Desde Los Angeles: En Deadlight los 80 no son como los recordábamos

Culpa mía, pero no imaginaba poder hincarle el diente a Deadlight en el stand de Microsoft de este E3 2012; resultó que sí estaba allí y que pude jugarlo, así que bien: una pequeña sorpresa. Una sorpresa muy agradable: el juego de Tequila Works fue uno de los mejores que probé en la feria. El estudio madrileño tiene entre manos un plataformas con todas las papeletas de convertirse en uno de los favoritos entre los fans de lo retro, y no sólo por su ambientación ochentera y apocalíptica sino también por su jugabilidad, que recoge y amplía la fórmula del primer Prince of Persia. Algunas cosas ya las sabíamos por los vídeos: Deadlight entra por los ojos, con esos contraluces tan resultones y esa suciedad ambiental tan bien encontrada. En directo me pareció todavía mejor: algunos juegos de cámara y detalles en el uso del escenario (como cuando, casi al principio, caminas por el lado de una carretera hecha polvo y el título del juego se ve en el cielo, enorme; no es algo nuevo, pero queda muy bien) dejan ver talento gráfico, y me resulta imposible quitarme de la cabeza que no es nada fácil crear algo que se vea tan bien limitando la paleta de colores de la manera en que han querido hacerlo aquí. Tampoco va mal en lo sonoro: es sobrio de manera deliberada, pero sabe lanzar los detalles suficientes para que dé la sensación de que, a pesar del apocalipsis zombie, todavía hay restos de vida en el mundo. En Tequila Works hay suficiente talento como para crear un producto audiovisual de primera; pero esto es un videojuego, así que lo más difícil es conseguir transmitir estímulos al jugador a través del mando. Deadlight es menos Shadow Complex de lo que muchos pensamos al principio y de Limbo tiene únicamente un cierto parecido estético; la referencia jugable es Prince of Persia. Es bastante inteligente a nivel conceptual que un juego ambientado en los últimos años de la década de los ochenta se juegue como otro que salió precisamente a finales de los ochenta, y le sienta como un guante: la fórmula se respeta pero sin caer en lo fácil, y Tequila saben añadir mecánicas que van bien para añadir un algo de dinamismo muy necesario porque, en el fondo, estamos en 2012. Todo suma, y al final entre la genial ambientación y la nostálgica jugabilidad se apunta hacia algo concreto: crear un juego sobre la supervivencia. En Deadlight, explicaba Rául Rubio a alguien durante la partida en el showfloor, no se trata de salvar el mundo ni de desvelar conspiraciones de calado internacional, sino de, básicamente, intentar mantenerse con vida en un ambiente brutalmente hostil. Nuestros recursos son muy rudimentarios, y apenas tenemos nuestra agilidad y un hacha para defendernos de los zombies; a menudo estos nos superan en número, con lo que un ataque directo no es la mejor de las ideas: huir no es de cobardes cuando la vida es tan limitada (unos pocos bocados y estamos fritos), y el juego sabe animarte a primar la supervivencia por encima de todo con detalles como, por ejemplo, no ofrecer ninguna recompensa por eliminar a los zombies. Sobrevivir es suficiente. En teoría no falta demasiado para que tengamos una versión completa del juego, así que tampoco tendremos que esperar mucho para disipar del todo las pocas dudas que deja Deadlight. Esta exclusiva de Xbox Live Arcade va a ser de las que hacen ruido; es agradable ver cómo poco a poco vamos viendo más juegos hechos cerca de casa.