En busca de la remontada: un avance de PES 2016

El año en que Pro Evolution Soccer añade a su simulador futbolístico la característica del saque rápido de banda que su rival, FIFA, hace dos años que incorporó, la franquicia de EA se apunta otro tanto en cuanto al detallismo haciendo que los árbitros usen su spray de espuma para situar la distancia de la barrera en los tiros libres. Son dos evoluciones que hablan de la forma de trabajar, y sobre todo de los referentes en los que se fijan los dos equipos en este mano a mano que ya dura dos décadas: mientras FIFA ve partidos de fútbol reales y apunta en una libretita todo lo que sucede en la retransmisión pero no tiene su reflejo en el juego, PES hace lo mismo… mirando a FIFA. Es una dinámica que viene produciéndose desde la debacle de la saga de Konami tras el estancamiento de ideas de Seabass Takatsuka (o quizá la fatiga previa a su marcha) y la llegada al trono de FIFA de la mano de un David Rutter hambriento de títulos y determinado a alcanzar la excelencia en el juego. Así han transcurrido varios años, pero desde hace poco más de medio lustro aquel correcalles que fue antaño la guerra del fútbol de videojuego, con los dos equipos volcados al ataque, se ha convertido en un cada vez más somnoliento rondo, una concesión total al centrocampismo más rácano, un fútbol de no agresión en el que los dos contendientes parecían haber alcanzado un pacto acomodaticio que dio al traste con una posible evolución ambiciosa de la simulación deportiva. Uno añadía una chorradita al año, y el otro se conformaba con sobrevivir. Con la nueva generación ya más o menos domada y una EA que parece tener miedo de tocar demasiado su fórmula y se ha centrado en esa máquina de imprimir dinero llamada Ultimate Team, ahora Konami tiene más espacios a la espalda de la defensa para ejecutar una buena contra y marcar un gol que empiece a levantar la moral de sus jugadores, un golpe sobre la mesa que, si no sirve para ganar el partido, por lo menos sí para irse al vestuario con buenas sensaciones. Y las sensaciones con Pro Evolution Soccer 2016, o al menos con la demo que apareció hace unos días en la red, son sorprendentemente buenas. El salto gráfico respecto al descalabro técnico anterior es quizá lo más notable: a PES 2015 lo que más se le reprochaba era un apartado visual al que le faltaba por pulir asperezas, y en este año parece que se ha aplicado un trabajo específico en esa faceta. La transición entre animaciones es más fluida que nunca y, esto se ve sobre todo en jugadores muy técnicos como Pirlo o Willian, la capacidad de sacarse de la manga movimientos espectaculares cuando las circunstancias los requieren es algo que premia la vista y alegra el corazón. Es francamente satisfactorio cuando el juego nos muestra un control increíble sin que el realismo de la anatomía o la física se vea tocado, como si PES 2016 supiera respetar los márgenes de lo posible y no cayese tan a menudo en acciones absurdas que le sacan a uno del juego. Los regates, los cambios de ritmo, los desmarques o los remates tienen siempre sentido en fondo y forma, y aunque a veces sean más contextuales que provocados por la habilidad a los mandos, el juego siempre sabe hacernos partícipes de cada filigrana o de cada frivolité, nunca nos expulsan de la acción. Los partidos, con la dificultad en Profesional o Leyenda, mantienen el equilibrio entre los momentos de lucha por la posesión en el círculo central y las fases en que el partido se rompe y los ataques van de una portería a otra sin rigor táctico. Cada partido en PES 2016, como en el fútbol real, son muchos partido en uno. Y si me tengo que quejar de algo es que quizá se me hacen demasiado cortos, aunque eso suele ser buena señal. La promesa de las caras hiperrealistas es la obsesión de la franquicia desde que cambió de motor gráfico, y lo cierto es que el parecido suele ser casi perturbador. Solo la iluminación puede echar a perder un poco ese laborioso trabajo de escultura que son los rostros de estrellas como Neymar, Hazard o Tévez, y puede que ahí esté el santo grial del realismo absoluto en los PES y FIFA: el dominio de la iluminación. El césped tampoco colabora mucho en esta tarea del fotorrealismo, con las líneas demasiado luminosas y el terreno del todo regular, como un tapete de póker. Este año PES 2016 viene con una propuesta mucho más convincente que otros años. Lo que evoca la demo es un avance positivo en todos los frentes (incluido el táctico, en la variedad casi enfermiza de acciones estratégicas y en la flexibilidad de las formaciones y los roles de cada futbolista, un terreno en el que personalmente creo que hasta el peor PES era superior al mejor FIFA), una dinámica de los partidos muy fluida y una muy aceptable inteligencia artificial de los compañeros pero sin llegar a niveles robóticos, donde solo los porteros parecen haber abandonado los estudios antes de tiempo. Un árbitro con algunas dioptrias y un sistema de colisiones y rebotes del balón un tanto extraños pueden ser los nubarrones que estropee un poco el paisaje. En esta serie la demo siempre suele estar un poco por debajo del resultado final, y si en la versión completa de PES 2016 no se hacen un lío con la parte online (desde el parche de obligatoria descarga externa en PES 2014 no he vuelto a ser la misma persona) puede que haya motivos para creer que aquest any sí.