FIFA 12: el modo Carrera

Durante mi no corta vida como jugador he tenido bastantes juegos de fútbol. Los compro, me propongo jugar en solitario para entrenar un poco antes de ponerme a jugar con los colegas y al final no lo hago porque me aburre jugar solo, y me doy cuenta de que nadie viene a jugar a mi casa con lo que, por ponerlo clarito, he tirado unos dineros a la basura sin comerlo ni beberlo: hola, Pro 6, te miro a ti. Cuando fuimos a Madrid a que David Rutter, productor de FIFA 12, nos contara qué podíamos esperar del modo campaña, no me esperaba salir del Santiago Bernabeu (escenario de lujo para la presentación) con tantas ganas de ponerme en modo ninja, robar un disco del juego y ponerme a darle caña al modo Carrera como un inconsciente; en lugar de eso me puse en modo ninja, robé a una camarera del bar y la sustituí por una foto a tamaño real de Maite, nuestra infatigable corresponsal en donde sea del globo que esté ahora (¡hola estés donde estés, Maite!). Algunos parecieron darse cuenta del cambio pero nadie dijo nada. ¡Éxito! Pero espera, estábamos hablando del modo Carrera de FIFA 12; resumiendo: es bastante la bomba. Rutter nos explicó, enfundado en la camiseta de la selección con su apellido detrás que con tanta alegría llevaba puesta, algunas de las novedades más importantes del modo Carrera, el plato fuerte de la experiencia para un jugar del FIFA de este año. La buena gestión de tu equipo tiene más importancia que nunca: el mercado de los fichajes está bien presente (con un sistema de paso del tiempo que promete ponernos al borde del ataque de nervios cuando el momento crucial del cierre del mercado va acercándose y tenemos un fichaje colgando de un hilo, por ejemplo), y no sólo se comprarán y venderán jugadores como máquinas de jugar al fúbtol, sino que lidiar con las personalidades de los futbolistas también dejarán su marca en el curso de las negociaciones. Una buena gestión no es algo mecánico, rutinario: a veces entran factores que no tenemos presentes y que no podemos controlar y en otras ocasiones los dilemas que se nos plantean aluden más a nuestro instinto que a una serie de parámetros predefinidos. Un ejemplo claro de esto lo dio el propio David Rutter: un jugador estrella vuelve a jugar después de pasar un tiempo recuperándose de una lesión, y aquí se nos presenta un drama claro: ¿lo sacamos con el riesgo de que esté desentrenado o la lesión vuelva a la acción por no haberse recuperado del todo? Si la cosa va mal se criticará nuestra mala gestión del equipo, y si no lo sacamos nos echarán en cara no tener el valor de hacerlo; pero al mismo tiempo la recompensa si ganamos será mayor. Entre las mejoras y cambios que hay se encuentra, también, el diseño de los menús por los que navegamos para realizar todas estas gestiones de manager: claros, llenos de información pero accesibles y aderezados con detalles de agradecer como que los jugadores tengan en su perfil una fotografía real. Desde aquí se hace todo: desde fichar hasta leer qué dice la prensa sobre nuestro equipo y nuestra actuación, así que mejor que navegar por los menús no sea un desastre. No parece el caso. Una de las cosas que más me gustó era un antiguo conocido: el EA Sports Football Club, presentado durante el E3 y que en el Bernabeu volvió a mencionarse. Aunque lo que sabemos de él es más o menos lo mismo que sabíamos ya, el concepto es suficientemente atractivo como para volver a incidir en él: una especie de ranking mundial en el que nos asociamos a un equipo, digamos la Cultu, para intentar llevarlo a lo más alto. La gracia es que este Football Club introduce un sistema de experiencias, recompensas y niveles que, para colmo, es compartida con todos los dispositivos en los que se puede jugar un FIFA: si juegas tres horas en Xbox 360 y dos en iPhone, el Football Club contabiliza cinco horas y te la experiencia que corresponde a ese tiempo de juego. Lógicamente, el gancho está en que nosotros ganamos puntos para subir a nuestro equipo, pero no estamos solos: las puntuaciones se suman entre todos los que jueguen con ese equipo, por lo que en principio la Cultu, si suficiente gente la apoya, podría tener la oportunidad de ganar de una puta vez. ¡EA haciendo milagros! Parece una tontería, pero era justo lo que le hacía falta a FIFA: una representación gráfica clara del progreso y experiencia del jugador, que por fin tuviera en cuenta el tiempo que jugamos en solitario. En una época en la que lo social se está entendiendo de muchas maneras distintas, algunas de ellas nefastas, el Football Club parece dar bastante en el clavo; como la idea es mantenerlo en las siguientes ediciones de FIFA (manteniendo con ello nuestra experiencia; no sé qué tendrán preparado para que un jugador nuevo de FIFA 13 no se encuentre con miles de personas que le pasan en experiencia por 50 niveles), pequeños retoques aquí y allá en base al feedback y uso de los usuarios seguramente terminen de refinar una fórmula que parece poder dar muy buenos resultados. Ya sabíamos más o menos qué era jugarlo, y personalmente tenía muchas referencias de cómo era el nuevo control del juego, pero lo cierto es que no me lo esperaba tan cambiado, y tan para bien. Alguien que tenga experiencia en el género no tendrá ningún problema en adaptarse, pero desde luego notará que hay cosas distintas y muy para bien; el ritmo del juego ha bajado un poco, ajuste muy bien traído para que las nuevas cosillas del control desplieguen todo su potencial. No voy a tirarme el moco porque yo, de fútbol, sé lo justo: que Guti dio 2,7 en el alcoholímetro, que Sara Carbonero está muy buena y que Roncero es Dios. Como jugador sí puedo decir que FIFA 12 es divertido a rabiar, que es suficientemente profundo como para tocar la fibra sensible a los más entendidos pero que, también, tiene en la manga un par de trucos para que los que, como es mi caso, somos demasiado poco varoniles para ser fans del fútbol sintamos que también podemos jugar: esa accesibilidad es, me parece, la verdadera clave de la experiencia FIFA, el porqué de su enorme éxito y el caballo al que parece apostar más que nunca FIFA 12. Un caballo que parece ir a diez mil kilómetros por hora hacia el triunfo. Un caballo muy rápido.