Avance de NES Mini

Buscando en la página web de Nintendo of America, uno se puede encontrar con la sección de asistencia para consolas anteriores a Wii. Ahí están todas: puedes ver, con ilustraciones, cómo se coloca el Expansion Pak en una Nintendo 64, cómo se le cambia la carcasa a una Game Boy Micro o cómo enchufar una Super Nintendo en el coche. También se pueden leer algunas cosas interesantes sobre NES, la primera consola de la compañía. Hay algunos consejos sobre cómo conseguir una NES y otras máquinas antiguas, desde lugares como eBay, mercadillos o tiendas especializadas en retro hasta casas de empeños: «lo creas o no, las casas de empeños son un lugar excelente para encontrar productos más antiguos», dicen. También hay un aviso que atenta contra todo aquello en lo que creíamos hasta ahora: «No soples en tus cartuchos o consolas», avisan. «El vaho de tu aliento puede corroer y contaminar los conectores pin». El Sueño Ha Terminado.

La relación de Nintendo con su pasado es de esas que ayudan a crear afición. Ni siquiera hace falta haber crecido con sus consolas para sentir las décadas de videojuegos que hubo antes de 3DS o Wii U: un juego como Ice Climber, por ejemplo, mantiene una actualidad insólita a pesar de que su único juego es de hace treinta y dos años, a base de ser mencionado, homenajeado, reciclado y celebrado en juegos tan dispares como WarioWare, Super Mario Maker o Super Smash Bros. Los primeros experimentos con los juegos de velocidad con Excitebike se reflejan tres décadas después en Mario Kart 8. Uno de los minijuegos con los que Nintendo decidió demostrar las posibilidades de Wii U en el infravalorado Nintendo Land es una revisión de un modo de juego de Balloon Fight, el clon de Joust que programó Satoru Iwata después de programar el port para NES de, precisamente, Joust.

Así que supongo que NES Mini, que pudimos probar en una sesión organizada por Nintendo hace unas semanas, tenía que ocurrir. Una versión en miniatura de su primera consola, la que resucitó el mercado occidental del videojuego, dicen por ahí; la de las primeras veces: el primer Super Mario Bros. (y el primer Mario Bros., ya que estamos), el primer Metroid, el primer Zelda. Es un juguetito minúsculo que no se conforma con ser un objeto decorativo más: HDMI mediante, NES Mini da acceso a una selección de treinta juegos, emulados de una forma que recuerda a la de la Consola Virtual que todos conocemos. Es más o menos eso: el tipo de emulador oficial que se asocia a las consolas de Nintendo, con ese gusto por el detalle tan suyo; no hacía falta, claro, pero las partidas guardadas se colocan en su slot volando con unas alitas de Super Mario Bros. 3. Cuanto más lo piensas, más necesarias parecen esas alas. (En el vídeo de abajo se pueden ver los menús, alrededor del minuto 2:10.)

La aproximación a la emulación de NES Mini es curiosa, en parte por exigencias del aparato mismo. Aunque es posible guardar la partida en cualquier momento y retomarla sin dificultad más adelante, el número de slots es limitado (cuatro por juego) y no es posible acceder al menú de guardado rápido sin pulsar el botón RESET de la máquina, una experiencia emocionante y nostálgica la primera vez pero más o menos innecesaria las siguientes. La cantidad de opciones que se ofrecen para personalizar la emulación son limitadas, aunque no debería ser necesariamente mal asunto: en el fondo, NES Mini se presenta como una antología, un resumen muy escogido y limitado del catálogo de la consola, más que como el campo de pruebas con software antiguo que puede ser un emulador de PC. Me gusta el concepto, de hecho: te puedes fiar más o menos del criterio de Nintendo para escoger una selección de juegos de su propia máquina, pero lo cierto es que el catálogo es inmenso y cualquier ayuda para ver sus puntos fuertes sin tener que pasar por más penurias de la cuenta es agradecida.

Por eso no tengo mucho que echarle en cara a los treinta juegos que incluye NES Mini. Las pocas ausencias dolorosas se compensan con los que sí están ahí: los que encuentren menos atractivos estos juegos clásicos pueden llegar por el primer Super Mario o por Metroid, pero no descartaría que se quedaran por la gran inteligencia de Balloon Fight, Castlevania o Kid Icarus, o por cómo Kirby’s Adventure o Gradius esquivan las limitaciones técnicas para ofrecer juegos que parecen un poco más avanzados de lo que era posible en su época. Es una caja de sorpresas; entiendo que haya quien se pregunte por qué demonios hay quien todavía hoy dedica una parte de su tiempo a jugar a, yo qué sé, Donkey Kong o Pac-Man, pero en esta colección hay una respuesta razonable: son buenos juegos.

Algunas sorpresas son más agradables que otras. El modo de vídeo con scanlines me pareció fantástico, y la emulación de todos los juegos que pude probar (la mayoría) era buena; no sé si excelente, porque para eso haría falta hacer pruebas que se escapan de mi sesión de prueba con NES Mini en las oficinas de Nintendo, pero no vi problemas importantes y en todos los casos no había diferencias con lo que recuerdo de ellos, y a algunos de estos todavía juego con frecuencia. Por otro lado, es uno de los aparatos más incómodos que recuerdo, en buena medida por, de nuevos, sus propias exigencias. El cable del mando es minúsculo, porque es necesario tener la consola cerca (para volver al menú, recordemos, hay que pulsar el botón RESET, que se encuentra en el frontal, debajo de lo que debería ser la tapa de la ranura para cartuchos) o porque está diseñado siguiendo esa peculiaridad concreta del mando de Famicom: desde luego, está más cerca de los cuarenta y pico centímetros del mando japonés que de los casi dos metros del occidental, algo que puede ser más o menos problemático a la hora de utilizarla en una televisión grande. El mando es perfecto, por lo demás, pero es poco flexible: es difícil usar la consola sin seguir las pocas configuraciones ideales a las que dan pie los cables incluidos por defecto, que tienen un problema añadido: la alimentación por USB. He estado en pisos muy pequeños, muy, muy pequeños, y ni ahí me puedo imaginar una NES Mini encajando con soltura. Parece más apropiada para tenerla, por ejemplo, en el escritorio, al lado de un ordenador, donde los problemas de tamaño se convierten en ventajas. Aunque no tiene por qué ser un problema generalizado o común, ni siquiera, en mi sesión de prueba el input lag fue un problema: las visitas a los menús de configuración de la tele contrastan con ese ritual de pulsar RESET para reiniciar la consola, y me hicieron pensar en los años en los que estas instrucciones eran todo lo que hacía falta.