Avance de Darksiders II

Viajar a Amsterdam siempre es un placer, y no sólo por lo que la mayoría estaréis pensando. La capital de los Países Bajos es una ciudad acogedora y tranquila: sólo con que os adentréis un poco por sus callejuelas querréis pasaros la tarde paseando y tomando café en cualquiera de sus numerosas terrazas, mientras disfrutáis de las vistas a alguno de sus canales. Si además de todo esto te hospedas en un buen hotel y puedes jugar a uno de los juegos más esperados en los próximos meses, Darksiders II, qué puede fallar. Son las ocho de la mañana y no quiero levantarme: se está tan bien en esta habitación que no quiero que me saquen nunca, pero el deber es el deber; ducha, desayuno y rumbo a la presentación.

Tras un movido viaje en taxi llegamos al lugar del evento: una iglesia cerca del centro de la ciudad es el lugar elegido por THQ para citar a los medios, de varios países, que asistiremos. No sé si habrán pagado una cantidad ingente de dinero al párroco o simplemente no le dijeron lo que iban a hacer, pero fue muy buena idea presentar al jinete del Apocalipsis, Muerte, en la casa Dios; será a él a quien controlemos en el juego, mientras intenta limpiar el nombre de Guerra en el inframundo al mismo tiempo que éste lucha en la Tierra. Esto conlleva un cambio importante en lo que se refiere a la ambientación de los escenarios, cuyo diseño parece dejar patente la mayor libertad creativa del equipo de desarrollo.

Las comparaciones son odiosas, pero THQ no se corta a la hora de descubrir cuales han sido las referencias a la hora de diseñar el juego; lo hacen con humildad, pero sobre todo lo hacen bien. Darksiders II bebe de muchas fuentes. Para empezar, tenemos un mundo relativamente abierto en el que encontraremos caminos secundarios o zonas inaccesibles hasta que tengamos determinadas habilidades; el mapa se convierte, así, en un recurso muy útil.

Estas zonas están repletas de obstáculos que sortear, paredes que trepar y puzzles que resolver. Las mecánicas de salto están muy cuidadas, y los momentos de plataformeo resultan un reto más que interesante: no basta con seguir adelante, saltando a lo loco, sabiendo que siempre vamos a llegar a un saliente al que agarrarnos, como puede pasar en Assassin’s Creed.; aquí hay que observar la ruta a seguir, ya que en muchas ocasiones tendremos que hacerlas de una vez, sin dejar de avanzar y midiendo los tiempos entre salto y salto, si no queremos morir. Casi recuerda más a los primeros Tomb Raiders que a los actuales Uncharted y compañía.

Evidentemente los combates siguen siendo un componente esencial del título. Esta vez están más centrados en la velocidad y la habilidad que en la fuerza bruta: si Guerra se caracterizaba por su poder, Muerte es más rápido y ágil; no bloquea los ataques, los esquiva con rápidos desplazamientos y contraataques a la velocidad de la luz. En todo momento tenemos dos armas equipadas con las que hacer combos de todo tipo; por ejemplo, podemos empezar atacando con las cuchillas, rápidas y letales, para acabar machacando al enemigo con un hacha gigante. Todo lo relacionado con los combates y sus mecánicas funcionan bastante bien, aunque en ocasiones se vuelve un poco caótico y no apreciamos bien que es lo que estamos haciendo realmente.

Los combates, más rápidos y completos, se complementan a la perfección con el toque rolero que ha adquirido Darksiders II con respecto a la primera entrega. Ahora vemos en pantalla la salud que le restamos al enemigo en cada golpe, y además disponemos de infinidad de armas y equipamiento para ser el jinete más tuneado del inframundo. Cada vez que acabamos con un enemigo, éste nos deja dinero con el que comprar nuevas habilidades, armas y equipamiento; hasta aquí nada del otro mundo: la novedad, y el acierto, está en la manera en que se recogen y aplican las armas y armaduras. A diferencia que en la gran mayoría de los juegos, no deberemos ir al menú y comparar nuestros nuevos ítems cada cinco minutos, sino que cuando lo vamos a recoger vemos en qué es mejor o peor y podemos guardarlo o equiparlo directamente, agilizando el trámite y evitándonos la visita al inventario.

La gran virtud de Darksiders II es su capacidad para combinar lo mejor de muchos juegos de distintas índoles de tal manera que encajen a la perfección. Al final de la demo luchamos contra un gran coloso (un jefe de proporciones desmesuradas que remata el popurrí de juegos) que nos puso las cosas bastante difíciles. Y este es el único punto negro de lo que pudimos jugar: el gigante de piedra te encara mientras se acerca para golpear con su inmenso brazo; el golpe es lento, pero aun así, por culpa de la cámara, que no deja ver el mejor plano de la acción, el gigante te golpea una y otra vez hasta que consigues dar con la dirección concreta en la que hay que correr para evitar que te machaque. La lucha se me hizo un poco lenta y aburrida, además de por no ser muy original, por que no se dan las condiciones óptimas para poder observar la acción y actuar en consecuencia.

Pese a este último combate, el juego nos ha transmitido muy buenas vibraciones: tiene todo lo necesario para divertir a los amantes de las aventuras de acción durante un buen puñado de horas; hay buenos combates, muchos ítems, numerosos caminos por descubrir, unos gráficos muy vistosos y una historia que parece lo suficientemente trabajada como para enganchar al jugador. Sólo falta por ver que atractivos propios y no sacados de otros juegos tiene por aportar, pero ya podemos decir que Darksiders II tiene todo lo necesario para convertirse en uno de los grandes lanzamientos del año.