
Capcom Fighting Collection 2
Capcom / PC, Xbox One y PlayStation 4
15 de mayo de 2025
Llevo unos días jugando a Capcom Fighting Collection 2, la nueva recopilación de juegos de lucha de Capcom con la que la veterana compañía japonesa da continuación a Capcom Fighting Collection; son dos datos que me podría haber ahorrado, porque en el título mismo de la colección está más o menos toda la información que puede ser necesaria para interesarse por ella. Por si necesitas más ganchos, la portada te echa un cable: en primer plano está Ryu, el Super Mario de Capcom, lanzándole un jab a Terry Bogard, el Super Mario de SNK. Detrás, Mai y Chun-Li reafirman la rivalidad entre casas; Ingrid y Batsu, de los menos conocidos Capcom Fighting Evolution y Project Justice, ponen también su granito de arena para llenar la portada, más al fondo.
Pero más lejos de los puntos calientes de la portada, en una esquinita, peligrosamente a punto de verse aplastados por los logos de la consola que corresponda, están Edward Falcon y Julia, de Power Stone, uno de esos juegos genuinamente legendarios: son conocidos más por su leyenda que por que los tengamos siempre a mano, listos para una partidita rápida cuando viene gente a casa, cuando quieres matar un rato en el tren o cuando necesitas algo que todo el mundo conozca, un ayuken, ni que sea. Repasando sus lanzamientos, porque no me sonaba que se hubiera movido mucho, compruebo que aparte de los originales de recreativa y Dreamcast (originales en paralelo, en la misma medida, cada uno a su manera) solo está la versión de PSP, tanto del primero como de la secuela. Me alegra más, entonces, su presencia en esta Capcom Fighting Collection 2; venía a contar que me alegraba poder tenerlo tan a mano, pero también es agradable pensar en que mucha gente lo experimentará por primera vez aquí.
Ya habrá tiempo de hablar de la colección completa (aunque tiene mucho en común con la primera); quiero hablar un momento sobre Power Stone. Es un juego diabólicamente divertido, explosivo y siempre emocionante, con el que Capcom mueve su Gran Género, la lucha, a las tres dimensiones; no solo los gráficos son 3D, sino que te mueves en todas direcciones, saltando y cayendo por escenarios llenos de desniveles mientras atacas a tu rival y esquivas sus ataques, y mientras corres detrás de las power stones del título, que te otorgan poderes temporales con los que hacer mucho más daño del habitual.
Es un juego sencillo, con menos complejidades y un idioma más simple que el de los fighting games en los que Capcom estaba más que versada ya en 1999: ese mismo año salió Street Fighter III: 3rd Strike, la tercera revisión de esa imposible superproducción de la lucha. Es un juego que quizá no sabe cómo ser un gran videojuego en 3D, pero sí sabe, y de sobra, cómo tienen que ser las mecánicas y dinámicas en un videojuego clásico, y compensa cada estrechez más o menos achacable a la época con pura y elástica diversión cartoon, con personajes de dibujo animado que se aplastan y estiran y reciben por todos lados mientras corren como pollo sin cabeza, lanzándose los trastos a la cabeza (literalmente: cajas, jarrones, sillas, mesas; las tanganas son indescriptibles) mientras pelean por ver quién consigue coleccionar las tres piedras del poder, quitándoselas entre sí a palos, dándose espadazos, tirándose gigantescas bombas de tebeo, disparando revólveres y lanzamisiles. Es un juego de lucha uno contra uno que hace doblete como party game, no porque haya dados o un tablero o minijuegos sino por la energía festiva que emite, irresistible y más poderosa que la de muchos Mario Party.
Me gusta Power Stone más que su secuela, en parte por lo preciso de su sencillez, por lo poquito que necesita para ser inagotable. Es una auténtica joya. Power Stone 2, por su parte, toma la decisión correcta localizando en esa festividad y ese caos a veces difícil de controlar las principales virtudes de su fórmula, y ampliando el juego en esa dirección: no solo hay objetos más descabellados y nuevas oportunidades para ponerle la zancadilla a tus rivales (y también de esos hay más, por los combates a cuatro mandos), sino que los propios niveles tienen más movimiento, evolucionando a medida que avanza el combate y proponiendo incluso secciones en las que el gameplay básico se altera. Es una fiesta, aunque quizá una con más ruido de la cuenta, que a veces te lo pone difícil para encontrarte; un fiestón, en cualquier caso, aunque personalmente su propuesta me atrae algo menos que la del original, más concisa y asible.
Estos dos juegos podrían ser las estrellas de esta colección, y a veces, mientras jugaba, pensaba que no podía ser de otra forma. Está Project Justice, también, otro hecho para la placa NAOMI de Sega, aunque por desgracia no está el primer Rival Schools; está también Plasma Sword, otro de Dreamcast, así que quizá la lógica que se aplica en esta recopilación sea seguera. Pero luego vuela una tarde jugando a Street Fighter Alpha 3 Upper, la revisión de 2001 del clásico que ya se incluyó, en su primera versión, en la Street Fighter 30th Anniversary Collection, y me pienso quién puede ser la estrella. Y luego se va otra tarde con Capcom vs. SNK 2, incluido junto con el primero (de ahí la gran presencia de Terry y Mai en la portada), y me sigue fascinando igual que cuando lo jugué por primera vez, hace más de veinte años, en GameCube; es sin duda una recopilación naomista, qué duda cabe, y otra muestra de un tipo de versatilidad difícil de ver en las distancias cortas, en el juego a juego, pero que brilla con luz propia cuando juntas unos cuantos en un mismo pack, independientemente de la lógica que sigas para hacerlo.

Hay algo bonito en la manera que tiene Capcom de revendernos sus juegos antiguos. Un ejemplo, en este caso, se encuentra otra vez en la portada, ilustrada por Shinkiro. Shinkiro lleva un cuarto de siglo en Capcom, y su trabajo es inmediatamente reconocible; pero antes de eso, en los 90, fue el ilustrador más famoso de SNK, y la identidad de clásicos como Fatal Fury o The King of Fighters está ligada sin remedio a sus dibujos. Por eso ver a este Ryu y este Terry Bogard, los dos dibujados por Shinkiro, en la portada de la colección es bonito: es una muestra de la veteranía de mucha gente de Capcom, que sigue trabajando en la compañía seguramente desde la época en que salieron los juegos recopilados aquí, y un detalle del cariño que hay detrás de estas colecciones, que igual no sirven para convencer a infieles (ya hablaremos sobre eso cuando toque, insisto) pero que como caramelitos para conversos son irresistibles.
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