Primeras impresiones de EyePet

La realidad aumentada, lejos de referirse o tener relación con esas escapadas a las casas rurales en las que es conveniente asegurarse de que no hay ningún cuchillo cerca (guiño, guiño), es una tecnología que promete mucho en, por ejemplo, InVizimals, y que podría explotarse para conseguir cosas realmente chulas en según qué generos (estrategia, sin ir más lejos; muy guay el día D en el salón de casa, por ejemplo). EyePet es uno de los productos que utilizan la realidad aumentada para sus oscuros fines, que en este caso no son otros que entretener a los más pequeños de la casa proporcionándoles una mascota virtual, un amasijo de pelos, inteligencia artificial y realidad aumentada con el que planean conquistar a los jugadores más noveles. En la presentación que Mónica y Susana, de Sony (viejas conocidas), nos prepararon, pude asistir a una demostración convenientemente amplia de lo que el EyePet puede hacer, y de lo que el usuario podrá hacer con ese adorable engendro, parte perro, parte gato y parte mono. Lo básico es que estamos ante un Tamagotchi next-gen: colocamos la tarjeta que incluye el juego delante de la cámara PlayStation Eye siguiendo las instrucciones y con eso spawnearemos al bicho, que pasará de fase huevo a fase bebé (aunque en la presentación ya estaba bien crecido) hasta que, con los cuidados necesarios, crezca sano y fuerte hasta ser un EyePet hecho y derecho. En ese punto comienza la rutina alimentación-aseo-juego tamagotchiana que se mantiene aquí, aunque bien aderezada con un montón de cosas que hacer para que nuestros hijos, si hemos conseguido engañar a alguna mujer para que conciba con nosotros, se lo pasen bien con su nueva mascota. Es una mascota bastante inteligente, por cierto: a medida que pasan los días y vamos jugando más con él, el EyePet se va acostumbrando a la persona que más juega con él, con lo que en el caso de que varias personas estén llamando su atención al mismo tiempo el bicho hará más caso a aquel con el que tenga más confianza. Este ejemplo es extrapolable a otras características del EyePet. Por ejemplo, a medida que le hacemos dibujar (los “juguetes mágicos” de los que hablaré más adelante) su habilidad va aumentando, y pasará de copiar los dibujos que mostremos a la cámara torpe y lentamente a hacer réplicas perfectas de nuestros garabatos. También nos comentaron algo verdaderamente interesante del EyePet: cuando duerme, sueña; y en esos sueños aparecen experiencias que ya ha vivido, por ejemplo una sesión especialmente divertida de salto con colchoneta, mediante imágenes de nosotros mismos jugando con él que el EyePet registra. También puede tener pesadillas, y en esos casos las imágenes que saldrán serán de malos tragos o putaditas que hayamos tenido a bien hacerle. Los “juguetes mágicos” de los que antes hablé son pequeños juegos en los que interactuaremos con el EyePet. La cama elástica, los bolos o el tenis son ejemplos de esto; además de un divertimento en el sentido más de pasatiempo o recreo, pasando las pruebas que nos proponen (saltar X veces, darle X veces a la pelota con la raqueta) iremos desbloqueando cosas, desde nuevas pruebas hasta ropa o colores de pelo. Así, aunque en el fondo la dinámica sea más la clásica rutina de mascota virtual, los de SCE London Studio han puesto un aderezo interesante para ofrecer además un reto adaptado al público al que está dirigido el juego, esto es, niños de hasta 12 años, adultos sin miedo al qué dirán y novias. Pero, ¿qué tal funciona la realidad aumentada?, os preguntaréis. Pues funciona razonablemente bien, la verdad; por lo que vi, el EyePet respondía a los movimientos y a los sonidos rápido y con bastante precisión, y lo mismo la tarjeta mágica, con la que se realizan la gran mayoría de las acciones del juego. A pesar de que por motivos obvios hay que cuidar un poco la iluminación y la organización del lugar donde jugamos, la presentación tuvo lugar con una luz bastante más tenue que la de cualquier salón de casa y no hubo problema para poner al EyePet a corretear en la pantalla. Lógicamente, acariciar a un cruce demencial entre perro, gato, mono y niño que no existe es una experiencia extraña y que echará para atrás a muchos, pero es más que probable que los niños se sientan atraídos por el simpático personaje en cuanto vean que pueden interactuar con él de tantas formas y, qué demonios, divirtiéndose en el proceso. En fin, que no estamos ante un producto que vaya a apasionar al sector más hardcore, ni falta que hace: no es esa la batalla que quiere ganar Sony. EyePet es un producto navideño, para niños, pero que no lleva a pensar en ningún momento en subproductos pestilentes que se aprovechan de la ingeniudad de los padres (me niego a pensar que los niños son los culpables de las altas ventas de esos juegos que no voy a nombrar, todos sabemos ya a qué me refiero) para hacer caja: está muy cuidado, bien pensado y es sólido y coherente con aquellos a los que trata de conquistar. Veremos qué tal funciona; de momento, yo estoy que no cago con la realidad aumentada y con ver en qué la aprovechan esos creadores de sueños que son los desarrolladores de videojuego.