Decían en Kotaku, comentando también lo visto en Colonia de Assassin’s Creed: Revelations, que «Ezio se ha convertido en Bomberman». Es algo bastante gracioso, sobre todo porque es verdad; nunca pensé que llegaría tan pronto el día en que, dentro del Animus, tuviese que usar un menú para decidir si quiero añadir metralla a una granada.
Pero al señor Auditore —con barba se respeta más a cualquiera—las canas le dicen que es la hora de dejarse de historias, que toca cerrar la trilogía para dejar sitio a un nuevo descendiente, que si hay que matar Templarios de tres en tres tirándoles explosivos a la cara, se hace. No tengo claro si me va a convencer esto de las bombas, pero no hay duda de que es, junto al gancho y a la destacada presencia de Altaïr, la novedad más importante del juego.
Con todo, al sobrino del pobre Mario no se le ha olvidado lo de hacer daño con la espada. Así despacha, con los espectaculares contraataques marca de la casa, al primer grupo de enemigos que se interponen entre él y Leandros, que lleva en el bolsillo una de las cinco llaves que deberemos recuperar a lo largo de la aventura.
Ezio no puede saltar ni trepar justo ahora, pero no es por la edad, sino más bien porque se ha caído de un precipicio mientras perseguía a su objetivo en un carromato. Los años no le pesan, más bien al contrario: se mueve con la agilidad de siempre y, según el equipo de desarrollo, la idea era hacerlo como ese Marine veterano, más letal que nunca por haber visto de todo y por lo aprendido en el camino. Así, por ejemplo, ha perfeccionado su «visión de águila»: ahora puede ver por dónde pasó Leandros hace un rato y también huellas que indican la ruta de los guardias al patrullar, aunque en ese momento estén en otro punto.
Tras el primer asesinato sigiloso, empieza el espectáculo pirotécnico: primero una mina junto al cadáver para que la pisen los que vayan a investigarlo, después una bomba para distraer, más adelante un recipiente que al impactar contra el suelo suelta chinchetas bizantinas y evita que los guardias no puedan seguir corriendo, y finalmente ya los explosivos de impacto. Todas se fabrican, a partir de distintos elementos e ingredientes, en pequeños armarios repartidos por ahí. Está claro que no será la única forma de afrontar las misiones, que nada impedirá optar por el sigilo, pero me parece significativo —y preocupante hasta cierto punto— que siga siendo la vía expeditiva, directa y poco imaginativa la que más atención reciba por parte de Ubisoft Montreal.
Tras un breve paso por la paradita del doctor, Ezio recupera sus ganas de parkour. Mientras escala una fachada, la cámara se aleja —sin que se pierda el control sobre el personaje, deduzco— para mostrar a los arqueros que nos lo quieren poner difícil. En la secuencia se intuye un buen compromiso entre lo cinemático y lo jugable, algo que ya se empezó a mejorar en La Hermandad y que con suerte seguirá aquí por el buen camino.
A Leandros le espera lo que todos sabíamos: una hoja oculta en el pecho y el «Requiescat in Pace», apuntillado esta vez con un «bastardo». Al recuperar la llave, que necesitamos para acceder a una biblioteca de Altaïr, se activa uno de esos recuerdos del protagonista del primer Assassin’s Creed. Incluso a mí me hizo cierta gracia volver a verle. En esta misión ((Nos comentaron que lo que sale en el vídeo es una versión recudida de lo que encontraremos en el juego final.)) le toca liberar un pueblo de asesinos tomado por los Templarios y cargarse al traidor que ha hecho posible esta situación. Al liquidar ese agente doble, por cierto, pasará a ser seleccionable en el modo multijugador; es posible que sea mi elección por su relativo parecido con el inolvidable Caballero Negro de Monty Python.
Pero eso tendrá que ser a partir del 15 de noviembre. Entonces, a pesar de contar con un atractivo innegable y de estar en lo más alto a nivel gráfico y artístico, Assassin’s Creed: Revelations tendrá que demostrar que todavía no era necesario un cambio de número, que las preguntas en el aire siguen valiendo millones, que los elementos introducidos no desvirtuarán los puntos fuertes de la saga y que Desmond y su pandilla son un mal necesario. Con todo, hay ganas.
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no es por nada pero esta el video en español, no dudo de que seais poliglotas, lo digo por comodidad
http://www.youtube.com/watch?v=TLRup896whE&feature=feedu
un poco spoiler el video
@danteeverlives
Hecho el cambiazo. Thx.
Spanish is too mainstream
Admito que le tengo ganas. Pero viniendo todo lo que viene, no tengo ninguna prisa por jugarlo.
El primero me pareción un meh, el segundo me gusto y el tercero volvió al meh. Dicho esto, el cuarto debería gustarme.
Según leo no son demasiadas las novedades así que al menos espero que hayan pulido otros detalles que tanto apestaban en La hermandad. Caerá pero dudo que lo haga el día de su salida.
Once more, with feeling: AC III or GTFO
Juegaso illo.
Pues aunque me esté cansando, lo compraré. Más que nada por la campaña, el online no pienso tocarlo.
Buenas impresiones Pep.
Yo no me quedo sin saber que pasa tras el final de La Hermandad…
¿ como puede moverse así un semijubileta?
@danteeverlives
Por que tiene barba.
Ganas impresionantes de jugarlo y ver como acaba este viejales, espero mucho de este capitulo y que ya por fin el siguiente sea AC3.
Es el Sam Fisher medieval. Lo que pasa es que a este no se le notan los músculos xD Hablando de splinter cell, me gusta que metan más tecnología en plan minas y tal, pero siempre que se puedan hacer las cosas como te salga de las narices claro xDD
GANAS.
Lo quiero para ayer, el final del Hermandad me dejó to loco…
Resopla Pep, resopla