No hay quien pare a Level-5, ya lo hemos dicho alguna vez; en parte tiene que ver con cierto buen gusto a la hora de poner su sello en juegos de todo tipo, desde El profesor Layton hasta Fantasy Life, pasando por Inazuma Eleven o las muchas colaboraciones que han ayudado a afianzar esa imagen de estudio solvente y con garantías de éxito: con Ace Attorney, con Millenium Kitchen (con los creadores de Boku no Natsuyasumi publicaron uno de esos juegos únicos que le quitan a uno las ganas de dar al videojuego japonés por muerto) o hasta con Ghibli. Hay que tener en cuenta a Level-5.
Quizá por eso me interesa más de lo que, en principio, debería Little Battlers eXperience (la mayúscula tróspida es cosa suya: de ahí salen las siglas LBX, mucho más agradables para la lengua y una constante dentro del juego), la última de sus series dirigidas a un público más joven que llega a Occidente.
El LBX que nos llega aquí es el remake para 3DS del juego original para PSP. En ambos casos estamos hablando de juegos más bien antiguos: el de PSP salió en 2011, y el remake para la portátil de Nintendo se publicó justo un año después, a mediados de 2012. Si habéis jugado a algún Inazuma Eleven podréis encontrar ciertas similitudes: es un juego bastante justito en lo técnico, pero que sabe lidiar con sus limitaciones con un diseño de arte agradable y muy claro y una generosidad poco común con las secuencias de vídeo, tanto las hechas con el motor del juego como las dibujadas, todas con una voz perfectamente actuada… esta vez en inglés, eso sí. (Las muchísimas líneas de texto sí están en castellano.)
También es un juego en el que todo el mundo se toma muy en serio una afición, esta vez el coleccionismo y competición entre LBX, unos muñecos de plástico con piezas intercambiables. En esta primera entrega no se llega al punto de llegar a cuestionarse sus propias bases, como sí hace durante unas horas uno de los últimos Inazuma Eleven, pero ya llegará el momento; aquí, también marca de la casa, hay organizaciones secretas con planes malévolos, unos críos que, a través de su hobby, llegan a tener en sus manos el destino de la humanidad y un respeto casi religioso por la indudable importancia de las aficiones, algo muy importante para un niño: a ciertas edades se agradece encontrarle estas dimensiones épicas a aquello que le apasiona a uno.
La base del juego sigue siendo la exploración con tintes roleros, más o menos rebajados con agua para hacerlos más asequibles pero, especialmente a partir de cierto punto (cuando terminamos el primer capítulo; unas dos horas de juego, las dedicadas al tutorial), con una profundidad interesante. Los muñecos, con sus muchas piezas y sus múltiples configuraciones (podemos elegir desde ataques especiales para cada arma hasta ítems que usar en combate, amén de personalizar cada parte de la armadura de nuestro LBX), son el hilo conductor de nuestra aventura: es lo que nos pone en marcha cuando un LBX especial y un set de piezas revolucionario caen en nuestra posesión, y varias facciones nos lo quieren arrebatar para hacerse con el poder absoluto que les permitirá cumplir sus objetivos.
Para robarnos nuestro LBX tienen que derrotarnos en combate, y este es uno de los puntos más interesantes del juego. Las batallas entre LBX son enfrentamientos en tiempo real en los que dos o más robots se enfrentan con un sistema de combate más o menos habitual de un juego de acción en tercera persona: tenemos un ataque débil, un ataque cargado y un bloqueo, además de varios movimientos extra (salto, ataques especiales, etc.) que debemos combinar para superar a nuestro rival. Hay varios tipos de reglamento: el oficial es un combate a tres vidas, en el que pierde el primero que cae tres veces; en el callejero pierde el primero que cae una vez; en el extremo, la vida se multiplica por tres y el ataque por dos, y el LBX que pierde se avería automáticamente, con el gasto extra de mantenimiento que eso implica.
Hasta donde he podido llegar, el porcentaje de combate no es especialmente alto. Como los Inazuma Eleven, conocer a personajes, hablar con ellos y visitar nuevos lugares para hacer que la historia avance es tan importante o más que el reto mecánico, que la evolución (más suave que en otros RPG) de la manera en que utilizamos a nuestros robots para combatir. Excepto en momentos muy concretos, incluso podemos decidir no luchar: hay zonas en las que rivales invisibles nos desafían de forma aleatoria, como si estuviéramos caminando en hierba alta en un Pokémon, pero en otras solo combatimos si hablamos con aquellos que estén dispuestos a retarnos o si buscamos a antiguos rivales a través de los MeTaMo, unos terminales que también sirven para guardar la partida.
No me está pareciendo revolucionario, pero sí suficientemente interesante como para seguirlo con atención. Little Battlers eXperience es otro ejemplo del oficio de Level-5: es ese tipo de juego para niños en el que se juntan mimo y talento, de esos que a Level-5 le parecen salir solos, como si no fuera una tarea muy complicada.
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A lo tonto, me sentía con ganas de que Nintendo sacase un Custom Robo en 3DS. Y me parece que este juego de Level 5 me va a ayudar a cubrir este vacío.
El juego de Medabots que necesitábamos.
Lo del mimo, no sé yo. Que al monigote protagonista cueste diferenciarlo de un entrenador pokemon cualquiera no dice mucho en su favor. Supongo que debe ser producto de alguna factoría koreana sin alma ni arte.
Quiero esta mierda para ayer.