Avance de From Dust

Erich Chahi, responsable de maravillas como Another World y Heart of Darkness, cuenta en todas las entrevistas que From Dust comenzó a tomar forma durante una excursión a un volcán activo. No es difícil de creer; la hipnótica dinámica de fluidos, la belleza de la naturaleza incluso cuando está especialmente cabreada, las cuestiones que plantea y el modo en que todos, de forma individual y colectiva, intentamos responderlas. Todo eso está en la lava, en From Dust y en la lava de From Dust.

Estaba claro que Ubisoft Montpellier había entendido perfectamente la parte de la estética; las islas donde transcurre cada nivel del juego son entornos de esos que enamoran y la tribu cuyo camino, como esa especie de Dios que somos —el hálito, dicen ellos— , marcamos, tienen ese encanto de lo exótico y ancestral. Fantástico a nivel artístico, pero no menos currado en lo técnico, con las omnipresentes físicas desafiando los tópicos del formato descargable cada vez que el agua de una cascada se abre camino entre las rocas de forma dinámica o la arena que habíamos dejado caer formando un montoncito se va dispersando. Los diminutos personajes no destacan por el detalle de su modelado ni por la calidad de las animaciones, como es habitual en el género, pero se comportan con mucha gracia cuando levantan su poblado o danzan para evitar que un tsunami se los lleve por delante.

Supongo que interesa, por eso de que ya sabíamos que From Dust era majo con ganas, que me centre en contar cómo se juega. En cada fase, hasta lo que he visto, hay que construir un pequeño asentamiento en cada uno de los tótems de ese archipiélago para poder activar la puerta hacia el siguiente mundo. Cuando seleccionamos un destino, se define automáticamente una ruta y los aborígenes se las apañan bastante bien solos siempre que no haya interrupciones en el camino hacia el objetivo. Durante el tutorial, y teniendo en cuenta que los pobretes no saben nadar, eso se traduce casi siempre en tener que coger arena de otra parte —el cursor se mueve con total libertad y de forma cómoda por todo el mapa— y dejarla caer para formar un camino que les permita cruzar o absorber el agua que cubre una zona de interés. Puede que aparezca más adelante, pero de momento no he visto ni gestión de recursos ni nada por el estilo; la estrategia parece más relacionada con evitar contratiempos, como la molesta ola gigante de verano, recuperando orbes con los que el chamán puede hacer sus truquitos.

Lograr que las palmeras cubran la máxima superfície de tierra, algo que se presenta como objetivo secundario, puede dar juego. La vegetación se extiende a partir de cada poblado, pero también se detiene cuando encuentra agua. Necesita, pues, sus propios caminos y necesita, por ejemplo, que tamponemos una suerte de géiser para que un precioso delta inundado se convierta en una llanura verde y no mucho menos bonita. Eso hace aparecer animales y con ellos, advierte uno de esos mensajes cabrones que nos emplaza a la versión final, llegarán retos y fragmentos de la memoria de la tribu, que nos había invocado precisamente para recuperar su historia.

Y entonces, la fuente de inspiración. La montaña de ahí al lado se descubre como volcán cuando entra en erupción justo antes de que el cartelito de «Desbloquear juego» desenmascare este preview code; es la demo que acompañará el juego cuando se publique en Xbox Live el 27 de julio, y supongo que también más adelante en PSN y Steam. Pulso A como un loco, pero no hay suerte. Toca esperar para poder resolver las dudas relativas a la complejidad de From Dust, que seguro se incrementará cuando permita agarrar magma para generar barreras naturales y esas cosas.

Me conformo por ahora con haber podido comprobar que ilustra bien la magia y la sabiduría de aquellos que ven el mundo con otros ojos, que tiene algo de lo que ha mantenido Una tribu en la cancha en mi Top 5 de películas. No le pido más.