Avance de Lego City Undercover

Lo primero que le viene a la cabeza a uno cuando empieza a jugar a Lego City Undercover es GTA IV, y no creo que sea del todo casualidad: en la primera escena, que sirve para hacernos una idea, en unas pocas pinceladas, de la historia, de la ciudad y de sus gentes, vemos como Chase McCane vuelve a Lego City después de unos años ausente, y lo hace en un barco, como Niko Bellic, mientras nos pone en situación. Por fin, sobre el puente colgante de esta San Francisco que también es Nueva York se imprime el título del juego.

La forma más sencilla de describirle a alguien que no sabe nada del juego este Lego City Undercover sería «es un GTA de Lego», así que no es mala idea intentar asociar mentalmente tu juego a la titánica epopeya de terror balcánico de Rockstar. Ya han jugueteado antes TT Games con el mundo abierto, pero es esta la primera ocasión en la que se rinden completamente al sandbox; el muy recomendable Lego Batman 2 ya nos ofrecía un mapa dividido en tres zonas bien amplias que conectaban los distintos niveles (como lo ponía @pinjed en su análisis, «si un sandbox es el patio del colegio en el que pueden esperarnos aventuras en cada rincón (…), lo de LEGO Batman 2: DC Super Heroes es más el pasillo donde, sí, también hay vida y cosas que hacer, pero solo sirve de unión entre las distintas aulas, que es donde está lo gordo»), pero esta vez la cosa es mucho más parecida a la fórmula GTA: la mayoría de exploración, historia y acción tiene lugar en el mapa principal, del que salimos sólo cuando tenemos que hacer misiones específicas que requieren de localizaciones especiales.

Lego City la recorremos como Chase McCane, un legendario policía que regresa a la ciudad unos años después sólo para enterarse de que Rex Fury, el villano más terrible de todos los tiempos, se ha escapado de la isla Albatross, el trasunto de Alcatraz en donde habían acabado sus huesos gracias al trabajo de, claro, McCane, que no se llevó la gloria pero sí fue el cerebro de la operación policial en la que se logró detener al fatal bellaco. Con un caso que resolver y más problemas que nunca (el comisario Marion Dunby sigue odiándole, su compañero, Frank Honey, es muy torpe y la chica en la que tiene puesto el ojo, Natalia Kowalski, está en el programa de protección de testigos por su culpa: reveló su identidad sin querer después de que ella aportara información crucial para atrapar a Rex Fury) comienza una historia sencilla, con tendencia al humor simple y que se rebaja a sí misma todo lo que puede con tal de dejarse entender por cualquiera que se ponga a los mandos, pero plagada de detalles que la hacen encantadora.

En el número 430 de la revista Dirigido por…, Antonio José Navarro habla del «ejercicio solipsista» que lleva a cabo Tarantino en sus películas, que «se caracterizan (…) por un indisimulado fetichismo, coleccionando momentos de otros films —a veces reducidos a meras citas, guiños o chistes de variado gusto e inteligencia—». Menos complejo pero igualmente satisfactorio es el juego de citas de Lego City Undercover, también en cierta medida un «producto cultural plenamente autoconsciente de su condición de hiperficción», volviendo a Navarro.

Las referencias a los 60 y 70 son más o menos evidentes. Cuando McCane acude a una reunión en la comisaría para discutir la línea que seguirá la investigación del caso Rex Fury, también hacen acto de presencia Starsky, Hutch, Harry el sucio, Colombo; pero también tenemos a Natalia Kowalski, cuyo apellido hace referencia a Punto límite cero, película con la que roza a Tarantino (de ella sacó el coche de Mike, el asesino de Death Proof) y que va de un frenético viaje hasta, precisamente, San Francisco. Aunque el vibe del juego es marcadamente setentero, la fiesta de la referencia no se conforma con quedarse ahí: tenemos Titanic justo en la primera escena del juego, y tenemos a Sherlock Holmes y Watson reunidos también en la comisaría. En las tres horas que pude jugar vi una genial sección dedicada a Cadena perpetua y pude escuchar a un marinero que, después de muchas líneas de diálogo, se preguntaba: «¿Qué le habrá pasado a mi viejo amigo Ahab? Hace siglos que no le veo.»

La simpática historia y la jugabilidad se van ayudando una a otra para conseguir mantener nuestro interés mientras vamos de un sitio a otro cumpliendo misiones. Lleva fallando siempre y ya casi podría decirse que it’s not a bug, it’s a feature, pero el control mediocre y el combate poco inspirado se mantienen en Undercover. Molestan menos porque el juego se lo permite: la estructura de mundo abierto hace que el plataformeo no tenga tanto peso, y cuando hay que pegarse la cosa va más de ponerles las esposas a los malandrines que de fulminarles a combos; el ritmo e intensidad de las peleas es menor, y está más centrado en mantener a raya a grupos de enemigos para ir esposándoles sin que se nos pongan muy farrucos. Otra variable se une cuando vamos encontrando distintos disfraces para McCane, que podemos ir cambiando al vuelo pulsando simplemente un gatillo y que nos dan poderes (obligatorios en muchos casos para superar las misiones principales de la historia) y acceso a sitios concretos: vestidos de policía podemos usar un gancho para llegar a sitios elevados, pero sólo con el de ladrón podemos forzar puertas y cajas fuertes.

El resto del tiempo lo pasamos al volante. Para ir de un sitio a otro es recomendable reclamar un vehículo gracias a nuestros privilegios como policía y lanzarse a la carretera como alma que lleva el diablo. Se controlan suficientemente bien como para resultar funcionales pero no tanto como para resultar divertidos por sí mismos; yo sólo vi unos pocos y me consta que hay una cantidad impresionante, algunos de ellos muy delirantes: yo no vi nada que se saliera de lo normal, aunque, eso sí, es genial ver cómo a los coches se les van cayendo bloques cuando nos chocamos.

Tengo ganas de seguirle la pista a este Lego City Undercover, porque, además de que las horas que pude probar me dejaron con la impresión de que en TT Games han entendido perfectamente el género que homenajean, parodian y cultivan, da la sensación de que este es el primer juego de la serie Lego que realmente captura la esencia del juguete. Veréis: yo de pequeño tenía una alfombra en mi cuarto, como la tuvieron tantos, que era una ciudad dibujada en una psicodélica mezcla de perspectivas. Además de crearme mis propias ciudades con los Lego, a los que era de crío muy aficionado, a menudo la alfombra resultaba un recurso precioso, porque me permitía simplemente jugar con los muñecos y los coches que me montaba sin tener que preocuparme mucho más. El resto lo hacía con la imaginación, supongo. Undercover nos ofrece una historia, la de McCane, que protagonizar y seguir, pero también nos da una alfombra, Lego City, y unos muñecos, McCane y familia, con los que tirarnos al suelo y simplemente jugar. Si el paso del tiempo nos ha matado la imaginación es lo que nos toca comprobar ahora.

Lego City Undercover sale el 28 de marzo, en exclusiva para Wii U.