Hijo de la luna

Avance de Skate Story

Skate Story
Sam Eng, Devolver Digital / PC, Mac
2024


Un skater de cristal quiere comerse la luna; para lograrlo, firma un contrato con el demonio que acaba llevándole al exilio en los dominios de un filósofo para el que el skate es «un pecado más allá del pecado». Allí, en lo que podría ser el almacén donde se guardan el atrezo descartado de un videoclip vaporwave (con, eso sí, una tienda de souvenirs donde puedes gastar las almas que ganas en nuevas tablas o en una lata de refresco; una estatua de mármol tiene sed, descubres más tarde), aprendes a patinar y acabas enfrentándote al filósofo en algo así como un duelo de skate, la prueba de fuego para avanzar por los círculos del infierno en el que pareces estar atrapado. No sé si el objetivo es escapar o hundirte cada vez más hondo; sí sé que Skate Story es el tipo de juego que puede hacer el viaje, sea cual sea la dirección, intenso y apasionante.

Skate Story es un juego de skate, principalmente. Tu avatar es un patinador de cristal y, por tanto, los golpes hacen que se rompa en mil pedacitos que se desperdigan en todas direcciones mientras la cámara se desploma, cayendo de cualquier forma en el suelo; es uno de los detalles importantes de un juego como este, que vive y muere en sus detalles: las físicas de la cámara hacen que la violencia de cada caída se note el doble, por si el hecho de que tu avatar se haga literalmente pedazos no fuera suficiente. Las caídas son —como en cualquier juego de skate decente— fundamentales en Skate Story: aunque los mapas de la demo que he podido jugar son relativamente simples, con escalones poco elevados y pendientes sutiles, la sensación que dejan los dos primeros niveles del juego (el tutorial y el primer capítulo, coronado por el enfrentamiento contra el filósofo, un boss inusual para un juego en el que cualquier boss parece inusual, en realidad) es la de que por mucho que los diálogos, los personajes, las cinemáticas, la estética; por mucho que Skate Story se vista, con sorprendente gusto, de muchas cosas, en el fondo sigue siendo un juego de skate, y en un juego de skate hay que caerse.

Cayéndote aprendes a manejar la tabla y a hacer, en la demo, los poquitos trucos que el juego te enseña. La clave está en controlar los tiempos: cuando preparas el truco, aparece en la parte trasera de la tabla una barra por la que se va moviendo un marcador; cuanto más cerca del punto más brillante de la barra sueltes los botones, más alto saltas y mejor te sale el truco. Es más fácil decirlo que hacerlo. Incluso coordinar los impulsos para ganar velocidad antes de preparar un sencillo ollie es un proceso que requiere concentración y sangre fría, porque en muchos casos pensártelo más de la cuenta antes de ejecutar el truco puede hacer que te estampes contra cualquier obstáculo, haciéndote añicos. No hay grandes castigos por cagarla, y también en eso es un juego de skate: vale más la satisfacción de hacer un kickflip perfecto que las diez mil caídas que te ha costado aprender a hacerlo.

Haciendo skate cumples también las misiones que te encomiendan los personajes con los que te vas cruzando, y que en la demo son en realidad bastante sencillas. En una, como decía antes, tienes que conseguirle un refrigerio a una estatua sedienta; es una pequeña excusa para ponerte a hacer ollies y recoger suficientes almas, la moneda del juego, que consigues saltando sobre ellas (están por el suelo, y sí: puedes tropezarte también con ellas, si no saltas a tiempo). En otra, un tétrico personaje llamado Happyface, un cubo condenado a sonreír por toda la eternidad mientras escucha las peroratas del filósofo, te da pistas sobre cómo abrir una puerta oculta tras una pantalla gigante en la que aparece un larguísimo listado de pecados (teclear con dos dedos, lavar rojos con blancos, probarte las gafas de otra persona, leer demasiado rápido, aparcar en el carril bici…); cuando la abres, accedes a una sección más centrada en la velocidad, en la que atraviesas una serie de zonas conectadas por portales esquivando obstáculos y recogiendo almas. No son misiones, las de la demo, especialmente difíciles, pero sí que te obligan a hacer skate, o sea, a entender cómo se comporta la tabla y cómo funcionan los impulsos, los saltos, los trucos, para hacerlos bien, que en la mayoría de casos es hacerlos y ya; no es difícil pero sí me pareció estricto, definitivamente más en la línea de los Skate de EA que en la de los Tony Hawk’s Pro Skater, aunque creo que es fácil ver que hay también algo de esos en la manera en que se estructura el mundo, con unas ambiciones estéticas más marcadas (es, creo, el primer juego que veo en el que aparece el logo de Chanel) pero no menos gamey o divertido: es más humorístico que otra cosa.

Es un experimento en el que se cruzan no pocas ideas, y que me ha gustado ver concretado en un juego real, tangible (con sus niveles, sus menús, sus pop-ups explicando los controles, etc.), después de tantos años conociéndolo solo como algo más cercano, quizá, a una demo técnica. Cuando ya iba terminando la demo, cuando el filósofo ya me había llamado a sus dominios para que me enfrentara a él en la prueba que demostraría si estaba preparado para seguir adelante (en el juego completo, por desgracia), quise ver si podía grindar un bordillo. Creo que no hay ningún tutorial específico en la demo, pero imaginé que no sería muy difícil: sabía hacer ollies, sabía más o menos posicionarme; lo peor que podía pasarme era caer al suelo y ver cómo mi cuerpo entero se convertía en miles de trocitos de cristal, y tampoco es para tanto. Me costó unos cuantos intentos pero al final acabé grindando; grindé lento y con torpeza, tramos muy pequeñitos, pero cada vez que me salió medio bien lo disfruté como una gran victoria. A mi alrededor había una tienda de souvenirs montada en un templo griego, una cabeza de mármol que sorbía un refresco de un tetrabrik, un enorme cubo con una sonrisa grotesca en una de sus caras, una pared gigante con una exhaustiva lista de pecados. También eso es Skate Story: no me puedo imaginar por qué otros sitios lisérgicos y surrealistas querrá ir el juego, pero sospecho que me va a gustar aprender a hacer skate en ellos.

  1. orwellKILL

    ganas de uno de skate!!!

    Gratz por la info!

  2. Maya VVVrea

    Pfff, ya iba loquísimo con este, pero me esperaba cero eso de que a nivel gameplay caiga más del lado skate que THPS; ahora ya el hype por las nubes.

    PD: imposibilísimo leer el subtítulo sin la voz de la Torroja. 🫶🏼

    Editado por última vez 1 agosto 2024 | 19:43
  3. Mellizosky

    Perfecto, para esto pago internet.

    Este juego me dejó como hipnotizado cuando se anunció, creo, en un Summer Game Fest de 2022. Tanto es así que la canción que suena en el video se me quedó parasitando el cerebro y hasta ahora que la he vuelto a escuchar no he podido recordar que venía de aquí.

    La verdad es que le tenía ganazas, pero ese estado de obnubilación que digo no me dejaba ver que en realidad no deja de ser un juego de skate y yo no juego juegos de skate. Además el estilo artístico a veces me parece demasiado entre barroco y oscuro y no termino de ver cómo encajan esos delirios vaporwave en todo eso.

    Y con todo, lo quiero jugar. Será que sigo totalmente hipnotizado…

    1. Mellizosky

      @mellizosky-2
      Gracias por el avance, Víctor. Gracias Anait.