Primeras impresiones de Homefront

Lo nuevo de Kaos Studios, responsables del menos-malo-de-lo-que-la-gente-dice Frontlines: Fuel of War, parece un título importante para THQ. Los enormes carteles y los soldados invasores de la Corea Unificada que había cerca —y dentro— del Convention Center así lo indicaban. Y es algo totalmente lógico: primero, porque su premisa tiene gancho y parece bien llevada, y segundo porque no se ha hablado mucho de él. Lo acabo de buscar en Anait, de hecho, y no me ha salido ningún resultado. Vamos a remediar eso. Homefront es una historia de resistencia civil, de ciudadanos americanos abrumados por un enemigo que cotiza a la alza. Manteniendo y mejorando ese enfoque realista, ese tono de «puede pasar» que funcionaba moderadamente bien en Frontlines, nos muestra la tremenda expansión de una Corea Unificada y militarizada a más no poder por obra y gracia del hijo de Kim Jong Ill tras la muerte del líder norcoreano ((Skin suyo en el multijugador YA. De pago, si quieren.)) Total, que allá por 2024 a los Estados Unidos se les junta una crisis del copón con el ataque de una Federación que ya ha engullido a media Asia. Lo de la falta de guita es lo más evidente en el campamento donde empieza la demo. Una especie de comuna hippie, con sus huertos y sus guarderías, pero también sus almacenes de armas y sus campos de tiro. Uno de los desarrolladores nos dice que pretenden centrarse en los «costes humanos» y en lo que representa luchar con gente que no está preparada para ello —y que cometerán errores tontos en plena batalla—, y la más que notable ambientación parece bien encaminada en ese sentido; cosas como la gente que interrumpe sus quehaceres para saludarte o los dibujos de niños colgados en la pared nunca fallan. Gráficamente, sin estar a la altura de los primeros FPS de la clase, la cosa acompaña también. Estos entornos tan íntimos y efectistas no dejan de ser un arma de doble filo: si acaban siendo más interesantes que los momentos de acción, tenemos un problema. Y es que esto no deja de ser un juego de tiros en primera persona, y cambiamos de capítulo para verlo mejor. Parece que las armas han cambiado muy poco en 15 años, como mínimo si no eres miembro de un ejercito puntero. Qué diablos, de todos modos; yo también seguiría usando una carabina M4 entonces. El objetivo ahora es infiltrarse en una base militar enemiga con sigilo… hasta el momento de dar la señal para que nuestros colegas, desde casa, lancen una especie de napalm. Mientras el misil se acerca, veo a lo lejos también un cartel de Hooters; los coreanos lo han mantenido porque saben lo que es bueno, y según me contó un chaval de ahí que conocimos en Los Angeles, también en Seúl tienen esos restaurantes. La cosa parece hecha mientras vamos rematando a tíos en llamas con nuestro rifle de precisión, pero algo sale mal y acabamos también nosotros rodeados de llamas —que podrían estar algo más curradas— y explosiones, en una escena realmente intensa. Hay tiempo para introducir un vehículo mezcla de boogie y tanque, controlado a distancia, y poco más. La demo termina y todos en la sala parecemos satisfechos con lo visto, a pesar de no haber visto nada del multijugador, que será desvelado en agosto o septiembre. La cosa promete, la verdad es que sí, pero yo no puedo evitar acordarme de Metro 2033; misma productora, premisa y ambientación de lujo, técnicamente notable, pero con decisiones de diseño y control algo dudosas. Ojalá Homefront sepa evitar eso último. Ah, y un pequeño secreto para los que habéis llegado hasta aquí: lo de los vídeos nos va a jubilar a todos, porque esto es exactamente lo que pude ver yo.