Desde Los Angeles: Avance de Need for Speed: Most Wanted

Have you ever played our games before?, me pregunta el tipo de Criterion que, disfrazado de científico, observa nuestras partidas a Need for Speed: Most Wanted en la zona de Electronic Arts en el South Hall del Convention Center. Le respondo que sí. Ok, so I’ll just let you play, responde; me parece justo. Demasiadas horas a Burnout como para empezar por las bases: yo lo sé y él lo sabe, así que mejor dejar que el juego me sorprenda con sus propios encantos en lugar de intentar venderme la moto. Bien hecho, porque Most Wanted tiene suficientes encantos como para no necesitar de la ayuda de nadie para enamorar a cualquiera. Ya lo había visto dos veces (una en la conferencia de Electronic Arts; otra en una sesión multijugador en la que el overbooking impidió que pudiera tocar siquiera el mando), pero esta era la primera en que podía jugar tranquilamente, por fortuna sin colas detrás y con un buen rato libre para explorar la ciudad del nuevo juego de Criterion. La demo iba así: empezaba con una carrera en la que había que quedar primero, y después la policía nos perseguía como resultado de nuestras correrías por la ciudad. Así nos enseñaban cómo la acción pasaba de una prueba cerrada, con checkpoints de obligado cumplimiento y una ruta marcada, a la exploración del mundo abierto; cualquiera que haya jugado a Burnout Paradise reconocerá aquí la formidable estructura de la obra maestra de Criterion, y no va muy desencaminado: Most Wanted es, a todos los efectos, la continuación espiritual de Paradise. Podéis dejar de leer: queríamos un nuevo Paradise y lo tenemos. Puedo dar algunos datos más, no obstante: visualmente es demoledor, jugablemente está a otro nivel y la integración de Autolog, con todas las posibilidades que es ofrece para la conexión con otros jugadores, le sienta de lujo al juego. Se nota el amor que Criterion tienen a Paradise, y las ganas y el cariño con que han hecho este Most Wanted. Es significativo que los nombres de los jugadores de la sesión multijugador incluyeran algunos como PARADISE, BURNOUT o TAKEDOWN, y cómo a Matt Webster, productor ejecutivo del juego, se le iluminaron los ojos al hablar de los carteles que hay por la ciudad y que, aprovechando las rampas, podemos hacer pedazos. Quizá la mayor novedad, además de la enorme (y muy, muy atractiva) nueva ciudad, más urbana, y los modelos de coches reales, los mejores que Criterion ha hecho nunca según Webster, sea la última versión de Autolog, que pone todo el énfasis en que el jugador nunca se quede sin algo en lo que competir: en todo momento tenemos en pantalla información sobre récords de nuestros contactos, desde tiempos de carreras o pruebas de habilidad hasta saltos o derrapes. Este puede ser quizá el punto más fuerte de este nuevo Need for Speed: las posibilidades de interacción con nuestros amigos, evolucionadas desde aquella primera versión de Autolog que poco a poco ha ido demostrando que sirve para bastante. El mapa de la ciudad está diseñado para servir al mismo tiempo de arena en la que experimentar con las mil y una sorpresas que han puesto en el juego, desde los saltos imposibles hasta los coches escondidos que podemos encontrar dedicándonos a la exploración pura y dura, de navegador de carreras y de lobby para el multijugador; «queremos tratar con respeto al jugador», dijo Webber en cierto momento de su presentación. «Lo principal de un mundo abierto es que sea abierto», remató, dejando clara su intención de evitar barreras incoherentes y simplemente dejar que el jugador recorra toda la ciudad desde el primer momento; será, imagino, la mecánica de subida de niveles y mejora y modificación de los coches la que nos garantice mejores resultados en las pruebas que vayamos encontrando, pero nunca muros que corten la experiencia de conducción. Lo que jugué me gustó mucho; no me tiembla la voz al decir que es lo mejor que he jugado hasta el momento. Lo que me inquieta es otra cosa: las diferencias con Burnout Paradise son muy sutiles y a veces cuesta no pensar que Criterion se estén plagiando a sí mismos. A veces el cambio de título puede pesar más de la cuenta; en este caso, no obstante, la pasión coge a la razón por la pechera, la zarandea y luego la tira al suelo, porque es innegable que mi experiencia con el juego (en la que, por cierto, casi logré la máxima puntuación del día; para validarla debería haberme zafado de los policías, pero la cosa se puso demasiado fea y se volvió imposible) ha sido de primera. Need for Speed: Most Wanted no sólo es el juego de carreras que íbamos necesitando desde Burnout Paradise, sino que ha sido el antídoto perfecto para recuperar fuerzas después del combo de conferencias decepcionantes que hemos tenido que meternos entre pecho y espalda. El 30 de octubre ya está marcado en mi calendario; los que disfrutasteis de Paradise no haríais mal en marcaros también esa fecha, y los demás siempre estáis a tiempo de descubrir lo que Criterion puede ofrecer, que no es poco.