Una de las funciones del narrador en la ficción es hacernos sentir seguros. Servir de colchón, de pantalla, entre nosotros y los hechos narrados, resegurándonos que todo lo que vemos no es más que una historia. Si somos afortunados, es posible que nuestros primeros narradores fueran nuestros padres y abuelos, caras familiares que nos informaban sobre la existencia de los lobos malvados a la vez que abrían los armarios para asustar a los monstruos. Ese narrador familiar, con su dicción exageradamente teatral, es la principal inspiración para la voz en off de series como Alfred Hitchcock presenta, Al filo de lo imposible o Historias para no dormir. Para esas voces que no solo nos guiaban entre fábulas sino que nos ayudaban a dar el salto de fe necesario para abrazar lo sobrenatural en un mundo muy similar al nuestro. En Little Missfotune, el narrador, de este estilo, es un personaje más. Una voz articulada que, más allá de sus intenciones (que parece que no son buenas) sirve como herramienta para evitar que pensemos demasiado en la situación tan dramática que sirve de premisa al juego.
Misfortune Ramirez Hernández es una niña de 8 años que va a morir. Por si eso no fuera lo suficientemente horrible, la pequeña está envuelta en una situación familiar nada envidiable que incluye violencia machista, alcoholismo y negligencia. Cuando la conocemos, encerrada en su habitación y lanzando purpurina a sus muñecas, el narrador nos informa de que estamos a punto de presenciar el último día de su corta vida. Es entonces cuando Misfortune anuncia que es capaz también de escuchar la voz que nos habla a nosotros, a los que estamos al otro lado de la pantalla. Acorralado, el narrador idea un juego en apariencia inocente pero malintencionado. Aunque no lo dice de manera explícita, cuando invita a Misfortune a abandonar su habitación «en búsqueda de la eterna felicidad» no hace otra cosa que guiarla a su muerte. A su destino.
La presencia de este narrador de intenciones oscuras es uno de los puntos más interesantes que encontramos en la demo de Little Misfortune. Como HAL 9000, esta «voz de la razón», que inspira desconfianza y temor, resulta hipnótica y nos ayuda a rebajar un poco la inocencia de la voz infantil de la protagonista. El otro gran punto de interés en el juego es la soberbia animación.
Desarrollado por el estudio sueco Killmonday, Little Misfortune se aleja del estilo «emo» de Fran Bow para inspirarse en la animación independiente europea, especialmente en la creada por Cartoon Saloon (aunque algo menos infantil). Todo lo que vemos en la demo —de algo más de 20 minutos— está absolutamente trabajado, desde el diseño de los personajes, a las voces, pasando por los diálogos y el humor.
Por lo poco que podemos ver, Little Misfortune será una aventura gráfica con varios puzles, al estilo Telltale o Dontnod, que dejará a un lado la toma de decisiones mediante diálogos para centrarse en las acciones. En la primera misión, salir de casa, Misfortune tiene la posibilidad de elegir qué objetos lleva consigo y cuales deja en su habitación (purpurina, libro de colorear, juguetes…), reparar o no un jarrón roto y avisar o no a su madre de su salida. Según nos cuenta el narrador, estos actos serán importantes más adelante aunque en estos primeros minutos no podamos ver exactamente como.
Parece claro que el próximo título de Killmonday Games seguirá ahondando en ese espíritu inquietante, personal y trágico introducido en Fran Bow pero con mucha más mala leche y humor. Little Misfortune será un título basado en la narrativa que mezclará lo adorable y lo horripilante, la inocencia y la incomodidad, con sencillez, a la vez que impresiona con un arte que simula la ilustración hecha a mano. La demo, que a puede descargarse en itch.io y Steam, es una buena carta de presentación de lo está por venir a finales de este mismo año.
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No me suelen gustar este tipo de gráficos pero es que este es literalmente un libro infantil de los que molan demasiado
Si pueden, vean los diarios de desarrollo del juego. Son simpatiquísimos y excelentes 🙂