado lo suficiente, el sabio invoca a un ángel (el de las dos cabezas de dragón) que destroza la plaza, limitando nuestra área de acción a una plataforma alargada suspendida sobre la lava. En este momento, el escenario, el tono de la pelea e incluso la posición de la cámara nos hacen pensar en un uno contra uno como de juego de lucha, de esos que tanto gustan a Platinum; en un segundo plano, al fondo, mientras Bayonetta y el Sabio se curten el lomo, el ángel y Madama Butterly —ese demonio a quien debemos los tacones y puños infernales que terminan nuestros combos— replican el combate de sus invocadores a una escala mucho mayor.

En la tercera fase, con la última barra de vida del Sabio, ya ni siquiera importa el suelo: el combate pasa a ser puro ataque y esquive cuando la plataforma se destruye y Bayonetta y el Sabio sacan las alas y continúan la lucha volando. Es una especie de Punch-Out del futuro en el que el juego de distancias se combina con las técnicas más avanzadas de Bayonetta (los esquives, el Tiempo Bruja, las decenas de combos), y que sirve a la vez de declaración de intenciones: el énfasis en el sistema de combate es aquí claro, como si Platinum quisiera dejarnos claro que Bayonetta es justo esto, y nada más: medir las distancias, reaccionar con precisión a los ataques enemigos y saber cuándo contraatacar o presionar. Solo eso. Como si fuera poco.

Remata la escena una pequeña secuencia, de la que ya hablé en otra ocasión, en la que le rompemos el jeto al ángel controlando a la Madama Butterfly gigante; una parte en la que el control se simplifica y la intensidad disminuye, como si el juego tuviera miedo de cerrar el capítulo demasiado de golpe: como si prefiriera dejar de pisar el acelerador en lugar de pegar un frenazo.

La primera toma de contacto con el Bayonetta 2 que acabaremos teniendo en Wii U, con la versión ordenadita y sin los cortes estrafalarios que suelen conllevar las demos de ferias y eventos, ha sido muy positiva. Es Bayonetta, al fin y al cabo, algo que es bueno y es malo: estamos totalmente dispuestos a enfrentarnos a la aventura completa, claro que sí, y con cuatro capítulos basta para saber que lo importante está ahí (el combate preciso y profundo; las escenas y situaciones estrafalarias e hiperbólicas; los clímax que Platinum ha ido convirtiendo en un mantra de Bayonetta, entre niveles de dificultad y nombres de técnicas), pero con meternos hasta los tobillos no nos llega para saber cuánta profundidad va a acabar teniendo. Sabéis que confiamos bastante en Platinum Games, pero esta vez tenemos una consolación: si esta piscina no acaba siendo tan profunda como nos habría gustado siempre nos queda la otra, la que ya conocíamos, la que viene de regalo, que es tan profunda que muy poca gente conozco que haya llegado tocado el fondo. Si tenéis una Wii U, hacedme caso: marcad el 24 de octubre en el calendario.